El viaje entre algodones del primer libro impreso en España
El único ejemplar del primer incunable del país, fechado en 1472, es trasladado con protección policial desde la catedral de Segovia a la Biblioteca Nacional de España para la exposición ‘Incunabula’
El obispo de Segovia Juan Arias Dávila no podía imaginar cuando mandó imprimir a Juan Párix de Heidelberg las actas del sínodo que se había celebrado en la villa de Aguilafuente (Segovia) del 1 al 10 de junio de 1472 que, al cabo de los siglos, fueran tratadas con tanto mimo y protección. El que es considerado el primer libro impreso en España y en castellano, reinando Enrique IV, fue trasladado este lunes desde la catedral de Segovia hasta la sede de la Biblioteca Nacional de España (BNE) en Madrid, donde estará expuesto desde el jueves hasta el 23 de julio como parte de la muestra Incunabula: 550 años de la imprenta en España, junto a una variada representación de incunables conservados en los fondos de la BNE.
El incunable, conocido como el Sinodal de Aguilafuente, siempre ha permanecido en el archivo catedralicio, en un lugar que muy pocos conocen y que va cambiando cada cierto tiempo por motivos de seguridad. En el mismo lugar se conserva el manuscrito original, en el que se pueden percibir huellas de haber servido para la impresión. El libro es pequeño, tiene 48 hojas, y ha sido asegurado en ocho millones de euros para su traslado, que serían pagados por el Estado en caso de una posible indemnización por su destrucción, pérdida, sustracción o daño.
Los preparativos del traslado tuvieron su liturgia en la sacristía de la catedral segoviana en presencia del deán, Ángel García Rivilla, los dos comisarios de la muestra, María José Rucio Zamorano (jefa del servicio de Manuscritos e Incunables de la BNE) y Fermín de los Reyes (profesor de Patrimonio Bibliográfico de la Universidad Complutense de Madrid), así como del restaurador de la BNE Arsenio Sánchez Hernampérez. Previamente, el técnico archivero Bonifacio Bartolomé, sin ser observado por nadie, había sacado el incunable de su lugar secreto. Los técnicos de la empresa especializada contratada para su traslado lo introdujeron en una caja forrada de madera y atornillada después, precintada con una numeración, ignífuga y adaptada especialmente al tamaño exacto del ejemplar, al que meses atrás se le habían tomado las medidas. Según Sánchez Hernampérez, el libro se embaló en la propia catedral para que se mantuvieran sus condiciones habituales de temperatura y humedad en el interior de la caja.
Antes de que el deán firmara las actas de entrega se realizó un análisis exhaustivo del estado del ejemplar, que se repetirá a su regreso, y a continuación la caja fue transportada hasta el camión que lo llevó hasta Madrid, escoltada ya por la Policía Nacional, uniformada y de paisano. Un coche patrulla abría el convoy de traslado, formado por otros dos coches policiales situados delante y detrás del camión.
El libro comienza con el índice de capítulos y luego hace relación de todos los asistentes al sínodo. El comisario De los Reyes relata que está compuesto a línea tirada, salvo dos fragmentos en que hay dos columnas, debido a que los representantes de Pedraza y Fuentidueña no querían aparecer relacionados uno detrás del otro. La solución fue ponerlos a dos columnas, según el profesor. Al sínodo convocado por Arias Dávila asistieron tanto eclesiásticos como representantes civiles de las villas y lugares de la diócesis segoviana. Su contenido no es excepcional, pero sí que se imprimiera: cuenta el desarrollo de la asamblea y, de paso, ofrece detalles de cómo transcurría la vida de la diócesis segoviana de la época.
El documento se dirige tanto al clero como a los laicos que participaban en la vida de la diócesis. Por ejemplo, se exige la formación del clero y el respeto en la vestimenta y el culto, y se les prohíbe llevar armas sin licencia. A los laicos se les prohíbe divorciarse sin conocimiento de la Iglesia, o tener estrados preferentes en las iglesias.
La exposición de la BNE conmemora los 550 años de la llegada de la imprenta a España (1472-2022) y, hasta la fecha, el sinodal es el libro que marca ese inicio. La muestra explica cómo eran los incunables (que son todos los libros que se imprimieron hasta 1500), cómo se hacían la impresiones en aquella época e incluso exhibe una réplica de una imprenta del siglo XVII procedente de la Imprenta Municipal de Madrid. También describe cómo fue la transición del manuscrito al impreso, con muestras de un códice, de un libro xilográfico y del primer impreso de la Biblioteca Nacional, el Catholicon, de 1460, tal vez salido de las prensas de Gutenberg, según Fermín de los Reyes. Se exponen además el primer libro español de música (1492), el primer libro ilustrado (Fasciculus temporum, 1480) o el mapamundi de la Cosmographia de Pomponio Mela (1498). También la Gramática de Nebrija (1492), libros médicos, litúrgicos, literarios o jurídicos, una representativa muestra del conocimiento de entonces.
Babelia
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