Pablo Milanés: eternamente cerca de la excelencia
Tal vez, esa manera de amar a los suyos que pude conocer tan de cerca y la forma de afinar su oficio sean la causa directa de la música clásica del futuro: su obra
Por aquel entonces comenzaba a llenarse la sala Galileo Galilei de Madrid una vez al mes. Comencé a trabajar con su hija Liam como manager (Liam Producciones), para quien solo tengo palabras de gratitud. Le hablé de lo supuso la música de Pablo Milanés [que ha muerto este martes a los 79 años] para mí, las cintas con sus canciones en el coche de mis padres, el vibrato de su voz en mi niñez. Le dije que mi sueño era cantar con él algún día. Compuse Perdón por los bailes y me pidió que se la mandara contándole la misma historia. A los días recibí una llamada desde Cuba. Era Pablo. No solo la grabó; me invitó a ser su telonero en una gira de Teatros en España, me invitó a su país para grabar el videoclip de la canción, me abrió las puertas de su casa, de su familia.
Uno de los mayores exponentes de la canción de todos los tiempos, una de las figuras principales de la canción iberoamericana, estaba ayudando a alguien que empezaba desinteresadamente. Esto es importante que lo sepa todo el mundo.
Tal vez, quién sabe, esa manera de amar a los suyos que pude conocer tan de cerca y la forma de afinar su oficio sean la causa directa de la música clásica del futuro: su obra. Canciones como Yolanda, El breve espacio en que no estás, Si ella me faltara alguna vez o Yo no te pido causarán abrazo y madurez, cambios de vida y vuelta. Pues pocos, muy pocos a lo largo de la historia han estado tan eternamente cerca de la excelencia.
Babelia
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