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CRÍTICA | FORTUNA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Minimalismo rotundo

Rodada en blanco y negro y en formato cuadrado, la belleza de la puesta en escena no camufla el drama individual y colectivo que subyace en esta terrible historia

Una imagen de 'Fortuna'. En vídeo, un avance de la película.
Elsa Fernández-Santos

FORTUNA

Dirección: Germinal Roaux

Intérpretes: Kidist Siyum, Bruno Ganz, Patrick d’Assumçao, Stéphane Bissot.

Género: Drama, Suiza, 2018

Duración: 106 minutos.

Fortuna es el nada casual nombre de una adolescente etíope de 14 años que después de cruzar el Mediterráneo en una patera con sus padres acaba sola como refugiada en una comunidad de monjes católicos en un monasterio de los Alpes suizos. Oso de Cristal y Premio Especial del Jurado de la sección Generation 14 Plus de la última Berlinale, la película es un estilizado acercamiento al mayor fracaso de la Europa comunitaria: la inmigración. Por un lado está el trauma de una cría que después de sobrevivir al terror del mar (una pesadilla con olor a “aceite y vómito”) solo encuentra calor en un burro, poderosa imagen deudora de esa espiritualidad que Bresson alcanzó con Al azar de Baltasar; y por otro, el dilema moral de unos monjes que se debaten entre su vida en silencio o su nueva rutina junto a los refugiados, sujeta a inspecciones policiales y al protocolo legal.

Asustada y atormentada por un secreto, Fortuna reza a la virgen y a una estropeada foto de sus padres sin otro horizonte que el de un continente blanco, nevado y gélido. Rodada en blanco y negro y en formato cuadrado, la belleza de la fotografía y de la puesta en escena no solo no camufla el drama individual y colectivo que subyace en esta terrible historia sino que logra desnudarlo con un minimalismo rotundo al que le basta agarrarse a la tristísima mirada de la sorprendente joven actriz etíope Kidist Siyum para llegar lejos. Junto a ella, el actor francés Patrick d’Assumçao y sobre todo Bruno Ganz, que en uno de sus últimos trabajos antes de morir interpreta al viejo prior de la comunidad religiosa. Ambos ponen rostro al atolladero ético que plantea la película. En el caso de Ganz, un pequeño papel que el actor suizo transforma en un grandioso y sutil alegato contra los dogmas de una Europa vieja, inerte y ciega.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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