Lina Tur Bonet, la plenitud de lo mínimo
El concierto en el Centro Nacional de Difusión Musical demuestra ampliamente que la violinista no le tiene miedo a nada
El concierto de anoche del CNDM (Centro Nacional de Difusión Musical) unía a los dos artistas residentes en su presente temporada, la violinista Lina Tur Bonet y el compositor Mauricio Sotelo. Para el compositor era, además, un nuevo encargo de su presente residencia. Pero, para la violinista, el desafío era mayor, ya que salía de su zona de confort de la música antigua y se confrontaba con paisajes más complejos y áridos, con un público de características muy distintas y menos amables que los de la música antigua.
Lina Tur Bonet ha demostrado ampliamente que no le tiene miedo a nada, que sus recursos y calidades desbordan todas las fronteras. La cita de ayer era una piedra de toque para calibrar si, además de cubrir músicas con cuatro siglos de distancia en diálogo apasionado, podía concertar a un público menos homogéneo y más complicado que el de conciertos tradicionales. El desafío era enrevesado y quizá ello explique algunos excesos pretendidamente didácticos, como, por ejemplo, una introducción dialogada entre ambos artistas residentes seguramente innecesaria, unos textos poéticos proyectados que poco aportaban, la presencia de una viola d’amore en dos improvisaciones prescindibles…
Dicho esto, el contenido del concierto tenía mucha enjundia: seis compositores contemporáneos, con dos estrenos, en alternancia con cinco creadores, grandísimos maestros del violín, mayoritariamente del siglo XVII. Con ello, Tur Bonet afirmaba que ese siglo es, para ella, la centuria mágica de su instrumento y hace bien en reivindicarlo. El concierto comenzaba con una tontería y concluía gloriosamente con una marca de la casa, la Passacaglia de Biber, donde la virtuosa que es Tur Bonet ponía a todos de acuerdo. La tontería es, a mi juicio, interpretar las Disminuciones sobre ‘Vestiva i colli’ de Palestrina, de Francesco Rognoni acompañada por un bajo continuo grabado y escuchado electrónicamente.
A partir de ahí, Tur Bonet convirtió cada fragmento antiguo en una palanca para relanzar el interés del concierto.
El eslabón delicado de la sesión era ver cómo se comportaban las piezas contemporáneas y constatar la coherencia del todo. La elección de compositores actuales merece todo el aplauso. Sánchez Verdú y su Melancholia ya era familiar para Tur Bonet. Sotelo mostraba pieza obligada. De los clásicos, solo elogios merece su versión de dos piezas del húngaro György Kurtág correspondientes a su colección de Signos, juegos y mensajes (¡qué bueno es Kurtág, por cierto!), y la finlandesa Kaija Saariaho. Hasta aquí era imposible fallar cuando se posee el dominio del instrumento y la musicalidad de Tur Bonet. Quedaban dos autores. La más joven, Clàudia Baulies (1994), auténtica milenial y una voz muy estimable para el futuro, era la tapada del concierto; muy sugestiva su pieza y anuncia una personalidad a seguir. La primera pieza contemporánea de la sesión, y también estreno, era los Five haikus for Lina, de Josep Maria Guix, un compositor por el que siento debilidad, me gusta mucho su trabajo y su actitud, discreto, austero y centrado siempre en una poética apenas minimalista, pero en todo momento cargada de sensibilidad y poesía. Su estreno de ayer me confirma todos esos valores y que sigue siendo un tipo estupendo, una alegría volver a verlo allí.
Queda, por último, referirse al estreno encargo de la noche, la pieza de Sotelo De celeste y oro, para violín con scordatura. Me gustó bastante que Sotelo se reencuentre con un cierto lirismo y una calidez que dejaba en trasfondo en su etapa vienesa. Creo, eso sí, que no le benefició el troceado de la obra para alternar con la Partita nº 5 de Vilsmayr. Quizá esta y otras decisiones echaran arena en el desarrollo de un concierto en el que Tur Bonet puso enormes dosis de magisterio musical, valentía y generosidad. Ella es demasiado grande para hablar de un desliz y alcanzó un éxito muy superior al que se logran en estos conciertos; pero es un síntoma de que, como decía al principio, el público de lo contemporáneo está cargado de rarezas que hay que conocer.
Ficha técnica
Lina Tur Bonet, violín. Programa: Obras de Francesco Rognoni, Josep Maria Guix, Nicola Matteis, György Kurtág, Thomas Baltzar, Clàudia Baulies, Kaija Saariaho, Johann Joseph Vilsmayr, Mauricio Sotelo, José María Sánchez Verdú, Heinrich Ignaz Franz von Biber. CNDM. Series 20/21. Auditorio 400. Museo Reina Sofía. Madrid.28 de marzo.
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