Peter Pan en el país de las maravillas
Un producto infantil de fantasía inequívoco de nuestro tiempo: derrocha imagen digital a borbotones tanto en la ambientación de Londres como en la fotografía y en esa textura de los rostros tan uniforme
Si se hicieron Drácula contra Frankenstein y Alien vs. Predator, cómo no se iba a componer Érase una vez…, que bien podría haberse titulado Peter Pan en el país de las maravillas. Y aunque poco tengan en común los universos y los tiempos de Jesús Franco, creador de la primera, Paul W. S. Anderson, realizador de la segunda, y Brenda Chapman, codirectora de las animadas El príncipe de Egipto y Brave y al frente de esta tercera, sí comparten las bases de sus operaciones de coctelera: congregar hitos de sobra conocidos y conjugar la nostalgia, la mitología y el reciclaje, hasta ahondar apenas nada y recoger frutos comerciales por la vía del guiño y de la búsqueda de la complicidad.
Érase una vez… se configura como un producto infantil de fantasía inequívoco de nuestro tiempo: derrocha imagen digital a borbotones, tanto en la ambientación del Londres dickensiano de la segunda mitad del siglo XIX como en la fotografía y en esa textura de los rostros tan uniforme, cercana a veces a la animación pese a ser imagen real; un aura tristona, donde los niños, pese a que sean críos, jueguen y vivan aventuras, mantienen un rictus de infelicidad y angustia demasiado cargante; y un énfasis constante de la citada aventura mediante el texto, el mensaje, la música y la visualización, como si se quisiera remarcar a cada paso —ahora que dicen que los niños ya no juegan en la calle o en el campo a piratas, hazañas y quimeras, aunque no sea del todo cierto— que ese debería ser el bello camino de la infancia.
Como contrapartida, y en el lado más positivo, las enseñanzas siempre tienen coherencia y resultan enriquecedoras; los padres de esos dos hermanos llamados Alicia y Peter, que acaban vinculando sus historias, son una mujer blanca y un hombre negro, matrimonio interracial en una película que lucha contra el racismo y el clasismo de un modo elocuente; y, finalmente, la imaginería conjunta —el Sombrerero Loco, Garfio, la Reina de Corazones…—, que aparece con desparpajo y sin forzamientos.
ÉRASE UNA VEZ…
Dirección: Brenda Chapman.
Intérpretes: Angelina Jolie, David Oyelowo, Gugu Mbatha-Raw, Michael Caine.
Género: fantasía. EE UU, 2020.
Duración: 94 minutos.
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