España transmite a Estados Unidos su inquietud por el derribo de estatuas de personajes hispanos
La ministra apela a la "historia compartida" para rebajar la tensión con Washington
El Gobierno entra en el debate sobre los símbolos del pasado avivado por las protestas contra los abusos raciales en Estados Unidos. El Ministerio de Exteriores ha transmitido su preocupación a distintas autoridades estadounidenses por el hecho de que el cuestionamiento de algunas figuras históricas haya alcanzado a personajes hispanos vinculados a Norteamérica. Los recientes ataques a estatuas como las de Cristóbal Colón o la del fraile Junípero Serra han motivado el envío de varias cartas diplomáticas para limar asperezas, según explicó este miércoles la ministra de Exteriores, Arancha González Laya.
A raíz de estos episodios, el embajador en Washington se ha dirigido a “autoridades federales, estatales y locales”, aseguran en el ministerio, sin precisar los destinatarios concretos. “Lo hemos puesto en su conocimiento por la importancia que damos a esta historia compartida con Estados Unidos, tan compartida como desconocida”, enfatizó la titular de Exteriores en una conferencia de prensa en la sede del ministerio. Los escritos no constituyen quejas formales y se han comunicado a las autoridades estadounidenses “discretamente”, según González Laya.
La oleada de protestas originadas en Estados Unidos —y más tarde extendidas a otros territorios— por la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía ha agitado la discusión sobre los símbolos históricos en el país norteamericano. En ese contexto, algunas estatuas de personajes hispanos —tan dispares como Colón, Cervantes o Ponce de León— han sufrido derribos o decapitaciones.
Instituto Cervantes
Como muestra de que el movimiento ha acabado cuestionando a personajes de muy diverso calado, más allá de la confrontación racial, González Laya citó una lista de nombres entre los que incluyó a los expresidentes estadounidenses George Washington y Theodore Roosevelt.
La ministra quiso trazar una línea entre las protestas contra la discriminación racial —”compartimos mucho con ese movimiento”— y el asedio a símbolos de la presencia española en el continente. González Laya defendió un mejor conocimiento de la aportación española a la historia estadounidense. En esa tarea enmarcó la apertura de una sede del Instituto Cervantes en Los Ángeles antes de que acabe el año.
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