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La escritora húngara Krisztina Tóth, “enemiga de la nación” por opinar sobre una lectura escolar con mujeres sumisas

La autora se ha enfrentado al acoso en los medios conservadores y ha soportado mensajes amenazantes en su web, heces en el buzón y empujones en la calle, entre otros ataques

Krisztina Toth
La escritora húngara Krisztina Tóth, en una imagen sin datar.Gábor Valuska

“Incapaz de cocinar, puta, holgazana, inútil” son algunos de los insultos que ha recibido la escritora Krisztina Tóth (Budapest, 53 años) en los medios húngaros. La mecha prendió a mediados de febrero, cuando la revista virtual Könvyes Magazin publicó una entrevista en la que se incluía la siguiente pregunta: “¿Qué lecturas obligatorias suprimiría del programa educativo?”. Tóth se tomó su tiempo y respondió que Un hombre de oro, del autor del siglo XIX Mór Jókai: “Pensé que no debería ser obligatorio porque su imagen de las mujeres es bastante difícil de explicar a los adolescentes del siglo XXI. El único valor femenino que se refleja en los libros escolares es el sacrificio. Ni la autonomía, ni la inteligencia, ni la invención, solo el propio sacrificio o, tal vez, la capacidad de cocinar”.

Días después, se desató el incendio. En otra página húngara se publicó parte de la entrevista sacada de contexto, con un título sensacionalista que aludía a que quería prohibir al autor. Inmediatamente, los medios de comunicación de la derecha reaccionaron, y comenzó la espiral. A la novelista y poeta, en conversación con este diario, no le parece casual: “Soy una mujer divorciada y adopté una niña romaní; era el blanco perfecto para representar que si dices algo contra el Gobierno no estás a salvo”.

“Soy una mujer divorciada, adopté una niña romaní; era el blanco perfecto para representar que si dices algo contra el Gobierno no estás a salvo”
Krisztina Tóth

La creadora de Código de barras lineal (El Nadir) o El sueño de la amante (Olifante Ediciones de Poesía) responde a la videollamada desde su casa, donde se ha encerrado. “Mis vecinos me hacen la compra porque no puedo ir a la tienda, es aterrador”. Su respuesta en aquella entrevista ha desencadenado una oleada de ataques inimaginables: “Sexistas, racistas, violentos, políticos y organizados en medios impresos, escritos y en redes sociales. El administrador de mi web ha tenido que limpiarla cada dos horas, incluso por la noche, debido a la cantidad constante de mensajes”.

Un grupo de manifestantes alzan libros durante una protesta contra la política de educación e investigación científica del Gobierno húngaro frente a la Academia de Ciencias de Hungría, en septiembre de 2019 en Budapest.
Un grupo de manifestantes alzan libros durante una protesta contra la política de educación e investigación científica del Gobierno húngaro frente a la Academia de Ciencias de Hungría, en septiembre de 2019 en Budapest.ATTILA KISBENEDEK (AFP)

Se siente profundamente afectada, al borde de la desesperación. Hace más de una semana que no puede trabajar, las escuelas han cancelado sus invitaciones y en el colegio de su hija los padres de otros alumnos dejaron de saludarla. Finalmente, tuvo que cambiarla a un centro judío para que estuviera más protegida, porque la niña, de ocho años, también ha sido criticada en los medios, que hasta han publicado su nombre.

El acoso se extendió a su casa ―le llenaron el buzón de heces de perro― y llegó a las manos: un hombre la reconoció en una parada de autobús y empezó empujarla y a gritarle que se fuera del país. Incluso su madre estaba convencida de que había cometido un crimen porque vio su cara en los periódicos. “Me llamó y me dijo que se sentía avergonzada. Es una pesadilla”, resume y repite varias veces a lo largo de la conversación.

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A la autora le impactó percibir cómo la gente es tan fácilmente manipulable. “Me convertí en el enemigo de la nación”, asegura. Su crítica al Gobierno húngaro es rotunda: “Es fuertemente nacionalista e impugna cualquier movimiento minoritario, como la ideología de género, a la que consideran un gran peligro para los valores tradicionales. También es homófobo”. Para justificar los motivos del escarnio, apuntala que firmó una petición contra la ley que excluye a las parejas homosexuales del derecho a adoptar, y otra cuando la libertad académica fue destruida y la Universidad Centroeuropea tuvo que cerrar en Budapest y trasladarse a Viena. Para ella, el único objetivo de esta campaña de odio es desacreditar las voces diferentes y radicalizarlas: “Esta humillación pública es un mensaje: no digas tu opinión porque es peligroso”.

La independencia mediática

Tóth cuenta que la emisora nacional húngara, Kossuth Rádió, ha empezado a emitir cada noche la novela de Jókai que ella tildó de impropia para los adolescentes. Se muestra firme al sostener que los medios de comunicación están “controlados y manipulados por el Gobierno”, idea que comparten algunas organizaciones internacionales. La asociación de escritores PEN Internacional reprobó en marzo “el intento del Gobierno de silenciar a la prensa libre en Polonia y en Hungría” y ha evidenciado que durante la última década, el Fidesz ―el partido que gobierna en Hungría, de ideología conservadora nacionalista y liderado por Viktor Orbán― ha perfeccionado el proceso de control estatal de los medios de comunicación. La ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) también se sumó a las críticas; tachó de “enorme golpe al pluralismo mediático” que el Consejo de Medios, controlado por el Gobierno del primer ministro Orbán, no renovara la licencia de la emisora independiente Klubrádió.

Tóth se pregunta por qué es importante escribir sobre esto y ella misma se responde: “¡Estamos en el centro de Europa! Esto no es solo mi historia personal, es la del sistema. Es un ataque contra la alternativa a la mujer tradicional húngara”. Su propia experiencia la sorprende y la exaspera porque, aunque se pronuncie sobre temas candentes o firme peticiones, el resto del tiempo solo lo dedica a lo único sobre lo que tiene potestad: a escribir.

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