Tres lances cotidianos que un poco de ciencia puede resolver
Los psicólogos ofrecen claves para encarar algunas de las situaciones cotidianas que perturban nuestra tranquilidad
EL PAÍS lanza el domingo 5 de septiembre la colección ‘Biblioteca de psicología’, que recorre los últimos avances científicos en las diferentes áreas de esta disciplina.
A diario nos enfrentamos a situaciones que nos causan sensaciones negativas y un malestar emocional. Desde la toma de decisiones a trastornos más complejos, como las adicciones. Tres psicólogos ofrecen claves para encarar algunas de ellas
Toma de decisiones
Hay personas a las que le cuesta decidir dónde cenar una noche cualquiera. Sin embargo, otras, ante una decisión vital, se lanzan sin ni siquiera reflexionar unos breves segundos. Aunque la personalidad influye, la toma de decisiones está determinada principalmente por la experiencia. “Si no tomas decisiones, no sufres aciertos y errores y, por tanto, no aprendes”, evidencia José María Martínez Selva, catedrático de Psicobiología en la Universidad de Murcia y autor del libro ‘Cómo decidimos. Afrontar el azar y la incertidumbre en la toma de decisiones’.
Las personas que rehúyen las decisiones no ganan los conocimientos de aquellas que las enfrentan de manera habitual y por tanto prolongan su falta de acción en el tiempo. Las decididas, en cambio, aprenden a valorar cada vez mejor la situación que se les presenta y también las consecuencias, gestionando mejor los fracasos que quienes son indecisos.
Martínez señala que existen algunos factores que pueden ayudar a la hora de escoger. Lo primero es contar con buena información para valorar todas las opciones, pero sin obsesionarse: “Hay que concentrase en los factores esenciales y no dejarse llevar por temas periféricos”. Una búsqueda excesiva de información puede ser contraproducente, al igual que pensar demasiado en el asunto en cuestión.
Aunque las emociones siempre estarán presentes en una decisión, hay que preguntarse de dónde provienen y equilibrarlas con la razón. “También hay que tener en cuenta las emociones de las personas que nos rodean, porque a veces las decisiones afectan a otros”, sostiene el experto, que, no obstante, subraya que esto no implica olvidar que la opinión propia es siempre la que más cuenta. Ser conscientes del proceso y de las influencias que se están recibiendo, así como estar descansados antes de resolver, ayudará a decantarse por una opción.
Ahora bien, decidir no siempre es sinónimo de satisfacción. El experto advierte que el sentimiento puede ser agridulce y debemos ser conscientes de ello.
Lo que perturba en la toma de decisión es la incertidumbre, no saber qué ocurrirá a ciencia cierta. Este sentimiento a priori negativo puede ser beneficioso, en opinión de Martínez, porque “nos lleva a no caer en un exceso de confianza y a prepararnos mejor”. Recomienda ser flexibles y aceptar que la incertidumbre forma parte de nuestras vidas: “En un contexto de pandemia como el actual, uno de cuando en cuando tiene que pensar en lo peor y en lo mejor que puede pasar de manera fría y serena, pero no dedicarse todo el día a eso”.
Estrés y ansiedad
La ansiedad es normalmente una sensación transitoria que enfrentamos cuando sentimos la amenaza de que algo puede salir mal o cuando experimentamos una pérdida. El estrés es un estado más prolongado en el tiempo que incluso puede ser positivo al producir una activación. El catedrático de Psicología Antonio Cano, autor del libro ‘El estrés y la ansiedad. Cómo resolver las alteraciones emocionales que las causan’, explica que las dificultades con estos procesos surgen cuando no se tienen recursos para enfrentarlos. Estrés y ansiedad se convierten entonces en una constante que arrastra a mente y cuerpo a una espiral de agotamiento que impide solucionar la situación.
“Los mecanismos de adaptación para responder a las demandas de la vida son diferentes en casa persona y siempre se pueden entrenar para evitar el malestar psicológico”, tranquiliza Cano. El experto defiende que, frente al alza en el consumo de ansiolíticos y antidepresivos, lo mejor es tratar la raíz del problema. Existen técnicas para lograr una percepción adaptativa de lo que sucede en nuestro entorno, ejercicios que ayudan a la toma de decisiones, la organización o la relajación. “A veces es tan sencillo como que un compañero de trabajo muy organizado nos enseñe sus procesos para encarar mejor la jornada laboral”, ejemplifica.
Si lo que causa el estrés y la ansiedad es algo más complejo, se debe hacer un ejercicio de autocontrol: “Dedicamos mucho tiempo a pensar en ese problema aun cuando todavía no podemos resolverlo y eso hay que evitarlo porque solo despilfarramos energía”.
Adicciones
La palabra adicción suele llevar a pensar en el consumo de drogas, pero el profesor de la UNED y doctor en Psicobiología Emilio Ambrosio recuerda que también existen otro tipo de adicciones que no implican sustancias, como la de los juegos de azar o los videojuegos. Gracias a años de investigación se ha visto que ambas adicciones comparten fundamentos neurobiológicos: en el cerebro aparecen modificaciones similares, tanto si este se expone de manera intensa a una droga como o a un juego de azar. Estos cambios son los que explican que una persona repita una acción que sabe que es perjudicial para su vida.
La mayoría de las adicciones comienzan en la adolescencia, aunque no se lleguen a visibilizar hasta la edad adulta. Por este motivo, Ambrosio subraya la importancia de la supervisión parental. Subraya que “aunque puede haber una cierta susceptibilidad biológica en algunas personas que manifiestan un comportamiento adictivo, este no se daría si no se produjera en un determinado entorno social”, lo cual incide en el papel de los factores psicosociales en las adicciones.
El experto recuerda que en las adicciones no hay medias tintas y la única manera de prevenirlas es alejarse de aquellas sustancias o comportamientos que sabemos que son peligrosos. En el caso de los jóvenes y su relación con los videojuegos, Ambrosio recomienda estar muy atentos al tiempo que pasan en esta actividad. Hay señales que indican gravedad en su adicción, como la desatención de sus tareas domésticas y escolares o la falta de higiene. En estas edades, su cerebro no está aún completamente maduro y, por ello, la vulnerabilidad es mayor.
Jóvenes y adultos pueden cuidarse de caer en adicciones a través de la práctica de actividades gratificantes y que cuidan su salud, como el deporte.
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