Aurora Luque logra el Premio Nacional de Poesía
La autora almeriense recibe el galardón del Ministerio de Cultura y Deporte, dotado con 20.000 euros, por el libro ‘Un número finito de veranos’
El verano de 2022 sonríe a la almeriense Aurora Luque, que en agosto cumplió 60 años. Por un lado, acaba de ganar el Premio Nacional de Poesía, dotado con 20.000 euros, por el libro Un número finito de veranos (Milenio). Por otro, el mundo antiguo está de moda, algo que para una profesora y traductora de griego no deja de ser una “gozosa paradoja” visto el creciente “desprecio” por las lenguas clásicas en los planes de estudio.
En su caso, la creación, la traducción y la divulgación han ido siempre de la mano. Desde que en 1989, con 27 años, recibió un accésit del Adonais por Problemas de doblaje, su obra ha formado parte de las antologías clave de su generación mientras sus libros iban recibiendo el fervor del público, el plácet de la crítica y los premios más prestigiosos del género, incluido el Loewe en 2019 por Gavieras.
Frente al uso erudito y culturalista de las fuentes clásicas por parte de poetas anteriores, su visión vitalista de Grecia y Roma dio lugar a una poesía que rompe las fronteras entre la biblioteca y la discoteca, el tabernáculo y la taberna. “Nunca he separado lo vivido y lo leído”, explica por teléfono desde Málaga, la ciudad en la que vive. “Para mí es tan cotidiano leer un epigrama de la Antología Palatina como tomar unos vinos con los amigos. Todo es experiencia. Nunca debió separarse lo uno de lo otro”. Y señala a otro poeta de su generación, Juan Antonio González Iglesias, catedrático de latín en Salamanca y autor de títulos fundamentales de la poesía reciente como Esto es mi cuerpo o Un ángulo me basta, como ejemplo de relación entre vida y cultura: “Su actualización del Arte de amar de Ovidio demuestra todo lo que el eros tiene de subversivo frente al poder”.
Traductora de Safo y asesora del espectáculo dedicado a la poeta de Lesbos que Christina Rosenvinge, Marta Pazos y María Folguera estrenaron en el pasado festival de Mérida y que el próximo día 29 llega a los Teatros del Canal de Madrid, Aurora Luque recuerda su propio caso, el interés de los jóvenes por la obra de Anne Carson, premio Princesa de Asturias de las Letras, el éxito de Mary Beard o “ese regalo que es Irene Vallejo” para ilustrar la vigencia de la Antigüedad. “¿Por qué ahora? Tal vez porque ahora estamos creando, en activo, quienes recibimos en su día una formación clásica sólida gracias a grandes maestros y maestras. Eso nos permite leer los textos originales y, por qué no, robar ideas para nuestras propias obras. Visto el desdén del sistema educativo por ese mundo, la conexión de las generaciones futuras será menos íntimo. De entrada, no pasará por el conocimiento directo del griego y el latín”. No obstante, destaca la abundancia de traducciones y ediciones: “Antes había una versión por libro, ahora hay decenas, y muchas accesibles, baratas, en bolsillo”.
Desde el punto de vista del público, Luque aporta dos claves, “una feliz y otra infeliz”, para explicar el interés popular por los mitos del Mediterráneo, el mar del que nunca se ha separado: “Nunca he vivido a más de 40 kilómetros”. La infeliz tiene que ver con la pandemia, que “impuso un tiempo de lentitud y reflexión sin la ansiedad de la actividad frenética, algo sobre lo que los clásicos tienen mucho que decir todavía”. No le extraña que las Meditaciones de Marco Aurelio, el emperador estoico, fuera uno de los libros más vendidos durante el confinamiento. La clave feliz está relacionada con la revolución feminista: “Llevamos años educándonos en la igualdad y hemos conseguido rescatar a una Safo más cercana a la mujer original, alejada por fin de la leyenda romántica. Además, el gusto actual por el formato breve juega a favor de una obra fragmentaria como la suya”.
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