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Ya sí, llegó la hora de Idea Vilariño

Un recital celebra hoy el centenario del nacimiento de la musa y contrincante de Onetti. Su obra se edita este otoño en España en bolsillo

La poeta uruguaya Idea Vilariño hacia 1964.
La poeta uruguaya Idea Vilariño hacia 1964.

Carnal y feroz, libérrima pero pulida hasta el filo de lo esencial, la poesía de Idea Vilariño (1920-2009) mereció pronto en su Uruguay natal el reconocimiento de la crítica y de los lectores, mientras la escritora se transformaba en leyenda, tanto por la calidad de sus libros y la popularidad de sus canciones como por la pasión devoradora que la unió a Juan Carlos Onetti, el autor de El astillero.

Idea —así, por su nombre— es un clásico de la literatura latinoamericana por derecho propio. Con el centenario de su nacimiento en 2020, la hora de Vilariño parece haber llegado a España, donde Lumen editó Poesía completa. Hoy lunes 19, por caso, en el marco del X Festival de Poesía de Madrid se realizará a las 19.30 con transmisión online “Si muriera esta noche”, un recital en Casa de América, para recordar a la autora de Nocturnos a través de sus textos, en las voces de seis escritoras, entre ellas, Lara Moreno, Brenda Navarro y Michelle Roche Rodríguez.

El reconocimiento y las relecturas locales de Vilariño incluyen una paradoja. Ya no será, una antología que toma como título un verso de sus flamígeros Poemas de amor dedicados a Onetti (casado por entonces con su cuarta y última esposa, Dorotea Muhr), se ofrece este otoño en librerías como una de las dos novedades de la colección Poesía Portátil (la otra es Anoche cuando dormía, de Antonio Machado). Así, una autora discreta hasta la elusividad, que consideraba la escritura de poesía como un acto “íntimo” y que en vida se negaba a entrevistas y rechazaba premios (desdeñó incluso la beca Guggenheim en 1982), desembarca en un formato súper ventas aunque su nombre suene mucho menos familiar que el de otras poetas como la peruana Blanca Varela o la argentina Alejandra Pizarnik.

No me abrazarás nunca / como esa noche / nunca. / No volveré a tocarte. / No te veré morir” , escribía Vilariño para cerrar aquel Ya no. Los versos ejemplifican su estilo sensual e implacable, de formato breve, con repeticiones que fundan al mismo tiempo un territorio y una música, en palabras de engañosa transparencia. Nocturnidad y un destinatario siempre en fuga.

Su cuerpo hablaba

“Acuerdo en general con los críticos en el sentido de que no hay que confundir la obra con la vida del artista”, afirma la editora y escritora Valerie Miles, que coordinará el homenaje en Casa de América. “Pero con Vilariño es muy difícil porque sus poemas salen directamente de su experiencia vital. Su cuerpo hablaba. El asma que le quitaba el aire y el eczema que le quemaba la piel incidieron, seguramente, en la corporalidad de su poesía”.

Tercera de cinco hermanos, hija de un poeta anarquista y de una lectora febril, fue una autora precoz. Sus diarios, hoy en la Universidad de Princeton, registran poemas escritos desde los 11 años. Crítica, traductora, docente, militante de izquierda que distinguía entre la eficacia política de un texto y su valor artístico, integró la generación uruguaya del 45 con Mario Benedetti, Ángel Rama e Ida Vitale, entre otros. Publicó ocho poemarios pero reordenó su obra en cuatro, cuyas ediciones fue aumentando: Nocturnos, Poemas de amor (dedicado en 1957 a Juan Carlos Onetti, quien a su vez le dedicó a Vilariño Los adioses), Pobre mundo (que reúne sus textos políticos) y No, de 1980.

En Idea, el documental de Mario Jacob, es la poeta misma quien define como fundamental la década del 50 y lista comienzos: la enseñanza, la militancia y su amor por Onetti, a quien conoce junto a otros integrantes de la revista Número. “El último hombre del que debí enamorarme”, lo llama. “Onetti estaba acostumbrado a otra clase de mujeres. Siempre le pareció que yo era muy reticente, demasiado dueña de mí misma, muy orgullosa. Y lo era.”

Recuperación de poemas

Él llegó a reclamarle que no lo había querido, que había armado un amor intelectual para la historia de la literatura; ella, que jamás la había conocido. Se propinaron libros, crueldades y un sinfín de adioses, que cumplieron a medias (¿cómo quitarse de un contrincante así?), hasta la muerte de Onetti, en Madrid, en 1994. Para entonces ella se había casado y divorciado del ensayista Jorge Liberati (a quien le llevaba más de 20 años) y Los Orientales, una de sus canciones, se había convertido en himno de la recuperación democrática uruguaya.

La conciencia de la pérdida, la fugacidad y el nihilismo aparecen pronto en la cosmovisión de Vilariño como prueban los recientes Poemas recobrados 1931-1944, primera parte de un proyecto dirigido por Ana Inés Larre Borges. Publicada en Internet el pasado agosto al calor del centenario por la Biblioteca Nacional de Uruguay, la investigación se propone rescatar, 11 años después de la muerte de la autora y junto con importante material fotográfico, los poemas que Idea dejó fuera de su Poesía completa. Una decisión que levantará polvareda y que Larre Borges ampara en que Vilariño copió y preservó esos poemas. “Tiene una dimensión como escritora que avala que se conozca todo”, argumenta.

“El Uruguay ha sido fecundo en mujeres poetas pero a pesar de que hay otras voces interesantes, yo me quedo con la suya”, sostiene la novelista Carmen Posadas, compatriota de Vilariño, que participará del recital el lunes 19. De su estilo destaca la “llaneza” y apunta: “Nada falta y nada sobra. Es un prodigio de síntesis que todo lo expresa: la sensualidad, la inteligencia, también el dolor y la muerte.”

Edurne Portela, historiadora y narradora española, participará del homenaje convencida de la actualidad de Vilariño. Para ella “forma parte de ese nutrido grupo de escritoras del siglo XX que nos queda por ‘redescubrir’”. Sobre sus poemas políticos (Guatemala, Vietnam, Nicaragua), sostiene: “Su denuncia de la injusticia social, del imperialismo y de la pobreza, del abuso de poder, resuena en estos días.”

Hipnótica y facetada como un diamante, la voz de Vilariño subleva desde los rescoldos. “Dónde el sueño cumplido / y dónde el loco amor / que todos / o que algunos / siempre / tras la serena máscara / pedimos de rodillas”, escribía en 1970. Aunque solo podría haber sido escrita por una mujer, leer esta obra desde el género sería perder parte de sus resonancias, advierte Valerie Miles. Va más allá. “Se dice en Uruguay que Idea es como el mito Garbo. Y claro, para eso hay que ser como Garbo: estar y no estar a la vez. Vilariño trabajaba con la carnalidad y quien conoce el deseo sabe que tiene que ser inalcanzable”.

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