Mario G. Obrero, el poeta más joven de la historia en ganar el Loewe
“Lo de la poesía y ser del Atleti lo traigo de casa”, asegura este autor de 17 años, que ya ganó Premio Nacional de Poesía Joven Félix Grande a los 14
Es difícil pillar por teléfono a Mario García Obrero, el flamante ganador del Premio Loewe de Poesía a la Creación Joven, dotado con 8.000 euros. Por fin lo coge: “Perdona, es que estaba en el instituto”, dice, “es lo que tiene tener 17 años”. Obrero ha sido galardonado por su poemario Peachtree City (que publicará Visor), justo el año en el que la sección joven del prestigioso premio aumentaba la edad máxima para presentarse de los 30 a los 33 años. El fallo, finalmente, se salió por el otro extremo y ha premiado al ganador más joven de la historia del premio.
El madrileño Mario G. Obrero tiene la voz dulce, un pelo asilvestrado y voluminoso que le caracteriza y un aplomo extraño para su edad. Es joven, pero no escribe eso que llaman “poesía juvenil”. Ha hecho una cosa muy obvia, pero no tan extendida entre los poetas primerizos: leer poesía. Y se nota.
Entre sus mayores influencias cita a Juan Carlos Mestre, al que empezó a leer muy pequeño y que ya le ha acompañado en algún que otro sarao poético. “Empecé a leer a Mestre en su poemario La casa roja, me fascinó ese mundo maravilloso que crea y esa conciencia, esa apuesta por hacer de la poesía algo útil”, dice. Otras de sus influencias son Federico García Lorca (“un poeta en el que cualquier poeta español debe mirarse”) y su madre, Susana Obrero, profesora de lengua en un instituto de Getafe, y también poeta. “Con ella hablo mucho de poesía, comentamos los poemas…”, dice Obrero, “lo de la poesía y ser del Atleti lo traigo de casa”.
El anuncio del premio le pilló tocando la guitarra en el conservatorio en el que estudia. Una pieza clásica “preciosa”, la Torija de Federico Moreno Torroba. “Me dio mucha alegría, claro, pero es curioso cómo luego vuelve la cotidianidad: tuve que hacer los deberes de Historia del Arte. Para eso no hay Loewe que valga”, explica entre risas. Peachtree City, el título del poemario, es también el nombre de una ciudad estadounidense, al sur de Atlanta, en la que pasó el año pasado, donde escribió el libro (el confinamiento sirvió para corregirlo). “Aunque peach tree signifique melocotonero no vi ninguno”, cuenta. “El libro trata sobre encontrarse a uno mismo en un lugar lejano, en el que te falta parte de tu identidad. La poesía sirvió para completarla”.
Lo define como un libro de “poesía asamblearia”, donde convoca a poetas como León Felipe o a Juan Ramón Jiménez, a los represaliados de la República o las mujeres poetas olvidadas de aquellas épocas. En palabras de Gioconda Belli, miembro del jurado: “Un poeta jovencísimo se revela en un libro que, con imágenes inusuales y aliento poético, retrata la multiplicidad cultural de la globalización, consigue, con ironía y destreza, un poemario sorprendente”.
No es su primer libro: en su haber se cuentan Carpintería de armónicos, con el que ganó el Premio Nacional de Poesía Joven Félix Grande (solo tenía 14 años) y Ese ruido ya pájaro, publicado por Entricíclopes. Entre sus afinidades se encuentran las tierras gallegas, aunque tenga raíces en La Mancha y no en el norte. “Es una tierra que me ha enamorado por su literatura y que voy conociendo poco a poco, en los veranos”, cuenta. “En casa recibimos la revista Luzes, que dirige Manuel Rivas con Xosé Manuel Pereiro, que nos mantiene informados del panorama gallego”.
El poeta joven (muy joven) es una figura frecuente en el mundo de la poesía. El arquetipo universal es Rimbaud que dejó de escribir poesía a los 19 años. Hay otros ejemplos: Claudio Rodríguez ganó el Adonais con El don de la ebriedad a los 18. Más recientemente autoras como Luna Miguel o Elena Medel despuntaron de adolescentes, uniéndose a la lista de prodigios poéticos menores de edad. “Yo ya tengo la edad de Rimbaud cuando escribía, así que no tengo tanto mérito”, dice Obrero, “entre los jóvenes, aunque se diga otra cosa, hay mucha sensibilidad para la poesía”.
¿Qué opina de la poesía que consume gran parte de la juventud masivamente, que sale de Internet y que protagoniza premios escandalosos? “No me siento parte de esa corriente, pero tengo compañeros que leen ese tipo de poesía más, digamos, comercial. Mientras se distinga lo que es cada cosa, me parece bien si al final se acaba hablando de poesía”, concluye el premiado.
Babelia
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