El otoño cultural más triste de Nueva York
Con Broadway y la ópera cerrados hasta 2021, la ciudad pierde más de la mitad de los empleos en el sector de las artes
Los teatros de Broadway, los museos, la música en directo. La oferta cultural es una de las cosas que hacen de Nueva York lo que es. Uno de los motivos que llevan a la gente a vivir en la ciudad o a visitarla. Pero el coronavirus se lo ha llevado todo por delante. Tras un cierre generalizado, una parte de la oferta cultural regresa a la ciudad de la mano de los museos, que reabren con la misma catela con la que lo hace la ciudad. Otra parte, la de las artes escénicas, seguirá mucho tiempo con el cierre echado y el daño en muchos casos está cerca de convertirse en irreparable.
La cultura, además de una de las señas de identidad de la Gran Manzana, es un importante motor económico. El sector constituye un 7,5% (120.000 millones) de la economía del Estado de Nueva York y emplea a casi medio millón de personas. Antes de la pandemia, había en la ciudad 280.000 empleos en el sector de las artes, y 153.000 de ellos se han perdido entre abril y julio, según un estudio del Instituto Brookings.
Las calles vacías alrededor de Times Square dan la medida de lo que está pasando en los teatros. Las salas de Broadway llevan ya seis meses clausuradas, el cierre más largo de su historia, y el viernes la Boradway League anunció que no reabrirán hasta junio del año que viene. Son 10.000 empleos directos y otros 87.000 indirectos. El regreso del turismo, cuando se produzca, será clave para unos teatros en los que una de cada cinco entradas son adquiridas por gente que viene del extranjero. La Metropolitan Opera, por su parte, ya ha anunciado que no abrirá hasta septiembre de 2021.
Los museos han empezado a abrir. Además del Metropolitan, cuyos fastos del 150º aniversario han sido poco menos que arruinados por el virus, el MoMA reabrió también a finales de agosto. Lo hizo con exposiciones dedicadas a Donald Judd y al crítico, editor, marchante y coleccionista francés Félix Fénéon, anarquista y figura clave del París de las vanguardias. El MoMA PS1, centro dedicado exclusivamente al arte contemporáneo en Long Island (Queens), acaba de reabrir con una muestra sobre artistas en prisiones de Estados Unidos y la importancia de encarcelamiento en el arte nuevo. En todos los casos, el aforo está limitado al 25%, se toma la temperatura a los visitantes y estos están obligados a llevar máscara en todo momento. Se deben reservar las entradas para acudir a una hora específica.
El museo Guggenheim abrió sus puertas en septiembre, igual que el Whitney. Las galerías de arte han estado autorizadas a abrir desde finales de junio, y se preparan para una temporada de otoño complicada, sin inauguraciones y sin la feria de Art Basel Miami, que ha anunciado que suspenderá esta dedición prevista para principios de diciembre.
La música en directo también ha echado el freno, en un parón especialmente delicado para los locales independientes que ya sufrían con el elevado precio de los alquileres y la competencia de las grandes corporaciones del sector. En la ciudad de Nueva York hay 2.400 salas de conciertos, según un estudio de la alcaldía, que generan 20.000 empleos, 373 millones de dólares en salarios y contribuyen con 1.200 millones a la economía. Según una asociación nacional de salas independientes, que agrupa a 2.500 negocios por todo el país, sin asistencia federal el 90% de sus salas se vería obligado a echar el cierre si el cierre se extiende más allá de seis meses.
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