Los dedos que ponen ritmo a ‘Soul’
El pianista Jon Batiste, uno de los intérpretes de jazz más excitantes de este siglo, toca la música de la nueva película animada de Pixar, un paso más en su meteórica carrera
La nueva película de Pixar, Soul, no va sobre jazz, sino sobre la vida. Pero, siendo el jazz la principal pasión de su protagonista, vida y música se mezclan en un filme que refleja algunos aspectos de ser artista de jazz en Estados Unidos mejor que ninguna otra película del siglo XXI: los clubes, la dificultad para conseguir actuaciones, la enseñanza como inevitable estilo de vida o la frustración de hacer música creativa y minoritaria en un entorno que te empuja a buscar una forma de sustento estable.
El simpático pianista que protagoniza Soul, Joe Gardner, tiene tanto talento como mala suerte (o, más bien, falta de oportunidades), y podría ser el álter ego de cientos de músicos que transitan las carreteras secundarias del jazz, siempre al borde de despuntar, pero sin lograrlo.
Lo cierto es que la película rezuma jazz desde la primera secuencia, con los alumnos del protagonista perpetrando una descacharrada versión de Things Ain’t What They Used to Be, de Mercer Ellington; o cuando entre los recuerdos de Gardner le vemos mostrándole el disco Drums Unlimited, de Max Roach, al pequeño Curly, un estudiante de batería que años después le brindará la oportunidad de su vida; o ese mágico club que en la película recupera el nombre del legendario Half Note (uno de los clásicos clubes del Village neoyorquino desde finales de los cincuenta hasta mediados de los setenta), pero que replica majestuosamente al Village Vanguard, desde su característica entrada hasta las cortinas rojas que presiden su mítico escenario.
Un dato curioso para jazzófilos: aunque no aparece en las enciclopedias de jazz, hubo un Joe Gardner en la escena, un brillante trompetista muy activo en la década de los setenta que se dio a conocer en el primer álbum de Paul Jeffrey (el saxofonista que sustituyó a Charlie Rouse en el cuarteto de Thelonious Monk) y especialmente en el grupo de Charles Mingus, con quien tocó durante unos meses entre 1972 y 1973, y que grabó asiduamente con Frank Foster y Cecil McBee, entre otros. A finales de los setenta, Gardner se retiró de la música y falleció en 2002.
En Soul, las manos detrás del dibujo, las que dan forma y vida al personaje de Gardner —y varios temas a la banda sonora de la película—, son las de Jon Batiste, uno de los músicos de jazz más completos y brillantes que han surgido en Estados Unidos en el presente siglo. A pesar de inspirar al personaje, Batiste es, en realidad, todo lo contrario a Gardner. Desde el principio de su carrera su trayectoria ha sido meteórica, con todo a su favor: las raíces, la formación y, por encima de todo, un talento desbordante.
Nacido en 1986 en Nueva Orleans, en el seno de una de las grandes estirpes musicales de la ciudad, a los ocho años ya tocaba la percusión con los Batiste Brothers Band y a los 11 se pasó al piano, estudiando tanto jazz como música clásica. Su primer mentor fue su padre, Michael Batiste, que había tocado con Isaac Hayes y Jackie Wilson, pero fue el gran Alvin Batiste, una de las figuras más importantes de Nueva Orleans y primo del abuelo de Jon, quien lo instruyó en el ámbito del jazz.
A los 13 años tocaba con algunos de los más importantes músicos de su ciudad, como Trombone Shorty, Irvin Mayfield o Donald Harrison, y a los 17 grabó su primer álbum, Times In New Orleans. Con su segundo disco, grabado en directo en el Museo Rubin de Nueva York y publicado en 2006, la evolución del joven Batiste ya era apabullante. Es en esos años cuando, ya instalado en Nueva York, forma su banda Stay Human para fomentar una conexión directa con el público, interpretando en el metro y en diferentes sitios públicos una mezcla de jazz y soul, con Batiste cantando y tocando la melódica.
Tanto en esta banda como en su trío acústico, el pianista se acompañó de dos compañeros que conoció en la Escuela Juilliard de Nueva York: el bajista Philip Kuehn y el baterista Joe Saylor, que hasta hoy siguen siendo sus dos colaboradores más asiduos.
Las oportunidades siguen surgiendo para el joven pianista, que graba y gira con artistas como Cassandra Wilson o Roy Hargrove, es nombrado co-director artístico del Museo Nacional del Jazz en Harlem y aparece en varios episodios de la serie de HBO Treme. A partir de 2013, todo empieza a precipitarse: acorta definitivamente su nombre a Jon Batiste (hasta ese año firma como Jonathan), su primer álbum con Stay Human lo expone ante una gran audiencia, toca como solista principal junto a The Jazz At Lincoln Center Orchestra de Wynton Marsalis en un homenaje a John Lewis y en 2015 es contratado para que Stay Human sea la banda residente de The Late Show with Stephen Colbert, uno de los programas nocturnos más populares de la televisión estadounidense.
Así, en 2018 firma con el mítico sello Verve —con el que ya ha publicado tres álbumes— y poco después Pixar lo convoca para que sea la referencia de los aspectos jazzísticos del personaje principal de Soul. Batiste se rodeó de músicos de primera para interpretar el jazz que suena en la película, con la saxofonista Tia Fuller, la contrabajista Linda Oh o el baterista Marcus Gilmore, además del gran Roy Haynes, una de las últimas leyendas vivas del jazz. Aunque es el delicioso piano de Batiste el que da vida a los dedos del protagonista, convirtiéndole en uno de los músicos más importantes del momento.
Pero, más allá del cine y la televisión, de las nominaciones a los Grammy o sus múltiples facetas, Batiste es ante todo un pianista colosal, un improvisador extraordinario y el más contundente relevo de la gran tradición de Nueva Orleans. Quién mejor que él para insuflar vida y música al bueno de Joe Gardner, un personaje que ha devuelto a muchos aficionados la fe en la dramatización cinematográfica del jazz, tan maltratada en los últimos tiempos.
Jazzistas de ficción en el cine
'Alrededor de la medianoche' (1986). Aunque basado en aspectos de Lester Young y Bud Powell, el personaje encarnado por Dexter Gordon en esta película es la esencia de la ficción jazzística conservada en celuloide.
'Los Fabulosos Baker Boys' (1989). El carismático protagonista, interpretado por Jeff Bridges, representa perfectamente el conflicto del jazzista frustrado que necesita trabajos alimenticios para subsistir.
'Mo’ Better Blues' (1990). Una de las cumbres de la representación del jazz en el cine, en la que Spike Lee retrata con maestría el Nueva York de los clubes a finales de los 80, con banda sonora de Terence Blanchard y Branford Marsalis.
'Acordes y desacuerdos' (1999). Pocos entienden mejor el jazz de los años 20 que Woody Allen. Las desventuras del amoral guitarrista interpretado por Sean Penn, siempre a la sombra de Django Reinhardt, son tan tiernas como divertidas.
'La La Land' (2016). La premiada cinta funciona como musical, pero la visión del jazz de Damien Chazelle es tópica hasta rozar lo grotesco. Como en su anterior obra, 'Whiplash', mostró que, por mucho que le guste el jazz, no entiende de qué va.
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