Bécquer sale ganando con el flamenco de María Terremoto
Los versos del poeta resultan no solo reconocibles y escuchables, sino que consiguen cobrar una respetable fuerza en los estilos flamencos la joven cantaora jerezana
Resulta alentador que la creación flamenca no se olvide de las efemérides literarias, como el ciento cincuenta aniversario del fallecimiento de Gustavo Adolfo Bécquer, que ha sido recordado en esta edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla por dos veces y de distintas formas: en menos de una semana, el poeta ha sido fuente de inspiración para el cantaor lebrijano José Valencia y para la cantaora María Terremoto. Como en cualquier otra aproximación del cante a los poetas, digamos que cultos —y existen muchas experiencias al respecto—, se dilucida un desafío: el de cuadrar los versos a la métrica de los estilos flamencos o viceversa; que los poemas, quizás nunca imaginados para este propósito, consigan sonar flamencos.
Con la joven jerezana, heredera directa de una extraordinaria saga flamenca, el reto levantaba especiales expectativas. A María los genes gitanos le salen a borbotones y el legado de la tradición lo trae aprendido de casa, pero su forma de asimilar los versos del poeta y llevarlos al terreno que le es propio no dejaba de ser una incógnita. Desde el mismo arranque, se adivina una lucha entre la fuerza que la desborda y la métrica y temática que la obliga y, dentro de esa pugna, transita su interpretación de las Rimas de Bécquer seleccionadas. El resultante del enfrentamiento dialéctico es positivo y, por más que las estrofas no logren por momentos domeñar su irrefrenable torrente expresivo, los versos del poeta resultan no solo reconocibles y escuchables, sino que consiguen cobrar una respetable fuerza en los estilos flamencos.
Como en las cantiñas, en las que los versos del poeta parecen describir las cualidades de la cantaora: «voz vibrante y clara»
Con las bamberas iniciales, María presenta, quizás, sus credenciales: estos serán poemas de Bécquer, pero la cosa va de flamenco. Como en las cantiñas, en las que los versos del poeta parecen describir las cualidades de la cantaora: “voz vibrante y clara”. En la malagueña, con ecos de Enrique El Mellizo, se acompaña de cuarteto de cuerda y pareciera que hubiera modulado su timbre y matizado su proverbial torrente. Es tan cierto como que, cuando el cante lo exige, se entrega al torrente que la domina. Ocurre con los fandangos abandolaos, en los que exhibe de nuevo su fuerza, para, a continuación, templarse por tientos y volver a salir airosa de la mencionada dialéctica con unos tangos que transportan ecos de su paisana La Paquera.
Unos fandangos alosneros, plenos de fuerza, dieron espacio para el lucimiento del cuarteto de cuerda. Los Cuadros de una exposición de Músorgsky no se sabía qué hacían allí, pero estaban, de la misma forma que estuvo el violinista Lovera en el brillante acompañamiento del cante de la petenera. Antes, y con la misma cuerda, María había exhibido embarazo para la interpretación de una nana, siempre con Bécquer en su voz. Pero volvió la guitarra. Nono Jero es un brillante y preciso continuador de la saga sonantera que inauguraron su padre y su tío, Antonio y Periquín Niño Jero. Su toque por seguiriyas traslada la herencia guitarrera jerezana y la jondura propia del estilo de forma más que brillante. Con ese toque inspirador, la cantaora se entrega a la fuerza que la conmueve en las entrañas: la seguiriya que bebe de Manuel Torre y de otras fuentes antiguas. Con ella la cantaora se rompe.
La audiencia, tímida hasta entonces —consecuencia, quizás, del aforo reducido y la mascarilla— se entrega antes de que María, por tonás, deje en el aire uno de los mensajes becquerianos más conocidos, el de su Rima IV: pase lo que pase, habrá poesía, por más que los acontecimientos se empeñen en ponerlo difícil. El mensaje, en clave tan solemne y flamenca, cobró una especial emoción.
Poesía eres tú
Cante: María Terremoto. Guitarra: Nono Jero. Percusión: Paco Vega. Compás: Manuel Valencia y Manuel Cantarote. Cuarteto de cuerda: José Gregorio Lovera (violín concertino), María Inmaculada Manchón (viola), Juan Carlos Toribio (violonchelo), Manuel Márquez (contrabajo). Selección, adaptación de textos y dirección: Hugo Pérez. Adaptación musical: Luís de Perikín.
Babelia
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