Lawrence Wright: “El virus radiografía el estado de un país”
El prestigioso periodista publicó en abril una novela sobre una pandemia que preconizó la covid-19. Premio Pulitzer, su último éxito ha sido un reportaje de 30.000 palabras sobre el “año de la plaga”
Se encontraba en Nueva York en los ensayos de una obra de teatro que había escrito sobre los Acuerdos de Camp David, cuando las noticias sobre la covid-19 empezaron a cobrar fuerza. “Había escrito una novela sobre una pandemia, sabía lo que podía pasar, comprendí lo que estaba llegando”, explica el periodista, guionista y dramaturgo, Lawrence Wright (Oklahoma City, 73 años).
Ganador de un premio Pulitzer por su monumental investigación sobre el 11-S, La torre elevada, autor también de la detallada historia Cienciología. Hollywwod y la prisión de la fé, y del ensayo Dios salve a Texas (los tres en Debate), el veterano reportero de la revista The New Yorker sabe aplicar con destreza la tensión narrativa a sus rigurosas investigaciones periodísticas. También ha frecuentado los escenarios teatrales como dramaturgo y como actor al interpretar algunos de sus reportajes como monólogos, y en el verano de 2019 había puesto el punto y final a su primera incursión en la literatura de ficción. O casi ficción, porque en las páginas de su thriller, traducido ahora al español, El día del fin del mundo (Ediciones B), Wright va metiendo historias reales en la trama inventada.
Unos meses después de haberlo entregado a los editores, en 2020 aquello empezó a volverse inquietantemente real. “La editorial en EE UU habían decidido sacar el libro en abril, así que se publicó en plena primera ola de contagios. Fue horrible. Me decían que era profético. Pero simplemente había investigado y había hablado mucho con los expertos en salud pública. No hay nada de profecía, es simplemente ciencia”, explica por videoconferencia desde su casa en Texas.
Desde la teoría conspirativa QAnon hasta los ciberataques rusos, pasando por las tensiones de Irán y Arabia Saudí o la historia de la epidemia de la gripe de 1918, el libro de Wright está plagado de información veraz. “Escribo historias reales, sean de ficción o no”, responde este maestro de la narrativa, que nunca ha querido circunscribirse a una sola forma. “He escrito musicales, libro de no ficción, obras teatrales, reportajes o guiones, y el proceso siempre es parecido”.
Con este, su primer libro de ficción, se metió como si se tratara de un reportaje en profundidad: se puso a investigar el mundo de las enfermedades contagiosas y los virus para escribir el thriller. El protagonista es el epidemiólogo Henry Parsons, un respetado especialista que se ve inmerso en una lucha contrarreloj contra una enfermedad que brota en Indonesia en una prisión para musulmanes homosexuales. El virus, un coronavirus parecido a la gripe, aunque mucho más violento y mortal, se expande por el mundo hundiendo gobiernos y economías, generando teorías demenciales, acabando con miles de vidas. “Parsons fue un médico rural británico y coleccionista de mariposas, que descubrió cómo se contagiaba la gripe. Quise rendirle homenaje”, apunta.
Lo cierto es que la historia de su libro se remonta a tiempo atrás, al guion fallido en el que trabajó para Ridley Scott sobre el fin de la civilización. “Scott había leído la novela de Cormac McCarthy La carretera y me preguntó qué podía haber pasado, por qué el mundo estaba así. McCarthy no lo explica”, recuerda Wright. “Una posibilidad era una guerra nuclear. Pero ahí, ¿dónde está el héroe? La otra, una pandemia”. Como joven reportero en Atlanta él había visitado el centro de investigación de enfermedades contagiosas y había escrito alguna historia sobre epidemiólogos. Los borradores del guion no funcionaban; sin embargo, decidió bucear a fondo en el asunto. “Esos microbiólogos e investigadores y médicos son brillantes y humildes”, dice. “Les pregunté qué pasaría si volvía a surgir una gripe como la de 1918, si podríamos combatirla con más eficacia ahora. La respuesta siempre era que no y que además se propagaría con más rapidez. Así ha sido”.
Cuando El día del fin del mundo aún no estaba publicado, estalló la pandemia. Wright se volcó de nuevo en esas mismas fuentes que le ayudaron con la novela y muchas más. Escribió un macrorreportaje de 30.000 palabras, El año de la plaga, que ocupó la mayor parte de un número de The New Yorker en diciembre. Ahora lo está transformando en un libro. El último episodio trata del asalto al Congreso de EE UU del pasado 6 de enero. “Es el clímax de la presidencia de Trump, que ha acabado prendiéndose fuego a sí mismo. Lo ocurrido es coherente con la dirección que estaba tomando el país”, subraya.
Fallos como en el 11-S
En su novela hay una crítica más o menos velada a las reuniones gubernamentales y a la toma de decisiones al más alto nivel. También carga contra la política exterior estadounidense basada en “información chapucera” y “fanfarronería ideológica”, según uno de los personajes. “No tengo una buena opinión del funcionamiento del Gobierno. Y ahora el fallo de los cuerpos de inteligencia ha sido del nivel de lo ocurrido en el 11-S. Es inexcusable. Vimos cómo llegaba la pandemia, cómo en China confinaban a millones de personas. Era algo serio, y Occidente estaba dormido”, apunta Wright. “En EE UU llevamos 450.000 muertos. ¿Qué hubiera hecho este país si esas muertes se debieran a un ataque de Rusia? Todo el ejército estaría desplegado. Y estas muertes podrían ser menos. Me sorprende la pasividad de la gente ante lo que perciben como amenazas y desastres naturales. Algo parecido ocurre con el cambio climático, y el resultado es que no se adoptan posturas más firmes para protegernos de desastres naturales”.
Wright habla de cómo los científicos han sido empujados a los márgenes, y cómo una y otra vez es palpable la falta de previsión. “Se sabía que habría que hacer una campaña masiva de vacunación ¿por qué no se han preparado para ello?”, lamenta. “La pandemia es como una placa de rayos X que radiografía todas las roturas de una sociedad, te muestra el tipo de país en el que vives. Revela los fallos, pero también las oportunidades”.
El optimismo del curtido reportero que se define como cínico asoma al recordar una conversación que mantuvo con una científica polaca. Ella le dijo que la pandemia que estamos viviendo es como la peste negra del siglo XIV, no por el número de muertos, sino por el potencial para impulsar un cambio. “Después de aquello llegó el Renacimiento, una etapa de gran creatividad. Habrá que usar lo que estamos aprendiendo ahora para mejorar el futuro”. Sin recurrir a ninguna bola de cristal, sino a sus numerosas consultas con expertos, ¿cuál es su vaticinio? “El coronavirus seguirá con nosotros, está mutando para eludir las vacunas y ocurrirá como con la gripe. Irá suavizándose y siendo menos mortal, aunque esto llevará muchos años”.
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