Ana María Ventura, testigo de un siglo del mejor teatro, muere a los 99 años
La madrileña de Barcelona, era la actriz fetiche del desaparecido Francisco Nieva, quien recurría una y otra vez para estrenar sus obras y en sus montajes escénicos, porque le parecía sublime y versátil
Con la muerte de Ana María Ventura (Barcelona, 99 años) desaparece una de las personas más queridas de la profesión escénica. Y lo era no solo por su carácter cariñoso y entrañable, sino también por la admiración que levantaba por su maestría profesional y una vasta cultura de la que no hacía alarde, pero que en cuanto asomaba dejaba anonadado a cualquiera.
Actriz fetiche del desaparecido Francisco Nieva quien recurría una y otra vez para estrenar sus obras y en sus montajes escénicos, porque le parecía sublime y versátil.
En la década de los años 40 del pasado siglo inició su carrera profesional en la popular compañía de Isabel Garcés, y una década después con la prestigiada compañía de Catalina Bárcenas. Es a partir de los años cincuenta cuando se incorpora a la compañía de los padres de los Gutiérrez Caba, donde ya trabajaba Irene y más tarde Julia, con la que ha mantenido una gran amistad hasta hace diez días. “Tanto en el ámbito profesional como personal era muy escrupulosa y ponía el alma en todo, sabía mucho de arte, de cine, pero también de futbol y de tenis”, señala la actriz.
Fue la primera mujer de José Luis López Vázquez, con quien no tuvo hijos y del que se divorció cuando se pudo, aunque antes se produjo la separación. Ella a veces contaba con actitud reivindicativa; “Dejé de ser la señora de, para convertirme en Ana María Ventura y desde entonces es lo que he sido”. Y es que además de estar bajo la fama del entonces marido, también tenía que pedirle permiso para trabajar, viajar, cobrar un sueldo, abrir una cuenta bancaria...
Andrés Peláez, historiador y director del Museo del Teatro durante décadas, comentó al conocer su muerte que era una de las actrices más cultas que había conocido en su vida: “Sabía muchísimo de ópera, música, pintura y discutía mucho, pero mucho, de estos temas con otros dos sabios como eran José Luis Alonso y Francisco Nieva. Daba gusto oírles”.
El figurinista y escenógrafo Pedro Moreno, que trabajó con ella en varios montajes cuenta que cuando hizo Las amistades peligrosas en versión catalana dejó perplejos a los actores de Barcelona por su perfecto catalán académico, pero luego llegó la versión castellana y su dicción también era intachable. “Enseñaba a las actrices como se manejaba la ropa en el siglo XVIII”. Tanto Moreno como Peláez recuerdan que cuando hizo Las Comedias Bárbaras, de Valle-Inclán y dirección de José Carlos Plaza, este le dijo que su papel requería estar medio desnuda. Ella que conocía la obra al dedillo se había adelantado, se abrió la blusa y enseñó unas estupendas tetas recién operadas. “Era una genia”, apuntas los dos profesionales.
Trabajó más de una década en el Teatro Nacional María Guerrero que dirigía José Luis Alonso, pero también fue reclamada por otros de los grandes como Marsillach, Miguel Mihura, Alberto Closas, Miguel Narros, William Layton, Jose Carlos Plaza, Núria Espert, Lluís Pasqual, y sobre todo Nieva. Su última actuación fue en 2011, con 89 años, en Woyzeck, de Georg Büchner, dirigida por Gerardo Vera.
Sus incursiones en televisión y cine fueron numerosas destacando sus trabajos bajo las órdenes de Juan Antonio Bardem, Mario Camus y José Luis Borau.
El cuerpo de Ana María Ventura está en la sala 14 del Tanatorio Norte Nuestra Señora de los Remedios de Madrid a partir de hoy jueves, hasta la mañana del sábado que será incinerada en el Crematorio de la Almudena.
Babelia
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