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El inmaduro
Columna
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Arena blanca

Cuando Romina y Al Bano se divorciaron el mundo se hizo peor, el cielo tembló

Manuel Vilas
Romina y Al Bano, en el Festival de San Remo 2020.
Romina y Al Bano, en el Festival de San Remo 2020.Maurizio D'Avanzo / IPA (GTRES)

Ella siempre aparecía en la televisión un poco más alta que él y con zapato plano. Ella era una melena infinita. Y él llevaba esas gafas que declaraban bondad. A mí me parecían el triunfo del amor. No confesé a mis amigos esta devoción, hubieran pensado que era un antiguo. Por eso, cuando hace unos días vi que la televisión pública les dedicaba un monográfico, me emocioné hasta la lágrima. Y regresaron los antiguos videos, y aquellas canciones elementales, simples, pero que tanto tocaron mi corazón hace 40 años. Cantaban una canción que para mí simbolizaba el paraíso en la tierra. Cantaban Arena blanca, mar azul.

Bailaban de perfil, mirándose a los ojos. Deduje, hace 40 años, que Al Bano tenía que poseer una personalidad arrebatadora, y esa debía de ser la profunda razón por la que los cielos le habían regalado una esposa tan bella como Romina. El verano español venía a nosotros a través de ellos dos. Veo en la tele como Boris Izaguirre es otro fan de Al Bano y Romina Power, y me alegro. Creo que la primera vez que los vi fue en un programa de la tele de 1976. Y vi dos ángeles. Me gustaba que él llevara corbata. Y que su corbata armonizase tan bien con el estilo un poco hippy de Romina, que llevaba un adorno en la frente, muy exótico. Me encantaban las americanas de colores de Al Bano. Ojalá se pusieran de moda otra vez. Ojalá el mundo volviera a ser tan inocente como para vestirnos otra vez con americanas de rayas y camisas de cuellos gigantes y pecho descubierto y cadenas de oro.

Yo creo que triunfaron tanto en España porque acabaron siendo símbolos del esplendor del verano, del sol y de las playas del Mediterráneo. Y había en su forma de mirarse dos sentimientos que a mí me enamoraban, eran la lealtad y la ternura. Cuando terminaban la canción se cogían de la mano. Me gustaba tanto verlos cogidos de la mano. Y eran marido y mujer. Estaban casados. Ella era la hija de Tyrone Power, un grande de Hollywood, y él un hijo de Italia. Y para colmo cantaban en español y lo hablaban con encanto.

Y pasaron los años, y esos dos ángeles perdieron a una hija en Nueva Orleans. Nadie sabe qué pasó. Los contertulios que llevó Boris Izaguirre a su programa hablaron de esa tragedia. El programa incluía una entrevista al Al Bano actual. Lo vi sereno, tranquilo. Vive en la Apulia, en el sur de Italia. Cuando Romina y Al Bano se divorciaron el mundo se hizo peor, el cielo tembló. Yo creo que ese divorcio acabó presagiando todas las desgracias que iban a azotar la tierra, desde el ataque a las Torres Gemelas hasta el coronavirus. Porque ellos dos eran el triunfo del amor, eran la edad de la inocencia, eran la arena blanca y el mar azul.

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