El Goncourt, en su año más extraño, premia ‘La anomalía’, fantasía metafísica del veterano Hervé Le Tellier

En el año más extraño, el de la pandemia que forzó el cierre de las librerías en Francia y que llevó a la Academia Goncourt a aplazar el premio, la novela ganadora ha sido La anomalía, de Hervé Le Tellier. El jurado, que por primera vez deliberaba por videoconferencia y no en el tradicional almuerzo en el restaurante Drouant, anunció la decisión pasado el mediodía del lunes en París. El galardón abre al autor una perspectiva de ventas masivas y traducciones internacionales con una obra a la vez muy literaria y con una trama trepidante, y alejada de las modas recientes de la novela social o la autoficción.

Le Tellier (París, 63 años), poco conocido por el gran público, es un veterano de las letras. Ha publicado 27 libros y preside el Oulipo, acrónimo francés del Taller de literatura potencial. Este grupo experimental fue fundado a principios de los sesenta por el escritor Raymond Queneau y el matemático François Le Lionnais y ha contado entre sus miembros ilustres a Georges Perec e Italo Calvino. La anomalía, una mezcla de Aterriza como puedas con los laberintos borgianos, pertenece a esta tradición oulipiana de la literatura como juego y desafío lingüístico y conceptual. Editada por Gallimard en francés, Seix Barral publicará la traducción en castellano.

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La anomalía se impuso por 8 votos a 2 a los otros tres finalistas: Les Impatientes, de Djaïli Amadou Amal; L’Historiographe du royaume, de Maël Renouard; y Thésée, sa vie nouvelle, de Camille de Toledo. Yoga, el último libro de Emmanuel Carrère —uno de los grandes autores contemporáneos sin el Goncourt y, para muchos de sus lectores, merecedor del premio este año— se estrelló con el rechazo de una parte de la Academia Goncourt. También le lastró la polémica de Carrère con su exmujer, Hélène Devynck, que le ha acusado de manipular la realidad en el libro y romper un acuerdo con ella para no usarla como personaje. Los debates en torno a los elementos ficticios y reales del libro no le ayudaron (el jurado del Goncourt prefiere premiar ficciones que memorias).

Era la primera vez, desde 1914, al estallar la Gran Guerra, que se aplazaba el Goncourt, el premio más prestigioso en Francia, que se entrega al mejor libro literario del año y se remunera con un cheque de diez euros. La fecha inicial para la votación era el 10 de noviembre. La decisión del presidente Emmanuel Macron de imponer un confinamiento que obligó a cerrar las librerías durante casi un mes, llevó a aplazar la elección. Era un gesto de solidaridad, pero también práctico, pues el impacto del Goncourt reside en gran parte en las ventas en librería. Una vez reabiertos los comercios desde el sábado, la entrega del premio recobraba todo el sentido.

El ‘caso Matzneff’

Otro gran premio literario francés es el Renaudot, que se entrega el mismo día que el Goncourt, y este año ha recaído en Histoire du fils, de Marie-Hélène Lafon, estilista exquisita y cronista de la Francia rural. La elección demuestra el criterio literario de un jurado que se ha visto cuestionado por el llamado caso Matzneff. Gabriel Matzneff, quien desde los años setenta alardeaba en sus diarios de su pedofilia, fue premiado con el Renaudot de ensayo en 2013. A finales de 2019, la editora Vanessa Springora publicó El consentimiento, donde explicaba su relación con Matzneff cuando ella tenía 14 años. El Renaudot concentró muchas de las críticas al mundillo literario parisino que durante décadas encubrió a Matzneff. Solo un jurado, el crítico Jérôme Garcin, ha dimitido. La miembro del jurado Dominique Bona declaró a la agencia France Presse que el Renaudot había sido “un poco el chivo expiatorio”.

El Renaudot del ensayo se lo ha llevado este año la canadiense Dominique Fortier con Les Villes de papier, una biografía novelada de la poeta Emily Dickinson. La editorial Minúscula publicará los libros de Lafon y Fortier en castellano.

Es difícil resumir La anomalía sin destripar la trama. Y, aunque la desvelásemos, es tan inverosímil que, sin el virtuosismo de Le Tellier para explicarla, seguramente tendría poco sentido para el lector. Cuenta la peripecia de los pasajeros en un vuelo París-Nueva York en marzo de 2021. Durante el vuelo sucede algo extraordinario, milagroso, mágico, siniestro, terrible, absurdo e inexplicable que cambiará el curso de sus vidas y quizás de la humanidad. Como en las mejores novelas, dentro cabe de todo: el thriller, la ciencia ficción, la novela romántica, las matemáticas, la metaliteratura (un personaje escribe La anomalía), la teología o la metafísica.

En un momento de la novela, dos matemáticos estudian las probabilidades de que una moneda, al lanzarse al aire, caiga en cara, en cruz o en el canto. Pero después, contemplan una cuarta hipótesis: que la moneda quede suspendida en el aire. Este será el “Protocolo 42”, clave en la historia. Esta es la anomalía. Una de las piruetas del libro es que, lo que al principio puede parecer una fantasía rocambolesca, lúdica y escapista —literatura por el puro placer de narrar— acaba convirtiéndose en una proyección hiperrealista del presente. La anomalía fantástica de Le Tellier puede leerse como una metáfora de la anomalía de la covid-19.