Naoise Dolan y la novela de la precariedad sentimental
La autora de 29 años, promesa de la nueva literatura irlandesa, explora la ausencia de futuro para las nuevas generaciones en ‘Días apasionantes’
Naoise Dolan (Dublín, 29 años) y sus Días apasionantes (Temas de Hoy) empezaron a dar la vuelta al mundo después de que su compatriota, la exitosa autora Sally Rooney, incluyera en verano de 2018 un extracto de esta, su primera novela, en la revista cazatalentos Stinging Fly. El resto, como suele decirse, es historia.
La protagoniza Ava, una chica irlandesa que da clases de inglés a niños en Hong Kong. Vive con su pareja, Julian, un banquero al que ha conocido allí. No está enamorada de él. Se encuentra hasta cierto punto narcotizada por la precariedad existencial y la ausencia de futuro. Aunque no conviene hacer de esto solo una lectura generacional. Porque en el caso de Dolan tiene más que ver con el autismo de la escritora. Al resultarle el mundo convencional incomprensible, y en muchos sentidos, absurdo —su enfermedad no es severa—, su visión es la de alguien que lo observa todo desde fuera. Y a veces no puede hacer otra cosa que, como su protagonista, dejarse llevar, sin pensar demasiado en lo que debería o no estar haciendo para no ser considerada, por ejemplo, buena o mala feminista. “No sé si la relación entre Ava y Julian es tóxica. Para mí algo tóxico es algo indudablemente dañino. Y su relación es beneficiosa para ambos, aunque ninguno es bueno del todo para el otro”.
Habla Dolan desde su apartamento en Dublín. Está pintado de blanco porque de otra forma, dice, no podría sentarse “cada día a escribir mil palabras y a responder correos”. Comparte piso, así que pasa la mayor parte del tiempo en su habitación, tratando de controlar una pulsión constante de regar sus dos plantas. “Sé que no debo, porque las ahogaría, pero es la única manera en que siento que estoy cuidando de ellas”, cuenta. Como Ava, ella también pasó un tiempo en Hong Kong, y fue allí donde escribió la novela.
La vida de Ava cambia cuando su pareja se va un tiempo a Londres y aparece Edith. Tienen la misma edad. Es abogada. La lleva al teatro y le deja tulipanes en el pasillo. Ava primero desea ser como ella, y luego empieza a desearla. “Esa es una de las cosas que más me fascinan de la forma en que nos sentimos atraídos los gais. Cuando eres joven e inexperta estás a la vez descubriendo qué tipo de persona quieres ser y con qué tipo de persona quieres estar, y a veces una y otra se confunden. Ava se siente atraída por Edith, y a la vez, se está diciendo que esa es la forma en que se ve a sí misma como lesbiana”, explica Nolan.
Irlandeses por el mundo
Ava es alguien que ha perdido el control de lo que le ocurre. Y no le importa. “Las novelas protagonizadas por jóvenes siempre hablan de ese tipo de impotencia”, afirma. Y menciona La campana de cristal, de Sylvia Plath. “Me impactó muchísimo cuando la leí de adolescente. Habla sobre lo horrible de ser mujer en los cincuenta, sobre la impotencia de no poder sobreponerte a eso. Yo no me siento tan machacada por la misoginia como ella, pero digamos que, teniendo en cuenta la clase de apocalipsis climático que viene, tampoco puedo sentirme muy afortunada porque esa misoginia ya no exista”.
Dolan escribe mejor lejos de casa. “Mi caos interior necesita un caos exterior para ordenarse. Siempre me han gustado las novelas de irlandeses por el mundo. Dublín me parece en muchos sentidos pequeño y asfixiante”, comenta. Leía muchísimo de niña y de adolescente, ediciones baratas de clásicos, hasta que casi a los 20 dio con Zadie Smith. “No lo pasé bien en el colegio, buscaba un mundo dentro del mundo, cuanto más repleto de detalles, mejor”, recuerda, antes de despedirse volviendo sobre el autismo y la literatura: “Una novela como esta no es más que una carta de amor a un mundo que no acabas de entender, y que a ratos te parece divertido, a ratos absurdo, a ratos insoportable. Pero en el que no tienes más remedio que encontrar tu sitio”.
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