‘Galopa y corta el viento’: la historia de amor entre un ‘abertzale’ y un guardia civil que Eloy de la Iglesia no logró rodar
En 1981 el director de ‘El pico’ y Gonzalo Goicoechea escribieron un guion que hubiera supuesto una película rompedora. Ahora el libreto se publica en una edición crítica
En 1981, España estaba para pocas bromas. El guion de Galopa y corta el viento no lo era, pero chocó por su temática con todo tipo de oposiciones. Algunas de ellas ya eran evidentes en la época, otras se han desvelado con el tiempo. Obviamente, una historia de amor entre un guardia civil —andaluz, casado y recién destinado al País Vasco— y un abertzale contada en una película de Eloy de la Iglesia sonaba a controversia. Y eso acabó hundiendo la producción de la película. Desde entonces el libreto dormía físicamente en la Biblioteca Nacional y solo la obcecación de la editorial Niños gratis* y de Eduardo Fuembuena, estudioso de De la Iglesia, ha logrado sacar a la luz ese guion, coescrito junto a Gonzalo Goicoechea, que ahora se publica en un volumen con un estudio crítico, otros materiales relacionados con la producción y prólogo de Eduardo Mendicutti. Galopa y corta el viento podría haber sido la gran obra de De la Iglesia, y es desde luego, como siempre advirtió el crítico Diego Galán, “el de mayor calidad literaria” de los creados por ambos cineastas.
De la decena de guiones que escribieron Goicoechea y De la Iglesia, nueve acabaron siendo películas. En 1981 ya llevaban a sus espaldas Los placeres ocultos (1977), El diputado (1978), Navajeros (1980) y La mujer del ministro (1981). Como explica Fuembuena por teléfono: “Era cine político y comprometido con los desfavorecidos que mostraba prácticamente en tiempo real lo que estaba sucediendo en la España de la Transición y que contaba con el respaldo del público”. Se alimentaban de noticias de prensa y así surgió Galopa y corta el viento: el 6 de noviembre de 1980, tres miembros de ETA militar asesinaron a tiros al policía nacional José Alberto Lisalde Ramos, granadino de 26 años, y a su amigo Sotero Mazo Fugueras, peluquero cacereño residente en Eibar, de 36 años. Ambos estaban casados y con hijos, y ETA justificó el acribillamiento a balazos de Mazo acusándole de confidente. Goicoechea, que era quien mecanografiaba los textos, y De la Iglesia elucubraron un posible amor, convirtieron al primero en guardia civil y al segundo en dueño soltero de un comercio con una hermana en ETA, y los llamaron, respectivamente, Manolo y Patxi.
“De los 49 proyectos no realizados de Eloy de la Iglesia que he documentado, algo más de una tercera parte coescritos con Gonzalo Goicoechea, este es el que estuvo más cerca de rodarse”, explica Fuembuena, autor de Lejos de aquí, monumental volumen que reconstruye las vidas de De la Iglesia y de su actor fetiche, José Luis Manzano, y que ahora mismo está en pleno proceso de transformación en serie. “Ese texto no se hizo para ser leído en papel, y además los guiones de Eloy de la Iglesia y Gonzalo Goicoechea fueron escritos para ser rodados con inmediatez”, explica el especialista, que por ello ha realizado hasta 3.000 correcciones para su publicación. La editora Paz Olivares lo define: “No es un best-seller, claro. Es un libro para un público especializado, aunque ojalá llegue a más lectores. Mi socio Weldon Penderton llevaba siete años detrás de él”.
Aunque existe un argumento ya firmado en enero de 1981, el guion acabó de escribirse en Madrid a inicios de septiembre de 1981. Es un libreto de 81 secuencias y 201 páginas para una película que superaría las dos horas. Y las fechas son importantes, porque entre medias transcurrió el intento de golpe de Estado del 23 de febrero, que pilló a De la Iglesia rodando la primera secuencia de La mujer del ministro, en el hotel Barajas en Madrid. Esa asonada aparece en la secuencia 0 de Galopa y corta el viento. En ella se superpondrían imágenes documentales del 23-F en el Congreso de los Diputados con los títulos de crédito y como música, el pasodoble Mi jaca, interpretado por Estrellita Castro. De una de las ventanas del Congreso se ve salir a varios guardias civiles muy jóvenes: uno de ellos es Manolo, “un joven de veinticinco años y su aspecto, de marcados rasgos meridionales, es muy bello. Sobre su rostro se congela la imagen”, dice el guion. En la primera secuencia ya se pasa a un féretro envuelto en una ikurriña en una iglesia parroquial en Gipuzkoa, y de ahí a una historia de amor y atracción nacida tras un par de encuentros ocasionales iniciales y la mutua afición por Estrellita Castro.
El productor iba a ser el catalán Josep Anton Pérez Giner, que le contó a Fuembuena que habría sido “la mejor y más comercial película de Eloy de la Iglesia”. El cineasta tenía tanto tirón en taquilla como oposición entre la crítica, que nunca le tuvo aprecio. Y empezaron las localizaciones. El 29 de octubre de 1981, De la Iglesia se movía entre Zumaia, San Sebastián y Zarautz, donde había nacido, cuando el diario abertzale Egin le entrevistó. En esa charla aseguró que se rodaría el siguiente mes de enero y que “la película va a ser incómoda para todos”. Fuembuena apunta ahí el inicio del hundimiento de Galopa y corta el viento: “Pérez Giner me dijo que la campaña posterior a esa entrevista de Egin que les ‘aconsejaba abstenerse de ridiculizar a un luchador abertzale’ les asustó”. En el libro se pueden ver recortes de esos artículos.
Otra posible cortapisa les podía caer desde la Dirección de Cinematografía y del Libro, enfrentada al cine de De la Iglesia. Los productores se temieron que fuera calificada S —película erótica o con violencia explícita— como El diputado y La mujer del ministro. Eso coartaba su distribución en salas. Pero esos títulos habían salido bien parados por su bajo coste. En cambio, Galopa y corta el viento iba a ser cara, con 50 millones de pesetas de presupuesto, con 42 de las 201 páginas del guion con diálogos en euskera, rodajes en exteriores en el País Vasco y aun había que pedir la colaboración de las fuerzas de seguridad del Estado. Riesgos que asustaron a los productores. “No tuvieron la calma de esperar a 1982, cuando Felipe González se convirtió en presidente del Gobierno. Los socialistas no habrían censurado este filme”, apunta el experto.
Aparcado aquel rodaje, Goicoechea y De la Iglesia escribieron Colegas (1982) y El pico (1983), de la que el director aseguró en su presentación: “El pico ha nacido sobre las cenizas de otro filme que jamás llegué a rodar, Galopa y corta el viento”. En 1985 rehicieron el guion para encarar de nuevo su posible realización. Pero la política cinematográfica del Ministerio de Cultura fue a la contra del proyecto, porque ya había dimitido Pilar Miró, que respetaba a De la Iglesia, de la dirección de cinematografía. ”Y en 1986 España había cambiado mucho, después de las imágenes de los atentados sangrientos del comando Madrid. Además, ese libreto es mucho peor. Cae en el melodrama exacerbado y genera un contraste de tono que desorienta, perdiendo la unidad de tono de 1981″, explica Fuembuena. Por si fuera poco, en 1984 se estrenó La muerte de Mikel, de Imanol Uribe, amigo de De la Iglesia y que narraba una historia similar. Curiosamente, la versión de 1985 de Galopa y corta el viento estaba perdida y ahora, en el proceso de edición, ha aparecido con anotaciones a lápiz de De la Iglesia.
Fuembuena resume: “Se acumularon los infortunios, el proyecto no encontró su tiempo, se anunció demasiado su producción y los productores tuvieron demasiadas cautelas. La película habría llevado a Eloy de la Iglesia a otra liga, sobre todo internacional. Le habría acercado a la obra de, por ejemplo, Gillo Pontecorvo o Pasolini”.
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