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Paolo Sorrentino cambia su cine para filmar la tragedia de su infancia

El cineasta italiano, maestro de excesos y surrealismo, narra con sencillez en ‘Fue la mano de Dios’ la muerte de sus padres. La inquietante ‘The Card Counter’, de Paul Schrader, también reflexiona sobre el pasado

Paolo Sorrentino, a su llegada a la proyección de su película en la Mostra de Venecia, este jueves. En vídeo, el tráiler de 'Fue la mano de Dios'.Foto: FILIPPO MONTEFORTE / AFP
Tommaso Koch

En el hospital, Fabietto todavía llevaba la bufanda. Debía levantarla en el estadio, mostrarla a su ídolo. Pero nunca lo hizo. Ni siquiera vio a Maradona. Soñaba una jornada inolvidable y la tuvo, aunque no por aquel Nápoles-Empoli. Cuando su hermano apareció con el coche para recogerle, no le llevó a las gradas. Tampoco habló de fútbol. “Mamá y papá han sido ingresados”, dijo. El doctor fue más concreto: “Hubo una fuga de monóxido de carbono”. En ese instante, Fabietto perdió su adolescencia. De golpe, la vida le hizo adulto.

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“Quizás ahora tenía la edad para poder contar esta historia”, ha asegurado este jueves el director Paolo Sorrentino en el festival de Venecia. Suma 51, pero no tenía ni 18 cuando vio por última vez a sus padres. Y al fin ha reunido la seguridad para narrar en una película su juventud truncada. “Más allá de mis necesidades, se podía declinar en un relato cinematográfico. Y un amigo me decía que nunca hago cosas personales. Me lo tomé como una provocación”, agregó. Ha cambiado los nombres, y añadido elementos de ficción. Pero queda la sustancia de un filme que bucea sin miedo en un pasado íntimo doloroso. Y lo comparte con el público. Fue la mano de Dios ha conmovido a La Mostra. Y ha ofrecido un nuevo ejemplo notable de drama comedido, que próximamente llegará a Netflix. La otra proyección en competición del día, The Card Counter, de Paul Schrader ―en las salas españolas en diciembre―, también ha fascinado, con su tensión controlada y a ratos desatada. El festival, hasta ahora, obliga a contener la respiración.

“Soy miedoso en la vida, pero diría que bastante valiente con mis filmes. Aunque sobre todo hizo falta en fase de escritura. Cuando ruedas entras en una dinámica llena de problemas prácticos y si tiendes a conmoverte llega alguien que te dice: ‘De acuerdo, pero hay que decidir’. Es una salvación”, agregó Sorrentino ante la prensa. En realidad, el coraje del cineasta ha sido doble. Y por eso aún más meritorio. Porque no solo se ha lanzado a rodar su trauma. Ha renunciado, además, a la red de protección de su cine habitual.

De izquierda a derecha, el actor Oscar Isaac, el director Paul Schrader y los actores Tiffany Haddish y Tye Sheridan, en la presentación de 'The Card Counter', este jueves en la Mostra de Venecia.
De izquierda a derecha, el actor Oscar Isaac, el director Paul Schrader y los actores Tiffany Haddish y Tye Sheridan, en la presentación de 'The Card Counter', este jueves en la Mostra de Venecia.FILIPPO MONTEFORTE (AFP)

Los seguidores empedernidos de La gran belleza o La juventud se sorprenderán. Apenas hay evocaciones oníricas, y la cámara no se obsesiona con cazar la hermosura. La banda sonora no destaca, el surrealismo da un paso atrás y el protagonista no afronta el ocaso, sino el amanecer de su vida. Queda, eso sí, su característica mezcla de lo sublime y lo terrenal: la misma anciana que devora mozzarelle y maldice a sus familiares puede declamar versos de Dante Alighieri en un funeral. Al fin y al cabo, el propio Sorrentino se divierte jugando con ambos elementos también en sus declaraciones. “Creo en un poder semidivino de Maradona”, soltó.

Por lo demás, con la nueva directora de fotografía ―Daria D’Antonio sustituye al histórico Luca Bigazzi―, se dio cuenta de que esta obra les obligaba a buscar otro estilo. “Filmamos una secuencia y los dos nos quedamos decepcionados. Tenía que ser un cine sencillo, esencial, para que hablaran sobre todo los sentimientos y fueran los que yo había experimentado de pequeño. Me concentré en eso”, explicó el creador. Tanto que muchas críticas han hablado de un giro radical en su trabajo. Tal vez el director lo necesitara: tras años de auge, Silvio y los otros y la serie El nuevo papa mostraron indicios de estancamiento. En La Mostra, él y su actor fetiche, Toni Servillo, prefirieron augurarse “un nuevo comienzo”.

“Nunca me pasa nada”, lamentaba un personaje de El hombre de más, ópera prima que justo en Venecia, hace 20 años, descubrió el talento de Sorrentino y Servillo. Les ha sucedido, más bien, de todo, incluido un Oscar por La gran belleza. Siempre juntos, tanto que ahora el director le ha pedido al actor que interpretara a su padre. Y Servillo compartió el consejo que el cineasta le dio a él y a su madre en la ficción, Teresa Saponangelo: “Que pareciéramos enamorados”. Al joven Filippo Scotti, en cambio, lo escogió para hacer de sí mismo. Vio en él mucho talento, y también “el sentirse inadecuado” que él experimentaba en aquellos años.

Aunque justo entonces, huérfano y sin brújulas, Sorrentino encontró su camino. Se marchó a Roma, y se hizo cineasta. Gracias, entre otras cosas, a una discusión con el director Antonio Capuano, reflejada en el filme: “Me dijo algo muy importante: ‘Experimentar un dolor parece a veces el carnet para realizar un trabajo creativo, pero no es suficiente’. La mayoría de las cosas positivas que tienen que ver con la creación cinematográfica vienen del conflicto”.

De batallas está llena la filmografía de Paul Schrader. Aunque en The Card Counter cuenta, directamente, la guerra. También hay venganza, violencia y redención, el cóctel favorito del guionista de Taxi Driver, y autor de filmes como El reverendo. La película sigue a un exmilitar, Oscar Isaac, reconvertido en jugador profesional de cartas. La inquietud se respira en cada instante, como un órdago a una mesa de póquer. Los espacios claustrofóbicos y la música disonante tensan los nervios del espectador. Hasta que, de vez en cuando, Schrader da paso a la pesadilla que habita la mente del protagonista: en una serie de flashbacks, la cámara le devuelve a su infamia, como torturador en la cárcel de Abu Ghraib. “Estoy seguro de que los soldados de EE UU que estuvieron en el aeropuerto [de Kabul] estos últimos 10 días tendrán recuerdos y los escucharemos en los próximos 10 o 20 años”, dijo el creador. Tal vez algún día hasta se filme una película. Pero, por ahora, en la Mostra basta con los recuerdos que ya se han visto. Los de un militar, y los de un chico que se queda solo. Cine del bueno. Incluso más: memorable.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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