‘Jungle Cruise’: aspirante a clásico juvenil instantáneo

¿Por qué Piratas del Caribe fue un éxito estruendoso capaz de generar numerosas secuelas y La isla de las cabezas cortadas, un sonoro fracaso? ¿Qué provocó que En busca del arca perdida se convirtiera en un clásico imperecedero cuando ni siquiera era la apuesta principal para ser el éxito de las vacaciones de 1981? La respuesta corta y fácil sería esta: la calidad. Pero quizá también poco certera, porque asimismo influyeron las circunstancias sociales, económicas y culturales en unos años en los que el cine clásico de aventuras estaba de capa caída.

Viene esto a cuento por el estreno de Jungle Cruise, aspirante a título del verano de 2020, que llega con un año de retraso por culpa de la pandemia. Y aquí cabe una cuestión más: ¿cuántos de los especialistas que en su día reseñaron aquellos estrenos se atrevieron a pronosticar los cargamentos de dinero recaudados y su condición de hitos juveniles, y cuántos las tomaron como simples entretenimientos efervescentes con fecha de caducidad? Pues bien, a este crítico Jungle Cruise le huele a dinero a espuertas y, arriesgando, a clásico instantáneo para los niños y niñas de 2021. Y ello a pesar de que su construcción está demasiado pendiente de, justamente, las sagas de Indiana Jones y de Piratas del Caribe: la primera, mucho más sólida en su narración; la segunda, asentada sobre todo en el carisma de Jack Sparrow. Así, Jungle Cruise se constituye como un notabilísimo producto de aventura ligera con un toque sobrenatural, bonitos guiños históricos a la I Guerra Mundial y al colérico conquistador Lope de Aguirre, referencias evidentes de Indiana Jones —aunque también de La reina de África y hasta de las screwball comedies—, un villano divertidísimo interpretado por Jesse Plemons, y una pareja protagonista de estupenda química formada por Emily Blunt y Dwayne Johnson.

Tiene además un par de novedades muy contemporáneas: el toque feminista y el protagonismo de la mujer, con un personaje precioso por su inteligencia y su simpatía, mientras los hombres son esta vez los acompañantes; y un bonito matiz en torno a otro de los roles, relacionado con la diversidad sexual. Eso sí, todo esto, siempre positivo, no sería nada sin la dirección del español Jaume Collet-Serra, instalado desde hace años en el mejor cine comercial de Hollywood, con una puesta en escena y un montaje fabulosos, que ya desde la primera (y espectacular) secuencia en Londres arrastra al espectador gracias a una irresistible combinación de ritmo, estilo, sonorización y comedia física.