Los sapos de Vetusta: los años gloriosos de la movida de Oviedo
Un documental y un libro de testimonios iluminan lo que fue una década prodigiosa en la capital asturiana
Todos los guajes asturianos conocen al menos el inicio de La Regenta: “La heroica ciudad dormía la siesta”. Y seguía Leopoldo Alas, Clarín: “Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida”.
Y puede que así de letárgica fuera Vetusta en el XIX, pero en el siguiente siglo Oviedo viviría abundantes momentos dramáticos y hasta una década de notable esplendor cultural en lo que llamamos —por falta de mejor etiqueta— los años de la movida. Que sí, que hubo una movida ovetense, si hemos de creer lo que se retrata en el documental Más moderna que Londres y en el libro Generación 80, que han coincidido estos días.
La película ya ha tenido algún pase en público y se estrenará en Radiotelevisión del Principado de Asturias después del verano. Sus autores, Carlos Navarro e Iván Martínez, mantienen un tono risueño (el título mismo tiene mucho de broma privada). No abundan las recriminaciones ni se detectan a los temibles expendedores de certificados de modernidad. De todos modos, está presente Enrique Bueres para quitar la farfolla.
Los escépticos dictaminarán que fue una voluntariosa réplica de la movida madrileña y/o una consecuencia de las actividades promovidas por la Fundación de Cultura del Ayuntamiento. Ya conocen el proceso: multiplicación de bares y locales nocturnos, surgimiento de grupos que inicialmente se difundían a través de maquetas, abundancia de iniciativas en teatro, danza, artes plásticas, moda, unas ideas que funcionaban tanto juntas como separadas.
Con una particularidad que crearía cantera: la principal emisora en FM, Radio Asturias, reservaba sus horarios nocturnos a programas especializados, un inteligente concepto que se mantuvo hasta tiempos recientes. Sus vicisitudes son el punto de partida para Generación 80 (Impronta), el libro donde Toño Suárez entrevista a 14 de aquellos pioneros. Muchos atribuían su “rabiosa actualidad” sonora e indumentaria a las frecuentes visitas a Londres. En realidad, eran militantes que no dejaban pasar ni una. Por ejemplo, Valentín Santamaría (La hora rock) denunciaba los patinazos de Chema Rey o Julián Ruiz, hermanos mayores de la radio madrileña.
La segunda mitad del texto de Suárez está consagrada a proyectos extra radiofónicos: el club de moda (La Santa Sebe), la librería en la onda (La Palma), el intermitente festival de jazz, las discográficas, la conversión de la obra de Clarín en un espectáculo de danza contemporánea (Los sapos de Vetusta).
Y los misterios. Aparte de Los Ilegales, los grupos asturianos de los ochenta no prosperaron. Por el contrario, abundaron las desdichas: desde la muerte prematura del nunca bien comprendido Tino Casal hasta la lenta agonía del grupo tal vez más sólido y elegante, Los Locos, que pasaron por cuatro discográficas, locales y nacionales, sin causar impacto.
Quizás todo fue una fantasía, hoy calcificada en la industria hostelera. Quizás aquello no pasó de un tanteo, que permitió que el siguiente intento asturiano, el llamado Xixón Sound, funcionara satisfactoriamente. Recuerden: entre Oviedo y Gijón solo hay 25 kilómetros de distancia, a vuelo de águila.
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