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Los alargados pasos de Herzog

En ‘Dear Werner’, Pablo Maqueda repite, para recuperar su amor al cine, el recorrido de Múnich a París que el cineasta alemán hizo andando a finales de 1974

Pablo Maqueda, en una imagen de 'Dear Werner'. En el vídeo, tráiler del filme.
Gregorio Belinchón

La historia es bien conocida por los cinéfilos europeos. En noviembre de 1974, Werner Herzog, que acaba de cumplir 32 años, se enteró en Múnich de que Lotte Eisner estaba gravemente enferma en París y no lo dudó. “No podía ser, no en este momento, el cine alemán aún no podía prescindir de ella, no debíamos permitir que eso sucediera. Agarré una chaqueta, una brújula y un bolso con lo estrictamente necesario. Tomé el camino más recto hacia París, con la firme creencia de que ella seguiría con vida si yo iba a pie”, escribió. Fue un acto de fe por una mujer muy especial, una de las primeras críticas de cine, que residía en París porque tras la llegada del nazismo al poder la berlinesa, entonces prestigiosa periodista e impulsora del cine expresionista germano, huyó al exilio en Francia. Allí fundó en 1936 junto a Henry Langlois la mítica Cinémathèque, y desde allí velaba, décadas más tarde, por el nuevo cine alemán, del que Herzog, que ya había dirigido Fata Morgana y Aguirre, la cólera de Dios, era un ejemplo prominente. Al cineasta el viaje le tomó 22 días, en los que escribió varios apuntes que cuatro años después publicó con el título Del caminar sobre hielo, un libro no tanto sobre el viaje sino sobre sus reflexiones, y del que nunca ha querido hablar. Por cierto, Lotte se recuperó, recibió a Herzog y no falleció hasta 1983.

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El pasado enero Pablo Maqueda (Madrid, 35 años) pasaba los días desesperado ante el derrumbe de la financiación de su nuevo proyecto. Cocreador de la iniciativa #littlesecretfilm (plataforma que impulsó la creación de películas bajo unas reglas seudodogma) junto a su pareja, la productora Haizea G. Viana, el cineasta veía que su amor al cine se diluía en su infructuoso salto a la parte más industrial. Y decidió seguir los pasos de su admirado Herzog, recorriendo también a pie los 750 kilómetros que separan Múnich de París, usando como brújula Del caminar sobre hielo -que en realidad es bastante abstracto, con pocas indicaciones- y Google Maps. Si Herzog se movió por miedo, Maqueda lo hizo por la frustración. El resultado es el documental de creación Dear Werner, que ayer se estrenó en el certamen de cine europeo de Sevilla antes de llegar a salas comerciales el próximo 20 de noviembre y arrancar su propio periplo festivalero. Dear Werner contiene una sorpresa monumental: el mismo Herzog lee en off algunos pasajes de su libro con su inconfundible inglés, ese que las jóvenes generaciones están disfrutando con su personaje en El mandaloriano.

“Eran las tres de la mañana en mitad del confinamiento, cuando me llegó el email con sus audios de voz. La idea inicial era habernos conocido en el festival de Londres, pero la pandemia cercenó cualquier viaje”, recuerda Maqueda en Madrid, sin posibilidad de acompañar a su filme en Sevilla. “Curiosamente, en el confinamiento mundial, y desde la tranquilidad de su estudio en Los Ángeles, hemos creado una relación epistolar muy cercana: Herzog ha visto varias versiones de la película, ha ayudado en la reescritura del guion y decidió regalarme esas grabaciones".

Imagen de 'Dear Werner'.
Imagen de 'Dear Werner'.

Lo que en Herzog fueron 22 días, en Maqueda es mes y medio. "Él realizaba etapas de unos 70 kilómetros. Yo iba rodando, reflexionando. Y en esos pensamientos paso de la obra de Herzog a mis cavilaciones sobre el cine. Werner, cuando vio el primer montaje, ya me dijo que él no tenía que salir en imagen, que era mejor que se oyera su voz para escuchar al fantasma que sobrevuela la película. Me escribió, con su típico humor: “Yo no quiero estar involucrado en una reflexión sobre una reflexión sobre una reflexión...”.

Dear Werner levanta también testimonio, sin pretenderlo, de los últimos días de una Europa precovid, de paseos por montes agrestes y charlas sin mascarilla con desconocidos. “Me ha servido para superar miedos como a la oscuridad, a animales salvajes, a lo desconocido... Pero, efectivamente, me movió más la frustración de los largos procesos de financiación que dependen de decisiones ajenas, de comités de selección... Estaba harto de pedir permiso”, recuerda el director. “Así que cogí, saqué los billetes, preparé las dos cámaras con sus trípodes, me despedí de Haizea y me fui. Sin saber lo que saldría, grabé”. Dear Werner se construyó en montaje y contó con una labor fundamental, la de la creación de la música y de la atmósfera sonora de José Venditti. “Todo los hicimos durante el confinamiento cruzándonos archivos online". ¿Y si no hubiera funcionado? “Yo era un cineasta muy negativo, no disfrutaba del camino, solo quería llegar a la meta: estrenar una película. Con Dear Werner se acabó. Si no hubiera cuajado el material, lo habría metido en un cajón y punto. Aunque es cierto que llevaba años idealizando una adaptación de Del caminar sobre hielo desde que lo leí, porque me parecía muy poderosa la imagen del cineasta caminando solo, entre la niebla, con frío”.

Una de las vitrinas de la Cinémathèque que aparece en el documental, donde se ve a Eisner y Herzog juntos, además del libro 'Del caminar sobre hielo', y su intercambio epistolar.
Una de las vitrinas de la Cinémathèque que aparece en el documental, donde se ve a Eisner y Herzog juntos, además del libro 'Del caminar sobre hielo', y su intercambio epistolar.

En el epílogo Dear Werner abandona el inglés por el castellano, ya que Maqueda deja atrás la generalización para acercar el filme a sí mismo: “Quería recordar a quienes hacen cine más allá de los directores, a toda la clase obrera que participa en las películas, y a quienes nos apoyan en casa”. El madrileño traiciona el punto de vista subjetivo de Dziga-Vertov, muy presente durante todo el metraje, y aparece él. “Así que tocaba desnudarme sentimentalmente”. Dear Werner también ha provocado un final feliz: Maqueda está ya preproduciendo su nueva película, La desconocida. Herzog ha salvado a otro cineasta.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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