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Muere el actor Charles Grodin a los 86 años

El intérprete estadounidense dejó huella en la comedia de los setenta y ochenta en títulos como ‘El rompecorazones’, ‘Huida a medianoche’ o ‘Beethoven, uno más de la familia’

Gregorio Belinchón
Charles Grodin, en 'Huida a medianoche' (1988).
Charles Grodin, en 'Huida a medianoche' (1988).©Universal/Courtesy Everett Collection (©Universal/Courtesy Everett Col)

Hoy el nombre de Charles Grodin no dice mucho al espectador medio, probablemente porque se retiró en 1994 y no volvió a actuar hasta hace menos de una década, pero el estadounidense fue, durante los años setenta y ochenta el mejor de los acompañantes del protagonista de la comedia de turno, y en muchas ocasiones, como el gran robaplanos que era, devenía el mismo en fundamental para los gags. Era capaz de jugar con su rostro para ir desde la más absoluta inexpresión al más exacerbado gesto de enfado o hastío. Grodin se benefició tanto de su talento expresivo como de su aspecto de estadounidense medio, por lo que encarnó a todo tipo de personajes. Y en estos últimos años, las apariciones del actor de El rompecorazones, Huida a medianoche, Millonario al instante, Corazones y almas o Beethoven, uno más de la familia eran una pequeña alegría para los cinéfilos y un homenaje de las siguientes generaciones de cómicos como Ben Stiller al maestro. Grodin ha fallecido este martes en su casa en Wilton (Connecticut), a los 86 años, víctima de un cáncer de médula, según ha anunciado su hijo Nicholas a The New York Times.

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Charles Sidney Grodin nació en Pittsburgh en 1935. Estudió en su universidad Periodismo antes de pasar a la Interpretación en la de Miami. Su epifanía la tuvo viendo Un lugar en el sol, y por ello empezó en el teatro en Pittsburgh. Curiosamente, saltó al cine y la televisión de forma rápido: apareció sin acreditar en 20.000 leguas de viaje submarino (1954) y en varias series, mientras estudiaba en las míticas escuelas de Lee Strasberg y Uta Hagen, de las que salió no muy contento para comenzar en Broadway. En el teatro encontró muy rápidamente la fama como actor y director, desde que debutó en Chin-Chin junto a Anthony Quinn. A finales de los sesenta ya había aparecido en La semilla del diablo, había rechazado —porque el sueldo era bajo— el papel protagonista de El graduado, y dirigido, por ejemplo, un especial de Simon y Garfunkel en televisión y numerosas obras en Broadway, como Amantes y otros extraños y Ladrones. Aprendió de la dramaturgia con Gene Saks, y con él trabajó en exitazos teatrales como El año que viene a la misma hora (1975); en la versión en el cine prefirieron a Alan Alda.

Charles Grodin y Cybill Shepherd, en 'El rompecorazones'.
Charles Grodin y Cybill Shepherd, en 'El rompecorazones'.LMPC (LMPC via Getty Images)

Por eso, a Grodin le consideraban uno de los grandes secretos de Broadway hasta que con su personaje secundario en Trampa-22 (1970) el cine le llamó a la puerta. Con todo, nunca se mudó a Hollywood, ni le gustaron las relaciones de negocios. Dos años después El rompecorazones, dirigida por Elaine May, le dio la fama (y un breve affaire con su compañera de reparto, Cybill Shepherd. Detrás llegaron La casa número 11; su odioso personaje en King Kong; Ahora me toca a mí (Thieves), que ya había hecho en el teatro; o El cielo puede esperar, en 1978, el mismo año en que ganó un Emmy por escribir The Paul Simon Special.

En los ochenta siguió la racha: Como en los viejos tiempos reúne a un triángulo entonces de oro: Grodin, Chevy Chase y Goldie Hawn en una comedia escrita por Neil Simon; en El gran golpe de los teleñecos lo borda como un ladrón de joyas del que se enamora la señorita Peggy; también estaba en Un tipo solitario, La mujer de rojo (Gene Wilder era uno de sus mejores amigos), en el desastre que supuso Ishtar económica y artísticamente, y, por supuesto, y entre otras, Huida a medianoche, con Robert De Niro, donde da vida a un contable de la mafia trasladado por un cazarrecompensas (De Niro) de Nueva York a Los Ángeles, con el FBI y la Mafia tras ellos. Grodin, estupendo narrador y escritor, cuenta en sus memorias It Would Be So Nice If You Weren’t Here... (1989) en tono burlón toda la larguísima preparación de De Niro para el personaje (conoció a cazarrecompensas, se hizo amigo de detectives de la policía de Chicago y Los Ángeles...), mientras que él llamó al responsable de sus negocios unos diez minutos para algunas dudas sobre transferencias... y resuelto.

Ben Stiller y Charles Grodin, en 'Mientras seamos jóvenes'.
Ben Stiller y Charles Grodin, en 'Mientras seamos jóvenes'.NICOLE RIVELLI photographie 2013

Tras Millonario al instante (1990), encadenó el taquillazo Beethoven, uno más de la familia; Dave, presidente por un día; Una novia sin igual; Corazones y almas; Beethoven 2: los problemas crecen; Clifford, Sucede en las mejores familias... y en 1994 se retiró. Grodin era un habitual de los programas de humor y entretenimiento de la tele estadounidense, y pasó a dirigir The Charles Grodin Show en la NBC. Y aunque el programa acabó en 1998, el actor se centró en escribir (como en 1994 We’re Ready for You, Mr. Grodin: Behind the Scenes at Talk Shows, Movies and Elsewhere), en apariciones esporádicas en la televisión en ese tipo de programas, y en el teatro. Según Grodin, le cerraron el talk show porque le contrataron como humorista y él en cambio se centró en los temas sociales. Y no volvió al cine hasta Fast Track (2006) con Zack Braff y Jason Bateman.

En la última década se le vio en La sombra de actor, con Al Pacino; en Mientras seamos jóvenes, con Ben Stiller, en las series Louie y Madoff; en The Comedian, de nuevo con De Niro, hasta su último trabajo, la desastrosa An Imperfect Murder (2017). En estos años realizó colaboraciones con una radio neoyorquina y otros medios como comentarista político.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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