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Columna
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La elegancia perdida de ‘Friends’

En los años desde que se emitía la serie, la esfera pública se ha vuelto más afectada, más exhibicionista y mucho más cursi

El reparto de 'Friends' se despide del público tras rodar el último capítulo de la serie. En vídeo, tráiler con mejores momentos de la primera temporada de la serie.
Sergio del Molino

Abres Netflix, y ahí está. En HBO, lo mismo. Y en Amazon Prime, el algoritmo te pregunta, cada vez que buscabas otra cosa: ¿seguro que no quieres verlo? Y uno, que es muy sensible a los reclamos de la glotonería, cae. ¿Qué puede pasar si me veo un capitulillo? El que salga, si es solo por darle un mordisquín, no quiero comérmelo entero. Y así, como el zampabollos que acaba comiéndose la caja de polvorones entera, me dan las tantas de la mañana.

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He recaído, y tiene mucho delito, porque habré visto Friends no menos de cinco veces. En las noches más terribles de mi vida, los ponía de fondo y me hacían olvidar la desolación que me rodeaba. Por eso les guardaré gratitud eterna, por esa forma de elegancia que no sabía definir y cuya clave descubrí la otra noche.

Veía el primer capítulo de la octava temporada, y al final, un mensaje sobrio en letras blancas sobre fondo negro, sin música, lo dedicaba a la gente de Nueva York. Nada más. Era el primer episodio tras el 11-S, emitido el 27 de septiembre de 2001. Solo habían pasado 16 días, y una de las series que hacían de la ciudad un icono limitaba su homenaje a esos segundos. Puede que fuera una elegancia propia del estilo de Friends, pero creo que tiene que ver con la época. Hoy nadie se contentaría con tan poca pirotecnia. La explosión sentimental sería barroquísima, se buscaría el lagrimón, los personajes cruzarían la escena dándose golpes en el pecho, habría abrazos y aullidos.

En estos casi veinte años, la esfera pública se ha hecho mucho más afectada, mucho más exhibicionista y mucho más cursi. Por eso, cuando la tristeza me hormiguea el pecho, sigo recurriendo a una comedia que conserva una austeridad emocional que no encuentro hoy en casi nada.

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Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).

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