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Chile da forma al primer sueño de Antoni Gaudí fuera de España

El arquitecto catalán regaló en 1922 un proyecto de capilla para que se levantara en Rancagua, una ciudad del centro del país sudamericano

Rocío Montes
A la izquierda, croquis original de Antoni Gaudí de la Capilla de la Asunción. A la derecha, maqueta para el proyecto en Rancagua, Chile.
A la izquierda, croquis original de Antoni Gaudí de la Capilla de la Asunción. A la derecha, maqueta para el proyecto en Rancagua, Chile.

Ha transcurrido casi un siglo desde que el arquitecto español Antoni Gaudí, cuatro años antes de morir, decidió regalar un proyecto de capilla de su autoría para Rancagua, en Chile, una ciudad a unos 100 kilómetros al sur de la capital, Santiago. Lo hizo en 1922 a través de una carta al sacerdote franciscano Angélico Aranda, de nacionalidad chilena. Se habían conocido en 1909 cuando el religioso tocó la puerta de la Sagrada Familia, en Barcelona, y el propio catalán le abrió la puerta y le enseñó su obra en persona. Pero la concreción del proyecto sudamericano de Gaudí ha sido difícil.

Aunque en el tiempo se han confabulado decenas de personas y de instituciones para empujar la que será la primera obra del modernista fuera de España, la capilla en honor a Nuestra Señora de los Ángeles está a la espera de que se abra una nueva licitación pública para su edificación. Actualmente, en Rancagua se observan las primeras excavaciones hechas en 2016 por la constructora que levantaría el proyecto, que quebró y dejó el trabajo casi sin iniciar.

La mala suerte ha ayudado, sin embargo, a perfeccionar el plan de Gaudí, cuyo principal motor ha sido hace 26 años el arquitecto chileno Christian Matzner, docente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile. En 1995 estudiaba en la Cátedra Gaudí en Barcelona cuando el profesor Juan Bassegoda –un arquitecto catalán que estudió a fondo la vida del autor del Park Güell– le comentó de la iniciativa pensada para Rancagua. Fue cuando Matzner desclasificó las cartas que el propio Bassegoda había descubierto en 1973.

“Lo recuerdo como un proceso bonito, emocionante”, confiesa el chileno sobre el trabajo que realizó en los archivos diocesanos de la catedral de Barcelona. Fue la primera labor de conexión con un proyecto al que le ha dedicado buena parte de su vida profesional y que lo ha llevado a trabajar codo a codo con el director de la Sagrada Familia, Jordi Faulí, y con los equipos regionales del Ministerio de Obras Públicas chileno y diferentes autoridades y dirigentes sociales de la propia ciudad de Rancagua. En ese cuarto de siglo, Matzner se ha dedicado a hacer realidad el sueño de Gaudí, desde darle forma tridimensional hasta la última de las soluciones arquitectónicas para adecuar la capilla a la realidad chilena.

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“Luego del gran terremoto de 2010 tuvimos que recalcular por las nuevas normas sísmicas”, cuenta Matzner, que en octubre dictará un curso en la facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile “para implementar las técnicas constructivas asociadas a las artes y oficios que definieron el legado” de Gaudí, marcado por “el uso de la geometría reglada, inspirada en la naturaleza”.

Carta de Fray Angélico Aranda a Antoni Gaudí del 15 de agosto de 1922.
Carta de Fray Angélico Aranda a Antoni Gaudí del 15 de agosto de 1922.ARCHIVOS DIOCESANOS DE BARCELONA

Las cartas entre el franciscano Aranda y Gaudí están llenas de símbolos. La misiva del chileno está fechada el 15 de agosto de 1922 y, con letra manuscrita, le recuerda que se conocieron en 1909 y se declara “admirador suyo”. El religioso, que a esas alturas tenía jerarquía dentro de su congregación, le revela su proyecto: “Estoy empeñado en hacer una pequeña capilla o santuario dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles y, deseoso de hacer una obra original, pero bien original, me acordé de usted”, le confiesa genuinamente el sacerdote Aranda, que le solicita a Gaudí un proyecto para Rancagua y le ofrece oraciones a cambio.

La respuesta del español a este sacerdote chileno, reconocido por sus grandes dotes artísticas y constructivas, se escribe con fecha 12 de octubre de 1922. Mecanografiada –a estas alturas Gaudí estaba mayor y tenía un secretario– se excusa de no poder llevar adelante un proyecto especial, dado que estaba concentrado en la Sagrada Familia. Pero el catalán se da cuenta que las medidas resultan iguales a las de una capilla que estudiaba justamente para este templo, la dedicada a la Asunción de la Virgen. Y le regala el diseño: “El estudio podría aprovecharse mucho antes de su ejecución en Barcelona y sería una prueba de confraternidad espiritual entre España y América”.

Matzner explica la importancia de estas líneas: “En Rancagua existe un dolor histórico”, dice en referencia a una de las batallas cruentas en el proceso de independencia de Chile, del 1 y 2 de octubre de 1814, que justamente se produjo en esta ciudad. “Donde hubo dolor con España, Gaudí busca que se genere una suerte de reconciliación a través de su obra”, añade el arquitecto. Para el chileno, adicionalmente, no resulta una simple anécdota que Gaudí haya querido que la capilla se construyera antes que su gemela de Barcelona: “Buscaba poner un pie en América”, dice Matzner, que informa que Gaudí tuvo otros dos proyectos fuera de España que nunca llegaron a concretarse (en Marruecos y en Nueva York).

El de Rancagua contempla la capilla de Gaudí y, adicionalmente, un centro cultural y espiritual en el subsuelo, que no es de autoría del catalán. Medirá 10 por 10 metros en planta y 30 metros de altura y tendrá un costo aproximado de 9.000 millones de pesos chilenos (unos 12 millones de dólares). Estará ubicado en el gran parque urbano Cataluña de propiedad del municipio, ocupando 1,6 de sus 14 hectáreas. De acuerdo a Matzner, “la capilla estará girada para que la fachada mire al centro histórico y su contracara a Barcelona, en un eje de confraternidad espiritual entre Rancagua y la ciudad de Gaudi”. El ambicioso proyecto incluye un nicho en la cripta donde se guardarán los restos del entusiasta sacerdote Aranda, actualmente reducidos y enterrados en el Cementerio Católico de la capital chilena.

Maqueta del proyecto "Centro cultural y espiritual Gaudí en Rancagua"
Maqueta de la capilla elaborada por el arquitecto chileno Christian Matzner.Christian Matzner

“Los beneficios para la región serán superiores a la inversión”, asegura Roberto Soto, director de Arquitectura de la Secretaría Regional Ministerial de Obras Públicas de la Región del Libertador General Bernardo O’Higgins, cuya capital es Rancagua. Es un departamento fundamental en el desarrollo de este proyecto y Soto ha trabajado codo a codo con Matzner en ajustar los requerimientos técnicos para abrir una nueva licitación.

En Rancagua cuentan que la población está entusiasmada con el aterrizaje de Gaudí en una ciudad que busca nuevos sellos identitarios. “Estará emplazado en un lugar donde se juntan los sectores populares con los acomodados, por lo que resulta simbólico”, cuenta Gonzalo Díaz, presidente de la Corporación Gaudí de Triana, que hace un cuarto de siglo empuja por la concreción del proyecto del catalán en esta ciudad minera y de tradiciones campesinas. Actualmente, esta corporación privada sin fines de lucro realiza actividades con la comunidad para involucrarla en el proyecto. En el espacio público, por ejemplo, pobladores han llevado adelante murales con la técnica de mosaico trencadís del arquitecto catalán.

Mientras, el equipo constructor de la Sagrada Familia liderado por el arquitecto Faulí desearía que se cumpliera la voluntad de Gaudí de que se concretara primero la capilla en Rancagua, según explica Matzner. “Además, actualmente en Barcelona están concentrados en las torres principales del templo y la capilla de la Asunción de la Virgen está rezagada para la última fase”, dice el chileno. En cualquier caso, de seguir entrampada la construcción en Chile, se estudiaría la opción de levantarlas en paralelo.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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