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Brillantina, calentadores, fantasmas, ‘drags’, cardados y canciones bajo la lluvia: maratón de musicales de Madrid a Barcelona

Una avalancha de nuevas producciones que reviven grandes éxitos del pasado como ‘Fama’, ‘Grease’, ‘Ghost’ o ‘Tina’ reactiva el género en España

Ivan Lavanda, en la escena más emblemática de 'Cantando bajo la lluvia'.
Raquel Vidales

La Gran Vía madrileña era una fiesta el pasado puente del Pilar. Buen tiempo, tiendas abarrotadas, aforo libre en los bares y multitud de turistas como antes de la pandemia. Muchos de ellos con el claro objetivo de ver alguno de los musicales que por fin han vuelto a representarse en el llamado Broadway español o en otros teatros especializados en el género tras el largo parón por la covid. Lo han hecho prácticamente todos en el último mes, tanto en Madrid como en Barcelona, como si un árbitro invisible hubiera dado el pistoletazo de salida: Tina, Grease, Ghost, Kinky Boots, The Full Monty, A Chorus Line, We Will Rock You, Cantando bajo la lluvia, Fama y Billy Elliot, además del regreso del incombustible El rey león, alguno que viene del verano, como Golfus de Roma, y otros espectáculos más cabareteros, como The Hole X o Wah.

La avalancha genera estrés entre los entusiastas de los musicales. También ellos parecen haber estado esperando el pistoletazo de salida, pero las entradas de este tipo de espectáculos no son precisamente baratas y pocas carteras son capaces de digerir tanta oferta nueva de golpe. En cualquier caso, por ahora no están faltando espectadores. Teatros inmensos de hasta 1.500 butacas están llenos cada día y la preventa va como un tiro.

En las colas de entrada se respira excitación. Los adictos al género se han lanzado en plancha a comprar entradas y se han apresurado igualmente los amantes del revival. Aquellos que crecieron viendo la serie Fama o que alucinaron con la película Grease. Esos otros que cada vez que echan Ghost en la tele no pueden evitar verla de nuevo y los que se saben de memoria las canciones de Cantando bajo la lluvia. Por supuesto, también los fans de Tina Turner o Queen. La cartelera de este año parece estar pensada para ellos. Es un tipo de público que no quiere sorpresas, sino que le den exactamente lo que espera encontrar. Para revivir tiempos felices de antes de la pandemia o tal vez solo para escuchar en directo una vieja canción que le emociona. El propio personaje de Vince Fontaine, el locutor de radio que dirige el concurso de baile en el que participan los protagonistas de Grease, lo explica en un parlamento añadido en la versión que se acaba de estrenar en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid: “Un día estás en el instituto con tus amigos, con tus amores. Cierras los ojos, los vuelves a abrir y de pronto han pasado 20 años y tu vida ha cambiado tanto que ya ni te reconoces. Lo que sí reconoces es la música que bailaste y cantaste a todo pulmón”.

Un momento del musical 'Tina'.
Un momento del musical 'Tina'.Manuel Harlan

Esa es una de las razones que explican la gran popularidad que ha ido cobrando el género en España. Un ejemplo elocuente es Tina, el musical que repasa la vida y las canciones de Tina Turner, estrenado en 2018 en Londres y replicado ahora en el teatro Coliseum de la Gran Vía de Madrid. En la función de noche del 11 de octubre, en pleno puente del Pilar, ya en el vestíbulo se veía que la mayoría se sabía sus canciones de memoria. Mucha pareja cincuentona, grupos de amigos con ganas de olvidar la pandemia, estampados de leopardo y algún cardado espectacular en homenaje a la cantante.

En cuanto se apagan las luces se oyen unos acordes que sus devotos saben reconocer enseguida como el arranque de The Best, uno de sus grandes éxitos, mientras sube el telón y se ve de espaldas su icónica silueta con pelazo de leona y minifalda, como si estuviera a punto de empezar un concierto. El espectáculo apenas ha comenzado, pero los espectadores pasan de cero a cien en segundos, estallan en aplausos y se contienen para no bailotear demasiado en las butacas. Pero es una falsa alarma. Cae el telón y al subir de nuevo aparece la protagonista de niña cantando en la iglesia de su pueblo. Rebobinamos para conocer su dura infancia, cómo conoció a Ike Turner y cómo este la maltrata en algunas escenas bastante explícitas. Así que cuando ella se rebela por fin, los espectadores lanzan otra salva de aplausos. En toda esta primera parte no se escuchan sus canciones más conocidas, sino los de su etapa con Ike y además traducidos al español, por lo que se percibe cierta ansiedad entre el público por pasar de la Tina sometida de los tiempos del soul a la estrella de rock dueña de su destino. Esa es la que quieren ver. Eso llega después del descanso. La artista se reinventa, trabaja su nuevo estilo y todo va in crescendo, hasta que llega el gran momento que nos devuelve al principio: The Best, ahora sí, en inglés con la banda encima del escenario y la poderosa voz de Astrid Jones, que se alterna en el papel con Kery Sankoh. Bises, catarsis y todos en pie en el patio de butacas. Los fans se van felices y amando todavía más a su diva.

Chicos duros renovados

Volviendo a Vince Fontaine: “Ay, quién pudiera volver a tener 18 años y disfrutar, vivir e ilusionarse como lo hacen ellos. Pero, a lo mejor no hace falta, ¿no? […] Anhelas un tiempo pasado que creías mejor. Te sentías libre. Así que ¿de qué te quieres alimentar hoy? ¿De recuerdos o del pálpito que te presenta la vida cada segundo? El único momento está aquí y ahora”. Este es el espíritu que impregna el nuevo Grease madrileño, dirigido por David Serrano, artífice también del exitoso Billy Elliot, estrenado en la capital en 2017 y ahora en cartel en Barcelona. Es evidente que aquella historia de chicos duros y chicas con el cerebro aturdido por la idea del amor romántico se siente hoy desfasada, por lo que resulta muy acertada esta nueva mirada que introduce el montaje a través de la mirada entre nostálgica e irónica de Fontaine.

La escena más esperada de 'Grease', en la producción dirigida por David Serrano.
La escena más esperada de 'Grease', en la producción dirigida por David Serrano.Javier Naval

Por lo demás, Grease sigue funcionando de maravilla: la estética, las coreografías e incluso las canciones en español, muy bien traducidas y adaptadas por David y Alejandro Serrano, se intercalan con buen ritmo entre las partes habladas, y el público lo aplaude todo con entusiasmo. Hubo varios momentos apoteósicos: el baile sobre el coche en el taller mecánico con el tema Greased Lightning y, por supuesto, el final, en el que la protagonista, Sandy, se empodera y toma el mando de la relación vestida con cazadora de cuero con la canción You’re The One That I Want (Tú eres para mí, en la versión española). Quizá por eso Grease siempre fue un musical muy “de chicas”. En la función del sábado 9 de octubre (seguimos en el puente del Pilar) predominaban las mujeres y muchas de ellas parecían acompañadas de sus hijas. Quizá para que las jóvenes también guarden en el futuro un recuerdo feliz con sus madres asociado a esas canciones. Al final, bises en inglés para rematar el revival y todo el público en pie.

Catarsis colectiva

Tal vez también le habría venido bien una visión más actual a la nueva adaptación de Fama, que se representa en el teatro Apolo de Barcelona. Dirigida por Coco Comin, la producción se mantiene fiel al original estrenado a finales de los ochenta en EE UU (basado en la película de 1980 que después se convirtió en serie) y realza los números musicales frente a las partes dialogadas, con coreografías espectaculares que recorren diversos estilos de danza, muy bien ejecutadas por los intérpretes. Eso sí, cuando llega el parlamento más famoso del libreto, ese que dice “la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar”, no se oye ni respirar en el patio de butacas. Al fin y al cabo, es lo que los más fans esperaban, así como el tema principal de la película, Fame, que por supuesto se repite al final del espectáculo en inglés. Otra catarsis y público en pie.

Todo está muy bien equilibrado, en cambio, en la nueva producción de Cantando bajo la lluvia, dirigida por Àngel Llàcer y Manu Guix, recién estrenada en el Tívoli de Barcelona. Las escenas habladas, las musicales, las coreografías, las traducciones de las letras de las canciones, la escenografía. Sobresale también el trabajo de los intérpretes, que actúan con la misma naturalidad y eficacia con la que cantan y bailan, algo que no es fácil de conseguir: no siempre se alcanza la misma altura en las tres facetas. Otra gran virtud de este espectáculo es que supera la tentación de quedarse en la pura nostalgia de la película en la que se basa, protagonizada por Gene Kelly en 1952, para convertirse en una celebración del amor y de la vida a través de canciones conocidas por todos. Para cuando llega la canción bajo la lluvia entre faroles (cae agua de verdad), el público ya se ha olvidado de Gene Kelly y se dedica a disfrutar del presente. El “aquí y ahora”, que decía Fontaine. Público en pie al final de la función del 17 de octubre.

Tiago Barbosa, en el centro, en 'Kinky Boots'.
Tiago Barbosa, en el centro, en 'Kinky Boots'.

De nuevo en Madrid, saltamos en el tiempo. Kinky Boots, un título nunca visto hasta ahora en España, inspirado en la película homónima de 2005 (traducida como Pisando fuerte) y estrenado por primera vez en 2012 en Chicago. Se representa en una gran carpa instalada en el Espacio Ibercaja Delicias de Madrid. La música y letras de Cyndi Lauper, lo que ya supone un atractivo para la legión de seguidores de esta artista, pero en este caso se trata de temas poco conocidos. A pesar de ello, muchos espectadores acuden también a este musical con expectativas claras: esta es la historia de una estrella drag que inspiró a un zapatero la idea de fabricar botas de tacón que soportaran el cuerpo de los hombres, y quieren ver a una auténtica estrella drag en el escenario. Lo es Tiago Barbosa, un magnífico intérprete que en 2013 fue nombrado el mejor Simba de El rey león del mundo, que se merienda al público con su interpretación y levanta jolgorio en el patio de butacas cada vez que aparece. El montaje, que también cuenta con las mediáticas voces de Angy Fernández y Daniel Diges, se vive en general como una fiesta y los aplausos interrumpen a menudo la función.

Pero para mediático, David Bustamante. Fichado como gran reclamo en el regreso de Ghost a la Gran Vía madrileña, alternándose con el también triunfito Ricky Merino, se luce más en los momentos musicales que en las escenas dialogadas, como era de esperar. Pero no defrauda a sus seguidores: el guion sigue teniendo pegada y el público es feliz escuchando el tema estrella del montaje, Unchained Melody, de The Righteous Brothers, cantada por su ídolo.

El maratón de musicales podría seguir con El rey león, si es que queda alguien por verlo después de 10 temporadas en cartel. O la producción de Antonio Banderas de A Chorus Line, recién aterrizada en Madrid tras su estreno en Málaga. The Full Monty, We Will Rock You, Golfus de Roma, A quién le importa, La llamada (otro incombustible), el nuevo Billy Elliot de Barcelona, El guardaespaldas y hasta uno que revive a Whitney Houston en holograma. Hay para todos los gustos. El periplo que narra este reportaje se alargó un mes y no dio para abarcar tanto.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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