‘Beggars Banquet’: el regreso de The Rolling Stones a lo ‘stoniano’
El disco que recondujo al grupo de la psicodelia al rock es la segunda entrega de la colección sobre la banda
La revista Rolling Stone lo incluyó en la lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos. Concretamente en el nada despreciable número 57. Beggars Banquet (1968) es el álbum de Sympathy For the Devil, Dear Doctor o Salt Of The Earth y la segunda entrega de la colección Rolling Stones, cuyos discos llegan cada domingo a los quioscos con el diario y están también disponibles en la página web de Colecciones.
Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts, Brian Jones y Bill Wyman habían estado experimentando con el movimiento psicodélico de la época con su disco Their Satanic Majesties Request (1967). El álbum, que compitió con el Sgt. Pepper de The Beatles, no recibió buenas críticas, aunque les dio el sobrenombre que los acompaña más de 50 años después. “Después de Satánicas Majestades queríamos hacer un álbum de los Stones”, ha dicho Richards sobre aquella época. Así que, solo un año después publicaron Beggars Banquet, retomando sus raíces rock y las influencias de la música negra de entonces. Sería el último trabajo que haría esta formación, pues Jones murió al año siguiente ahogado en su piscina.
Los Stones, que nunca han sido unos puritanos, añadieron en este disco un poco de country en Dear Doctor, y blues en Prodigal Son, pero también algo menos usual en ellos: protesta social en Street Fighting Man o Salt Of The Earth. Aunque se ha identificado no en pocas ocasiones al rock and roll con el activismo, lo cierto es que a los Rolling Stones, como a otros muchos grupos de este género, no les ha ido lo de lanzar mensajes para la acción o doctrinales, más bien su postura ha sido la de ignorar a los poderes políticos y burlarse de todo lo que hay en el sistema. No obstante, en este disco, los Stones se mojan brindando por la clase obrera o llamando a una revolución en el palacio, mensajes más claros y directos de los que acostumbraban.
Si hubiese que seleccionar solo una pieza del joyero, Sympathy For the Devil es la elegida. Una alegoría del diablo detrás de los males de la Tierra. “Así como todo policía es un criminal, y todos los santos pecadores, como las cabezas son colas, solo llámame Lucifer, porque necesito un poco de moderación”, cantan los Stones.
Grabado en los Olympic Sound Studios de Londres y mezclado en Sunset Sound, en Los Ángeles, fue el primer álbum producido por Jimmy Miller y el pistoletazo de salida de una época dorada para los Stones.
Un baño cutre, con un retrete abierto y la pared carcomida repleta de grafitis fue la primera propuesta para ilustrar este disco. No pudo ser. A finales de los sesenta mostrar una imagen tan clara del baño era un tanto escandaloso. Hubo que retrasar la salida del disco en busca de otra.
La elegida finalmente fue lo más antagónico: un fondo blanco con unas letras rimbombantes que recuerdan a una invitación de boda (por aquello del banquete para mendigos), en las que se lee el nombre del disco y del grupo. Hubo que esperar hasta los años ochenta para que el váter volviese a aparecer. Por la conmemoración de los 50 años del disco, se recuperaron ambas.
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