‘Venus’: Jaume Balagueró traslada el terror cósmico de Lovecraft a su costumbrismo vecinal
El pastiche no acaba de confluir en un estilo homogéneo y atractivo, pero encuentra sus mejores momentos en el humor negro
Al terror cinematográfico contemporáneo le gusta Howard Phillips Lovecraft y eso hay que celebrarlo. Solo hay que echar un vistazo a la web de referencia imdb.com para comprobar como cada año se producen infinidad de cortometrajes, películas, series y hasta videojuegos inspirados en el miedo metafísico del autor de En la cripta y Los mitos de Cthulhu. Y ahora, en apenas un mes, coinciden los estrenos de dos audiovisuales basados en el mismo relato, Los sueños en la casa de la bruja, adaptados por dos de los nombres fundamentales del terror en las últimas décadas: Guillermo del Toro, en un episodio de su Gabinete de curiosidades dirigido por Catherine Hardwicke, y Jaume Balagueró en la película española Venus. Con conceptos visuales, de producción, adaptación, narración, época e interpretación muy distantes, ambas historias acaban pareciéndose en poco. Pero eso siempre resulta inspirador.
El problema es que ninguna de las dos adaptaciones es lo suficientemente fascinante, ni con respecto a las características esenciales de Lovecraft y su terror satánico, ni en su propia individualidad de libre adaptación. Balagueró, con Fernando Navarro como coguionista, compone una historia tan autónoma que es difícil ver en ella buena parte de los aspectos del texto original, más allá de las pesadillas, del edificio maldito que alberga a las brujas, y a la presencia de la diosa Lamashtu, demonio femenino del dolor y la desesperación.
“Las pesadillas de Gilman consistían por lo general en soñar que caía en abismos infinitos de inexplicable crepúsculo coloreado y llenos de confusos sonidos, abismos cuyas propiedades materiales y de gravitación ni siquiera podía concebir”, escribió Lovecraft. En Venus, en cambio, pese a la presencia de los sueños fantasmagóricos, su miedo cósmico es mucho más terrenal y se ambienta alrededor de una bailarina de club nocturno que roba una maleta llena de droga con el fin de encontrar un futuro mejor, y acaba alojada en casa de su hermana y su sobrina, situada en el condenado edificio de las brujas, con las mafias acechándolas. Un pastiche que no acaba de confluir en un estilo homogéneo y atractivo, que, sin embargo, encuentra sus mejores momentos en el humor negro de las secuencias en las que aparecen las hechiceras, con pinta de señoras vecinas adorables, y el contraste visual y dramático con los narcotraficantes que quieren recuperar el alijo robado.
Producida por Carolina Bang y Álex de la Iglesia, con interpretaciones únicamente discretas y arranque demasiado moroso, Venus parece un paso en falso en la carrera de Balagueró, últimamente prolífica, pues al éxito de público de Way Down (2021), filme de atracos un tanto grueso, ha sumado en este 2022 uno de los mejores episodios de la segunda temporada de las nuevas Historias para no dormir: el televisor, su eficaz relectura en clave de obsesión por la seguridad del hogar de una de las creaciones más famosas de Chicho Ibáñez Serrador. Ahora bien, en Venus, que finalmente dibuja un relato de empoderamiento femenino en su sanguinolento tercer acto, el mejor de la película, su actualización no termina de cuajar, a pesar de que la fusión de canibalismo, divinidad, terror y costumbrismo vecinal estaba ya en su mejor obra, la magnífica REC.
Venus
Dirección: Jaume Balagueró.
Intérpretes: Ester Expósito, Ángela Cremonte, Magüi Mira, Fernando Valdivieso.
Género: terror. España, 2022.
Duración: 100 minutos.
Estreno: 2 de diciembre.
Babelia
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