Marco Santagata, creación y crítica de un novelista y filólogo

Marco Santagata (1947-2020), nacido en los Apeninos modeneses y afincado en Pisa [donde falleció el día 9], primero como estudiante de la Scuola Normale y luego como catedrático de su universidad, anduvo siempre entre la creación y la crítica propia del filólogo, a menudo rompiéndoles las fronteras. El lector español lo conoció ya en el 2006 por El maestro de los santos pálidos (Destino), cuyo protagonista y cuya estructura, afines a los de nuestra picaresca, pintan un estupendo retablo de la Italia del Quattrocento. Más recientemente lo ha reencontrado en especial en una biografía de Dante que es obligado tildar de “monumental” pero que no en balde se subtitula La novela de una vida (Cátedra). Pues con igual garbo y tino se narra Tal mujer enamorada (Confluencias), que sigue el camino que lleva de la muerte de Beatriz a la divina Comedia y donde los huecos de los hechos no documentados se llenan con la invención o la conjetura cabalmente verosímiles.

Al historiador le toca continuamente prestar sentido a unos datos que las fuentes accesibles le presentan inconexos y a unos efectos cuyas causas ignora. Naturalmente, puede limitarse a registrar tales datos, sin ir más allá de la letra de los testimonios ciertos ni indagar sus nexos o contradicciones. Pero entonces se parece peligrosamente al copista analfabeto —como lo hubo en la Antigüedad y la Edad Media—, y no cumple con el objetivo de iluminar los claroscuros de los materiales brutos que maneja. Son ésos rasgos comunes a la crítica filológica y la creación y exigencias íntimas de quien cultiva cualquiera de las dos.

El Canzoniere

Santagata, sin desdeñar otros aspectos de la tradición italiana (ahí están las 400 páginas de su extraordinario Boccaccio), fue principalmente un estudioso de su poesía, desde los orígenes hasta Leopardi y Pascoli; y en ese marco su autor por excelencia (como el mío) ha sido Francesco Petrarca.

La trayectoria humana de Petrarca no la ha tratado Santagata en ninguna crónica minuciosa como las dedicadas a los otros dos grandes maestros de la época, sino en centenares de páginas de una crítica siempre perspicaz y reveladora. Un jalón de esa labor lo marca el libro I frammenti dell’anima. Storia e racconto nel Canzoniere (1992), donde, no obstante, la evolución del texto de los Rerum vulgarium fragmenta no deja nunca de confrontarse con la peripecia vital del poeta. El otro gran hito ha sido la edición del Canzoniere exhaustivamente anotada y comentada (1996, 20042), que es hoy el mejor instrumento para leerlo y entenderlo palabra por palabra.

En el petrarquizar de Santagata no faltan tampoco los híbridos de realidad y ficción como L’amoroso pensiero (2014) y en particular Il copista (2000, pronto en castellano). En éste, Francesco comparece en escena en sus últimos años, achacoso, solo, angustiado por los recuerdos dolorosos, sin ninguna esperanza, ni siquiera quizá en la vida eterna. Es un ejercicio de imaginación cruel pero transido de empatía y emoción.

En el dolor de la pérdida, me consuela rememorar que muchas de esas páginas sobre Petrarca se hicieron en continuo y fraternal diálogo conmigo.

Francisco Rico es filólogo e historiador y miembro de la Real Academia Española.