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Alphonse Mucha: el gran cartelista del ‘art nouveau’, pero también bohemio, místico y filósofo

Una exposición en la Galería Nacional de Praga exhibe la colección de la familia del creador para delimitar mejor su figura y sacar a luz facetas normalmente ignoradas

Alphonse Mucha exposicion Praga
Autorretrato de Mucha en su estudio de Bohemia, trabajando en un cuadro de su serie 'La épica eslava'.MUCHA FOUNDATION
Sergio C. Fanjul

Fue uno de los primeros exponentes del art nouveau en el flamante París modernista, donde la cultura y el progreso florecían, y aunque su trabajo más conocido sea en forma de carteles (que muchas veces ocupan, aún hoy en día, las paredes de teterías con ínfulas bohemias o pisos de estudiantes), su obra incluye grandes lienzos, esculturas o diseños. Más allá del artista, se esconde la figura de un místico, masón para más señas, y un hombre con hondas preocupaciones filosóficas. En su faceta política defendió la libertad de los checos frente al dominio de los Habsburgo y, en sus últimos trabajos, como la Épica eslava, soñó con una quimérica unión de todos los pueblos eslavos por el progreso de la especie humana. Una exposición en la antigua caballeriza del castillo de Praga (actualmente parte de la Galería Nacional) reúne más de 200 piezas de la colección de la familia de Alphonse Mucha (Ivančice, Moravia, 1860-Praga, 1939) para delimitar mejor su figura.

“El objetivo de la exposición es mostrar las obras de mi abuelo y cumplir uno de los objetivos de la Fundación Mucha: dinamitar la idea de que era un simple afichista, porque era mucho más. Queremos celebrar su posición como checo, europeo y ciudadano del mundo. Y mostrar que era un gran pintor, sí, pero también un filósofo”, explica John Mucha, nieto del artista y presidente de la citada fundación. En ocasiones, Mucha ha sido acusado de publicista superficial, de practicante de meras artes decorativas o exponente del mal gusto doméstico. Una caricatura de un modernismo anquilosado antes de la explosión de las vanguardias. Aquí se trata de medir las otras profundidades del artista.

Serie 'Las estaciones', de Alphonse Mucha, característica de su época parisina.
Serie 'Las estaciones', de Alphonse Mucha, característica de su época parisina.Fundación Mucha

En la muestra se pueden ver las obras de Mucha, ya sea en forma de póster o lienzo, retratos de la familia realizados por el propio artista, fotografías, escritos e incluso joyas familiares diseñadas por Alphonse. Su fama había eclosionado en el París fin-de-siècle, donde Mucha se había mudado para buscarse la vida, atraído por la rutilante capital de la cultura de la época y donde trabó amistad con figuras indelebles como el pintor Paul Gauguin o el escritor August Strindberg, parte de una comunidad bohemia que se reunía alrededor de la cremería de Madame Charlotte.

“Era la primera vez que el arte no estaba reservado para ricos y aristócratas, sino que se encontraba en pósteres por las paredes”, dice John Mucha. En París, los carteles, como forma que mezclaba la publicidad y la expresión artística, habían tomado buena parte del espacio público generando una nueva cultura visual, pero a la célebre actriz Sarah Bernard no le gustaban los diseños para los anuncios de su nueva obra Gismonda. Así que el impresor Lemercier, desesperado, llamó a Mucha porque todos los ilustradores estaban fuera por Navidad.

“Cuando el impresor vio el trabajo de mi abuelo, se quedó en shock”, explica el nieto, “su trabajo se hizo tan famoso que en Francia el art nouveau se llamó estilo Mucha antes de la creación del término”. Un estilo muy elegante que combinaba lánguidas y finas figuras femeninas de aires mitológicos, la inspiración de la naturaleza y de la mezcla de culturas (celta, japonesa, gótica, griega…), la composición armoniosa o una paleta de apagados colores pastel. Se usó para anunciar no solo obras teatrales, sino también papel de fumar, licores, cervezas, champán, galletas y hasta bicicletas. Mucha fue empleado por el impresor Champenois, que le contrató con un sueldo fijo mensual que le proporcionó la estabilidad que ansiaba.

El artista se convirtió en una gran celebridad y su estética, que también fue la del art nouveau, se difundió mediante eventos de alcance mundial como la Exposición Universal de París de 1900. “Su fama fue equiparable a sumar a los Rolling Stones y los Beatles en los años 60″, bromea el nieto. Así se demostró en los titulares y el recibimiento que encontró a su llegada a los Estados Unidos, donde enseñó de forma regular en el Instituto de Arte de Chicago, realizó multitud de pósteres y trabajó para otras actrices célebres del otro lado del charco, como Leslie Carter y Maude Adams.

John Mucha, nieto del artista Alphonse Mucha y presidente de la Fundación Mucha.
John Mucha, nieto del artista Alphonse Mucha y presidente de la Fundación Mucha.Jana Jabůrková, Jiří Turek (Fundación Mucha)

En la Checoslovaquia comunista se generó la idea de que Mucha era decadente, burgués, sin ningún valor. El hijo de Alphonse y padre de John, Jiří Mucha, fue encarcelado tras ser acusado de espionaje (según su hijo, falsamente), pero la familia consiguió mantener el legado y reunir más obras en manos de otros coleccionistas. “Donde hemos podido comprar obras, las hemos comprado, y gastamos una fortuna en la conservación”, explica el presidente de la fundación, cuya vida laboral sucedió en la banca internacional londinense. El interés por Mucha creció en el Reino Unido de los sesenta, con la vuelta del art nouveau, la llegada del flower power y una gran exposición en el Victoria and Albert Museum de Londres, y acabaría influenciando a corrientes como el pop, el cómic o el manga japonés. Fue cuando el hijo de Mucha pudo empezar a organizar muestras por todo el mundo y crear la fundación.

Misticismo y bohemia

La amistad con Strindberg, en sus primeros compases en el París bohemio de los artistas y poetas, fue la que introdujo a Mucha en el mundo de lo místico, pues el escritor sueco estaba interesado en las facetas ocultistas de la teosofía, una especie de religión esotérica, sincrética y alucinada creada en el XIX por madame Blavatsky, que gozaba de amplio predicamento (a finales del XIX las sesiones de espiritismo eran divertimento común para parte de la burguesía). Las conversaciones con Strindberg le inspiraron la noción de las “fuerzas misteriosas” que guían las vidas de las personas, y que aparecen en algunas de sus obras.

“El misticismo fue muy importante para él y hay numerosas fotografías donde se aprecia la cantidad de temas místicos en los que estaba involucrado y sobre los que diseñó”, explica su nieto, “eso le llevó a convertirse en masón”. En 1898 Mucha ingresó en logia masónica del Gran Oriente francés y se empapó de sus creencias e intrincados y visuales rituales. El artista llegó a la conclusión de que en la especie humana se radicaban tres virtudes: la belleza, la verdad y el amor. A su regreso a casa, tras la formación de Checoslovaquia en 1918, Mucha no solo diseñó algunos de los primeros sellos y billetes del nuevo Estado, sino que contribuyó al asentamiento de la masonería en aquel país, donde había sido perseguida por los Habsburgo, y colaboró a la causa con multitud de ilustraciones y diseños. Parte de la obra espiritual de Mucha se puede ver en el libro ilustrado Le Pater, publicado en 1899 y considerado una obra maestra del simbolismo.

Detalle de la exposición 'Mucha: the family collection', en la Galería Nacional de Praga
Detalle de la exposición 'Mucha: the family collection', en la Galería Nacional de PragaJana Jabůrková, Jiří Turek (Fundación Mucha)

Con la que consideraba su obra definitiva, la serie de 20 grandes lienzos llamada Épica eslava, Mucha aspiraba a unir espiritualmente a los pueblos eslavos y quería poner de relieve al arte como forma de diseminar ideas filosóficas, y como motor de progreso, paz y hermandad. Uno de sus grandes proyectos finales de corte filosófico, iniciado en 1936, cuando se acercaba la Segunda Guerra Mundial, fue la idea de un gran monumento para la humanidad, un tríptico que incluía La Era de la Razón, La Era de la Sabiduría y La Era del Amor, y que nunca fue más allá de los bocetos preliminares. “Era la última destilación de su filosofía artística, de aquello que quería expresar”, explica el presidente de la fundación.

Razón, sabiduría y amor: los tres atributos principales que Mucha veía en el ser humano. La historia del siglo XX, plagada de guerras que implicaban a los pueblos eslavos, le llevó la contraria: su querida Checoslovaquia, cuya independencia solo duró dos decenios, cayó sucesivamente en manos del nazismo alemán y del comunismo soviético. “Cuando llegaron los nazis lo tuvo todo en contra: era eslavo, era un Gran Maestre de la masonería y era un gran artista nacional”, recuerda su nieto. Mucha fue de los primeros detenidos por la Gestapo en Praga. Falleció poco después de neumonía, el 14 de julio de 1939, a solo diez días de cumplir los 79 años.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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