La doble cara del marqués de Santillana
El Museo del Prado inaugura una exposición dedicada a Íñigo López de Mendoza, donde se muestran 23 joyas bibliográficas y pictóricas propiedad del noble
Íñigo López de Mendoza (1398-1458) mostraba doble cara en muchas de las facetas de su vida diaria: desenvainaba sin temor la espada en guerras sucesorias, pero a la vez imitaba con sus sonetos y serranillas a Dante o a Petrarca; pero, sobre todo, como destaca la exposición El marqués de Santillana. Imágenes y letras (del 4 de octubre al 8 de enero el Museo del Prado), combinaba su pasión por los libros con su adoración por el incipiente arte pictórico prerrenacentista que llegaba de Europa. Para ampliar su biblioteca del palacio de Guadalajara, este noble culto y poderoso, se valió de numerosos agentes y redes de intercambio que le permitieron entrar en contacto con los grandes centros de producción de manuscritos y competir así con otros adinerados aficionados, como Alfonso el Magnánimo (1396-1458), Íñigo Dávalos (1414-1484) o Nuño de Guzmán (1405-1467). Para cubrir los muros del desaparecido hospital de San Salvador de Buitrago, una institución caritativa que fundó para salvar su alma, se buscó un compañero de aventuras: el pintor Jorge Inglés, que le proporcionó tres conjuntos pictóricos: el Retablo de los Gozos de san María, dos trípticos de santos caballeros y otro de humildes franciscanos.
Dice el director del Prado, Miguel Falomir, que Santillana fue el introductor del humanismo italiano en España, del que un total de 23 obras que representan esas ansias por el conocimiento se pueden admirar en la pinacoteca desde hoy: tablas, manuscritos, óleos, retablos, cartas... De su lado bibliófilo, se exponen cancioneros, manuscritos castellanos o libros de historia, como La Historia d’Alexandro Magno, una traducción al italiano de un clásico latino, el Libro de Alexandre, una de las primeras obras literarias escritas en castellano o El manuscrito de la Florita, una enciclopedia de estilo moralizante. La cooperación de la Biblioteca Nacional, que cuenta con 63 obras de la baldas del marqués, ha resultado fundamental para recrear y mostrar lo que el aristócrata tanto buscaba por Europa.
Del arte pictórico que amaba, destaca el citado Retablo de los Gozos de Santa María, donde se distingue la figura orante del marqués, tantas veces reproducida, y de su esposa, Catalina Suárez de Figueroa, así como un hipnotizante San Jorge y el dragón, de Jorge Inglés, y que ha sido cedido por The Leiden Collection para la exposición.
El historiador polaco Chales Sterling (1901-1991) dejó escrito que hay múltiples afinidades entre el Retablo de los Gozos y el san Jorge, a pesar de que uno es una tabla de 497 por 463 centímetros, donde se representa a los marqueses rodeados de santos y ángeles, y el otro un alargado óleo de 169 por 87 centímetros donde solo se ve al santo clavando una lanza a la desdichada bestia. Únicamente acudiendo al Prado ―sala 57―, el visitante podrá encontrar las similitudes. Una pista. Sterling escribió que las coincidencias giran en torno a los rostros y las armaduras, pero no deben de ser las del pobre dragón.
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