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Postales de cine desde las capitales europeas de 1900

El Museo Eye de Cine en Ámsterdam digitaliza 50 películas de un minuto filmadas en Venecia o Berlín por un pionero del séptimo arte

Fotograma de un documental filmado en Venecia entre 1897 y 1902.Vídeo: EYE MUSEUM
Isabel Ferrer

Una niña entre las palomas de Venecia; una familia neerlandesa entre molinos cruzando un improvisado puente de madera; una calle abarrotada en Londres; unos monjes capuchinos en el Vaticano; un tren correo británico a toda velocidad. Son imágenes fechadas entre 1897 y 1902 que figuran entre las más antiguas captadas en Europa por las primitivas cámaras de cine, que fueron exhibidas en su día en ferias y teatros.

Filmadas como documentales de un minuto por el ingeniero franco-escocés William Kennedy Laurie Dickson, —que trabajó como empleado del inventor estadounidense Thomas Edison— estos cortos constituyen un testimonio único del que se conservan unas 300 películas de 68 milímetros. El Museo Eye de Cine, en Ámsterdam, guarda dos centenares en su colección y ha hecho una restauración digital de 50 con ayuda de la Comisión Europea. Estrenadas a escala mundial en sus instalaciones de la capital de Países Bajos, han salido de gira internacional bajo el título The Brilliant Biograph.

La historia del cine tiene algunos pioneros famosos, entre ellos, los hermanos franceses Lumière y los Pathé, su compatriota Léon Gaumont o el propio Edison. Menos conocida es la contribución de William Kennedy Laurie Dickson en el desarrollo de la película de 35 milímetros, que se convirtió en el estándar internacional para cine y fotografía. Ya fuera por choque de personalidades o porque quería ampliar sus horizontes, Dickson abandonó el estudio de Edison y fundó en 1895 la empresa American Mutoscope and Biograph, —llamada luego Biograph Company— con tres colegas.

“Dickson es uno de los padres de la industria, y las filmaciones ahora digitalizadas se hicieron con una película de 68 milímetros creada por él para no chocar con la patente de 35 milímetros de Edison. Se encuentran entre las imágenes con mayor claridad y detalle de cuantas se conservan del inicio del cine en blanco y negro”, dice, en conversación telefónica, Frank Roumen, director de colecciones del Museo del Cine de Ámsterdam, que las ha compilado. Mutoscope and Biograph abrió sucursales en Europa, y Dickson captó la vida cotidiana de alrededor de 1900 en las ciudades de Berlín, París, Venecia, Londres o Ámsterdam, todas en pleno crecimiento y modernización. Se dejó seducir por niños y mayores disfrutando del agua en Alemania enfundados en bañadores de rayas; presentó un mercado veneciano casi como un cuadro; captó los canales de Ámsterdam muy sucios, porque allí acababan todo tipo de objetos; y dejó constancia de unas maniobras navales en Reino Unido o del devenir de la Plaza de la Concordia de París.

Antiguo y familiar

El museo neerlandés posee la mayor parte de esta colección junto con el British Film Institute (BFI) y el MoMA de Nueva York, y a Roumen le da la sensación “de estar metidos en la máquina del tiempo". Todo lo que aparece en la pantalla es “familiar” y también antiguo y diferente. "Unas cosas no han cambiado tanto en estos 120 años, y otras sí. La estación central de Ámsterdam, por ejemplo, está igual, solo que en lugar de turistas de paseo circulan coches de caballos”.

La restauración de las películas ha contado con la colaboración del BFI, y se ha optado por una resolución digital de imagen de 8K (unos 8.000 píxeles), llevada a cabo en laboratorios de Ámsterdam y Nueva York. Roumen cree que las 200 películas que custodian acabaron en el museo neerlandés porque Dickson, quien inventó la cámara y el proyector que utilizaba, tenía oficinas en Londres, Berlín, París y también en la capital de los Países Bajos. “Como se trata de un soporte de nitrato de celulosa, inflamable y que se descompone con la humedad, es posible que fueran enviadas a este centro, fundado en 1946 con el nombre de Archivo Histórico del Cine, para protegerlas”, cree Roumen. Tras el estreno en los Países Bajos, las películas se proyectarán en varios festivales y convenciones de Europa.

3.000 euros por un minuto

Para el proyecto, se buscó patrocinio público y privado hasta que la Comisión Europea se interesó aportando 150.000 euros. “Cada minuto de película ha costado unos 3.000 euros, y a veces aparecen dos líneas en la pantalla, que hemos dejado. Este tipo de negativo no tenía las perforaciones laterales de los 35 milímetros, sino que se enrollaban en rodillos de caucho, y en algunos momentos están algo dañados, pero queríamos que todo fuera poco invasivo y lo más cercano al original”, dice Frank Roumen.

La proyección cuenta con una banda sonora compuesta por el pianista Daan van den Hurk, especialista en el acompañamiento en directo del cine mudo.


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