Juan de Borgoña se escondía debajo de burdos repintes y purpurinas
La restauración del retablo del siglo XVI de la iglesia de la Santísima Trinidad de Alcaraz, en Albacete, saca a la luz ocho excepcionales tablas del pintor renacentista bajo unas anodinas pinturas barrocas
Los 1.300 habitantes de la ciudad albacetense de Alcaraz siempre presumen de tener una de las plazas más bellas de España, en cuya construcción participó en el siglo XVI uno de los suyos: Andrés de Vandelvira. En ella destacan dos torres enfrentadas en altura a pocos metros de distancia. También de tener la romería más antigua del país en honor de la Virgen de Cortes, que el año que viene celebrará 800 años de su aparición a un pastor sobre una encina. Y ahora, también podrán decir que el retablo mayor de la iglesia de la Santísima Trinidad, ante al que tantas veces han rezado, conservaba, bajo unas anodinas pinturas barrocas, llenas de torpes y burdos repintes y purpurina, ocho magníficas tablas realizadas por Juan de Borgoña (alrededor de 1470-1535), considerado uno de los introductores del Quattrocento italiano en Castilla y unos de los pintores peninsulares más destacados de comienzos del siglo XVI, con trabajos como los que hizo, por encargo del cardenal Cisneros, en el claustro y la sala capitular de la catedral de Toledo, a partir de 1495.
Las ocho tablas que Juan de Borgoña realizó para Alcaraz, según los expertos que las han visto, son unas excepcionales pinturas sobre el ciclo de la Virgen María, con temas como La Anunciación, El Nacimiento y La Huida a Egipto, en las que sobresalen la calidad del dibujo, el brillo de los fondos dorados y la actitud reposada de las figuras que muestran la vinculación de Juan de Borgoña con la pintura hispanoflamenca de influencias italianas de autores como el florentino Ghirlandaio, en cuyo taller al parecer se formó hasta 1494.
Pero en el siglo XVIII, estas pinturas se taparon con yeso y luego se pintaron encima, con motivos de la vida de Jesucristo, unas obras de tonos grises verdosos de muy mala calidad. Podría haber sido peor, ya que lo normal era, por cambios de gustos, desmontar las tablas y sustituirlas por unas nuevas, acordes con la moda. Quizá los dos metros de altura y los casi 100 kilos de cada una de estas pinturas hicieran más fácil repintarlas que desmontarlas del retablo, que alcanza los 12 metros de altura.
La calidad de lo que se veía era tan mala que incluso cuando en 1999 el historiador Aurelio Pretel publicó, en uno de sus documentados trabajos sobre el pasado de Alcaraz, que entre 1505 y 1509 se realizaron varios pagos a Juan de Borgoña por pintar las tablas para un retablo y una cruz para la Trinidad de Alcaraz, todo el mundo dio por hecho que estas pinturas se habían perdido a lo largo de los siglos.
Pero ahora están volviendo a la luz tras los trabajos de restauración que comenzaron en octubre de 2020. Pablo Nieto dirige un equipo de cinco personas en su taller El Parteluz de Albacete centrado en las pinturas y el retablo. Ya han terminado cuatro: La Anunciación, El Nacimiento, La Huida a Egipto y Jesús perdido entre los doctores. Dos más están en proceso de restauración: Llanto sobre el Cristo muerto al pie de la cruz y la Epifanía. Y en las otras dos, que continúan in situ en el retablo de Alcaraz, se han realizado catas que muestran la presencia de “dorados con oro fino de altísima calidad” y de las pinturas del siglo XVI. Según Nieto, que tiene previsto concluir su trabajo en febrero, algunas de las obras han sufrido los efectos de un incendio, pero conservan entre el 70% y el 80% del original.
El historiador del arte Luis Guillermo García-Saúco, gran experto en el patrimonio eclesiástico de la provincia de Albacete, puso sobre aviso al restaurador de lo que podía aparecer bajo los repintes. Es uno de los pocos que han podido ver las tablas y destaca “su soberbia calidad, en clara consonancia con otras obras de Juan de Borgoña de Toledo, Cuenca o Ávila”. El experto compara este descubrimiento para el arte albacetense con el hallazgo en 1929 en la iglesia de Santa Catalina del Bonillo de un Cristo pintado por El Greco, presente desde entonces en las monografías de este artista.
García-Saúco también destaca la importancia de la veintena de esculturas tardogóticas realizadas a la vez que las pinturas, “con las que forman una unidad extraordinaria” en este retablo. Las atribuye a Diego Copín de Holanda, “un escultor de primer orden que, curiosamente, trabajó con Juan de Borgoña en el retablo de la catedral de Toledo en esos años”. Las mejores, para él, son las que representan a Santa Ana Triple, un Calvario y una Virgen de la Asunción; pero todas también han pasado desapercibidas por “los deplorables repintes y purpurinas que les restaban valor”.
Ramón Sánchez, párroco de la iglesia de la Trinidad, remarca que la restauración del retablo se programó para que estuviera listo para la celebración del Año Jubilar de la Virgen de Cortes, que se inauguró en agosto pasado y concluirá en septiembre de 2022. “La sorpresa o pequeño milagro ha sido que las obras originales representan un ciclo mariano completo, reforzando la vinculación de Alcaraz con su Virgen”, asegura. Para el sacerdote, “no hay duda de que estas pinturas serán un impulso para el turismo de la zona y tendrán una gran repercusión social en Alcaraz”.
Los trabajos contaban con un presupuesto de unos 148.000 euros que pagaban, a partes iguales, Junta de Castilla-La Mancha, Obispado de Albacete y la parroquia de Alcaraz con sus feligreses, mientras que el ayuntamiento de la ciudad apoya y colabora con campañas. Pero la aparición de Juan de Borgoña ha hecho subir el presupuesto y la Junta pagará los trabajos en las ocho tablas. Luego las dará a conocer en una exposición en el Museo de Santa Cruz de Toledo y más tarde regresarán a su iglesia de Alcaraz. García-Saúco cree, no obstante, que las tablas merecerían una presentación más destacada, “incluso en El Prado”, ya que considera que son obras que “pasarán a formar parte de la historia del arte español”. De hecho, el museo de Madrid cuenta con tres obras de Juan de Borgoña, aunque solo una, La Magdalena y tres santos dominicos, tiene unanimidad de los expertos en la autoría de este pintor.
Emperadores, arquitectos y alfombras
La ciudad albacetense de Alcaraz lucha por conservar su patrimonio y dar a conocer su rica historia llena de personajes ilustres, como los que vivieron en el siglo XVI, aparte de Andrés de Vandelvira, uno de los mejores arquitectos renacentistas de España. Entre ellos el filósofo Miguel Sabuco y su hija Oliva, autores (no se sabe si el padre o la hija) de la Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre, y el humanista pedagogo Simón Abril, entre otros. Una ciudad siempre agraciada por la monarquía de los Austrias desde que en 1526 el emperador Carlos I nombrara a su mujer, Isabel de Portugal, señora de Alcaraz. Antes la fama de esta ciudad se la daban las alfombras realizadas con “el nudo español”, que hoy son piezas cotizadas en subastas y que pueden verse en museos como el Metropolitan de Nueva York, el Victorian & Albert de Londres o el Arqueológico Nacional de Madrid.
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