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Fallece el banderillero Tito de San Bernardo, un referente de torería

Toreó más de 2.000 corridas con las principales figuras, desde 1950 hasta 1985

Tito de San Bernardo, primero por la izquierda, en San Sebastián, en 1968.
Tito de San Bernardo, primero por la izquierda, en San Sebastián, en 1968.Efe
El País

El banderillero sevillano Manuel Rodríguez González Tito de San Bernardo, maestro entre los de plata, ha fallecido este jueves en el hospital de San Lázaro de la capital andaluza a consecuencia de las complicaciones de un fallo renal, según han confirmado fuentes cercanas a la familia. Tito de San Bernardo contaba con 91 años y estaba considerado uno de los banderilleros más importantes de la segunda mitad del siglo XX.

Vinculado a una familia de rancio abolengo taurino arraigada en el barrio torero de San Bernardo -su abuelo llegó a ser banderillero de El Espartero y matarife del antiguo matadero-, el futuro subalterno forjó su vocación taurina en el matadero del Cerro del Águila. Probó suerte como novillero, y debutó de luces en la antigua plaza de la Merced de Huelva en 1944, pero la suerte no terminó de acompañarle.

Desengañado del traje de luces, permaneció un tiempo alejado de los ruedos, pero volvió al escalafón de plata donde se hizo un hueco entre los grandes a raíz de su debut profesional de la mano de los hermanos Ordóñez Araújo.

Desde entonces, Tito de San Bernardo no dejó de torear a las órdenes de las primeras figuras a lo largo de 35 años de profesión, en los que figuró en las cuadrillas, entre otros, de Manolo Vázquez –su compañero en las primeras andanzas taurinas–, El Viti, Diego Puerta, Paco Camino, Paquirri, Niño de la Capea o Dámaso González hasta sumar más de dos mil corridas entre los ruedos europeos y americanos.

Con una afición desbordante, desde los comienzos demostró una gran facilidad en la cara del toro. Fácil en el tercio de banderillas, destacó especialmente con un toreo de capote clarividente, hasta marcar un estilo propio.

Se retiró de la profesión en la feria del Pilar de 1985 cuando toreaba a las órdenes del diestro salmantino Niño de la Capea y, desde entonces, su nombre se convirtió en un referente para las generaciones más jóvenes de banderilleros, aunque siguió vinculado al toro como apoderado de Rafael de Paula en la segunda mitad de la década de los 80 del siglo pasado.

En 2003 fue nombrado director de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, puesto que abandonó en 2014 tras abanderar la formación de las últimas hornadas de novilleros, matadores y subalternos de la cantera taurina sevillana, que le rindieron un homenaje el pasado año en la Venta de Antequera con motivo del XXV aniversario del centro.

Manuel Rodríguez González se sentía muy orgulloso de que de su mano habían salido 14 matadores de toros. Su figura era inconfundible. Un hombre serio y callado, buena persona, y torero grande por vocación y compromiso.

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