El palacio del Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda amenaza ruina
Una parte del edificio, pionero del neomudéjar español que hoy sirve de sede del Consistorio, languidece abandonada desde hace décadas
Antonio de Orleans pudo conformarse con un simple cuarto de maravillas, esa sala en la que los nobles del siglo XIX saciaban sus anhelos de pompa exhibiendo piezas exóticas recogidas por todo el mundo. Pero él, hijo del caído rey francés Luis Felipe I e intrigante cuñado de la reina española Isabel II, quiso mucho más. Colmó su hedonismo cosmopolita con la construcción de un palacio en Sanlúcar de Barrameda, un capricho extravagante de 6.592 metros cuadrados de eclécticos salones, envueltos con una fachada neomudéjar tan singular que no tiene dos ventanas iguales. En la década de 1860 el palacio se convirtió en el primer ejemplo de ese estilo en España, tal y como defiende la historiadora del arte Ana Gómez Díaz-Franzón. Pero esto no ha evitado que el edificio, hoy sede del Ayuntamiento, esté parcialmente “al borde de la ruina”, según denuncia la asociación Hispania Nostra, tras incluirlo en su Lista Roja del Patrimonio.
El Palacio de Orleans-Borbón de Sanlúcar es la última incorporación a ese catálogo de casi un millar de bienes culturales españoles en peligro, aunque su situación de decadencia dista mucho de ser nueva, pese a estar incoado desde 2002 como Bien de Interés Cultural. En los años 90 se acometieron trabajos de rehabilitación en dos de los tres edificios que componen el complejo, y así el abandono se ha cebado en un tercer espacio que quedó pendiente. Justo esa es la zona que alberga la llamada Biblioteca Egipcia, otro de los antojos del también duque de Montpensier. Fue decorada con elementos estilísticos inspirados en el antiguo Egipto como el escudo alado que sirvió de inspiración para diseñar, en 1913, el Rokiski, emblema del Ejército del Aire.
Las fotos de la estancia y otras salas en la misma zona —difundidas por el grupo municipal de Izquierda Unida— muestran forjados vencidos o, directamente, perdidos; pinturas murales gravemente deterioradas; muebles abandonados y estancias repletas de excrementos de aves por la ausencia de cristales o protección en las ventanas. “Es indignante porque es la dejadez total”, explica con enfado Díaz-Franzón, doctora en Historia del Arte y especializada en el estudio del palacio.
“Llevamos registrando propuestas y peticiones sobre el edificio desde el mandato anterior, viendo cómo avanzaba el deterioro, pero no se ha hecho nada”, denuncia Carmen Álvarez, portavoz de IU en el Consistorio. El equipo de gobierno, del PSOE y Ciudadanos, reconoce que la zona clausurada del monumento se encuentra en “muy mal estado” y que esas ventanas hoy desnudas sí tenían plásticos “que se han perdido”, aunque también asegura que la denuncia tiene “una oportunidad política”. “El Ayuntamiento ni está despreocupado ni tiene abandonado el palacio. Intencionadamente, se ha mostrado la parte que no está en uso y el 60% sí lo está”, explica la misma fuente.
Las primeras estimaciones fijan entre cuatro y siete millones de euros el coste total de la rehabilitación, un importe que la entidad local dice no poder asumir. Aseguran que han conseguido arrancar a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el compromiso de recuperar un acuerdo de 2007 con el Gobierno de España nunca materializado para rescatar el edificio. La situación de dejadez también ha llegado a la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Cádiz después de que, el pasado mes de febrero, la Asociación de Mujeres Shaluka denunciase “el deterioro y, en partes, hasta derrumbes”. Un mes después, la institución —competente en la tutela del patrimonio histórico andaluz— solicitó información al Consistorio sobre el estado de conservación del inmueble, según explican desde la Junta, aunque, “a día de hoy, no ha contestado”.
Los duques de Montpensier, Antonio de Orleans y María Luisa de Borbón (hermana de Isabel II), decidieron construir su residencia de verano en Sanlúcar, después de establecerse en Sevilla, tras el derrocamiento de Luis Felipe I como rey de Francia en 1848. Orleans convirtió el sevillano palacio de San Telmo en una suerte de corte paralela, que rivalizaba e intrigaba en contra de su cuñada, la reina de España.
Entre conjura y conjura, el duque de Montpensier compró entre 1851 y 1861 dos palacetes, parte del claustro de la iglesia de la Merced —propiedad de los duques de Medina Sidonia— y unas casas circundantes, en la zona alta señorial de Sanlúcar. Decidió convertir su palacio en la “vitrina de un coleccionista”, como la define Díaz-Franzón, al recubrir los tres inmuebles de una decoración exuberante con la que demostró el influjo cultural de sus múltiples viajes. Y optó por esconder su antojo a las miradas indiscretas con unos jardines y una alta tapia academicista. “Debía ser escandaloso para la época”, apunta la historiadora.
Un capricho ducal
El preceptor del duque e hispanista Antoine de Latour, en su obra La Bahía de Cádiz (1857), explicaba: “Allí extendió el horizonte de su dominio a medida que avanzaba su pensamiento… El príncipe pudo integrarse en Oriente. Su palacio tiene el extraño aspecto y la irregular belleza de las moradas de aquel país de genios”. Los salones, hoy integrados en el ala noble del palacio municipal, se dividen entre decoraciones neoplaterescas, neoárabes y neoclásicas. “Es un edificio único en España”, por su apuesta temprana y singular por el estilo neomudéjar, según Díaz-Franzón. Tradicionalmente, se ha considerado a la desaparecida plaza de Toros de Goya de Madrid (1874) como la primera obra de este estilo, aunque la doctora cree que al edificio sanluqueño le corresponde ese papel, ya que posee elementos estilísticos de esta corriente, diseñados y construidos, desde 1858, tal y como asegura en su obra El arte y la construcción del palacio Orleans-Borbón (1989).
Hoy ese complejo de fachada de líneas almagre y albero, con ventanas de herradura, polilobuladas, con parteluz o redondas, languidece, víctima no solo del tiempo sino también de las pobres calidades de los materiales constructivos. “Es una arquitectura muy endeble”, reflexiona Díaz-Franzón. El equipo local de gobierno habla de “fábricas de madera de poca calidad” o “carpintería de puertas exigua”. Eso, sumado a la falta de mantenimiento que denuncia tanto IU, como la historiadora —integrante de la asociación para la defensa del patrimonio Aula Gerión y que fue en las listas para las últimas municipales en ese mismo partido— ha sumido al edificio en problemas que se extienden más allá de la zona pendiente de ser restaurada. “En 2018, tuvieron que cerrar la zona de intervención por problemas en las cubiertas y todavía sigue así”, rememora Álvarez. Las filtraciones afectan también a zonas nobles en uso, donde la humedad ya ha deteriorado lienzos de pintura procedentes del Palacio de Vistalegre de Madrid, como explica Narciso Vital, historiador y concejal de la misma formación.
El Ayuntamiento asegura que hay problemas con termitas y que está en proceso de licitar un proyecto para resolverlo. También explica que se han destinado fondos de subvenciones europeas a reparar el muro del cerramiento exterior, apuntalado y en riesgo de desprendimientos desde 2007. Pero en Sanlúcar, dicen desde el Consistorio, hay que conjugar unos fondos limitados con una riqueza artística variada: “Hay un patrimonio importante que, si todo se destinase solo a esto [por el edificio], se perdería”. A la historiadora del arte le parecen excusas a una dejadez de años: “Por lo menos, que aseguren y limpien lo abandonado”. Desde el equipo de gobierno no han sabido precisar si, al menos, eso se hará mientras llega la restauración prometida para ese capricho de Orleans convertido en palacio.
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