Las princesas y las trabajadoras de la canción latinoamericana
Un nuevo sello, Ellas Rugen, rescata las figuras de Yma Sumac, Lucha Reyes o Estelita del Llano
Jalo Nuñez del Prado descubrió los discos de Yma Sumac en los mercadillos de su ciudad natal, Lima. Para alguien como él, un promotor de indie pop, eran objetos irresistibles: portadas tremendamente kitsch, elaboradas en Estados Unidos durante los años cincuenta, durante la moda de la llamada exotica, una variedad de la música para adultos inquietos. Con el tiempo, Nuñez del Prado descubrió que bajo toda la parafernalia hollywoodiense había también un proyecto artístico rompedor: en compañía de su esposo, el compositor Moisés Vivanco, Yma aplicaba su extraordinaria voz a un híbrido que combinaba folclore andino con grandes orquestaciones Made in USA.
Instalado en Madrid, Nuñez del Prado decidió que Yma Sumac (1922-2008) era perfecta para inaugurar Ellas Rugen, una colección discográfica que busca remediar “la poca visibilidad de la mujer latinoamericana en una industria donde lo anglo siempre ha mantenido su dominación”. Y ha comenzado con The Legend of the Sun Virgin (1952), segundo álbum de Yma para el sello Capitol Records: “Ella es más conocida por discos como Mambo! pero aquí hay una mayor gama de experimentación. Es fascinante la combinación de ópera y teatro. Junto al español, cantaba temas muy complejos en quechua, la lengua de los incas, con un punto muy etéreo”, comenta Nuñez Del Prado.
En las notas de la reedición, la estudiosa Carmen McEvoy destaca que Yma, que vivió la mayor parte de su vida en Estados Unidos, no tuvo una aceptación plena en Perú. Aunque por Vivanco fue considerada parte del movimiento indigenista, en su país se atragantó la retórica promocional que rodeaba a la Sumac, que aseguraba ser una ñusta, una princesa inca, descendiente del emperador Atahualpa. En sus palabras, “nací hace dos mil años pero me conservo joven”.
Hasta que, en los noventa, la moda del lounge reavivó la curiosidad mundial por Yma Sumac: fue sampleada y remezclada; su voz se coló en anuncios y en películas como El gran Lebowski. Se negó a volver al directo, aunque sí aceptó colaborar con el productor Hal Willner en Stay Awake (1987), un homenaje al cancionero de Walt Disney. En 2006, hubo una reconciliación con el Perú oficial, con la concesión de la Orden del Sol y otros honores.
Para Nuñez del Prado, el caso de Yma es paradigmático: “Tendemos a convertir nuestras glorias en piezas de museo, referencias para élites. Lo interesante, sin embargo, es democratizar su legado y acercarlo a las nuevas generaciones”. Quiere repetir la jugada con otras figuras como la cubana Olga Guillot, la actriz mexicana María Victoria Cervantes e incluso, ya fuera del ámbito del glamur a lo Tropicana, el trío de afroecuatorianas Las Tres Marías, integrado por las formidables hermanas Pavón. Allí no había suntuosas orquestaciones: si necesitaban acompañamiento, ellas imitaban los instrumentos. Frente al modelo de la abeja reina, ellas eran indudablemente abejas obreras.
Los próximos lanzamientos están reservados a Lucha Reyes. Atención: la vocalista peruana, no la cantante de rancheras del mismo nombre. Una dama que conoció una pobreza inimaginable, abundante en abusos y violencia, antes de convertirse en la Morena de Oro de la canción criolla. También está preparado un disco de la venezolana Estelita del Llano. A su modo, también tiene una historia reveladora. Cantaba con Los Zeppy, un quinteto de doo wop al estilo Platters donde también estaba José Luis Rodríguez, alias El Puma. Ya en solitario, Estelita se especializó en boleros interpretados con metales recios: un pop tropical que coexistió con el rock & roll hasta la eclosión de los Beatles. Para Nuñez del Prado, “la cualidad más importante del proyecto Ellas Rugen es que las protagonistas seleccionadas marcaron un cierto impacto dentro de su propio entorno nacional. Las unimos ahora para que, simbólicamente, tengan dimensión continental”.
Babelia
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