Un jardín para el cine
En Uganda, un laboratorio cultural une paisaje, cine y arquitectura con la ambición de representar la nueva África
¿Qué haría usted para relacionar la arquitectura y el cine? ¿A qué tipología recurriría? La idea del diseño para este jardín-escuela no la tuvo un paisajista ni un jardinero. Fue la directora de cine india Mira Nair la que –en colaboración con los arquitectos de TAM associati– ideó un espacio donde fomentar la creación artística. Nair, que ganó el León de oro de Venecia en 2001 con su película La boda del Monzón, fundó tres años después la organización sin ánimo de lucro Maisha Foundation con el objetivo de afrontar la falta de una cinematografía original del Este de África con capacidad para interesar al mundo y estrenarse globalmente.
La directora india pensó que la traducción arquitectónica de una secuencia es un sendero. Y decidió que un camino podía sintetizar el objetivo de la Fundación Maisha, que en el idioma kiswahilli quiere decir vida. Así, pidió a los arquitectos italianos que construyeran un vergel que se iniciase con la infancia y se desdoblara en estaciones vitales para trazar la evolución de los seres humanos. En el jardín Maisha Film de Kampala (Uganda) el final es el principio: el sendero muere cuando el jardín vuelve a nacer.
Así, este jardín-camino con vistas al lago Victoria es también un laboratorio de cine, una escuela con aulas abiertas en medio de un paraje en el que tan importantes son las vistas como la relación de quien allí trabaja con el lugar. Se entiende que en las gradas la discusión y el aprendizaje son tan esenciales como la contemplación para la formación de los artistas.
Junto al jardín, un edificio levantado enteramente con ladrillos quiere ser la casa del cine africano. Allí se concentran las oficinas, el archivo de vídeo, una sala de proyección con 54 asientos y una sala de edición. Junto al inmueble, una terraza-teatro mira al paisaje y sirve como escenario. Los arquitectos de TAM explican que es el punto de partida para adentrarse por el sendero y simboliza el primer paso en la aventura de la vida. Para los arquitectos trabajar con ladrillos –una de las industrias locales– fue fundamental. “Apenas hay hormigón. Y en los ladrillos –hechos a mano y cocidos en kilns [hornos] locales– está presente el barro, una de las principales riquezas locales”.
La Fundación Maisha de Mira Nair no tiene ánimo de lucro. Quiere ofrecer herramientas a los artistas, escritores y cineastas africanos para que puedan contar sus historias en el mundo. Trata de arraigar una industria cinematográfica sostenible y habla desde una escuela que es, además o sobre todo, un jardín. Arquitectónicamente, que un equipo de proyectistas trabaje mano a mano con una profesional proveniente de otra esfera creativa también es una gran noticia. Una manera amplia y decidida de abordar y compartir la construcción que en tantos lugares y durante tantos siglos parecía desinteresar a la arquitectura.
Babelia
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