‘Mata Mua’ y la política cultural
“Durante todo el periodo que he estado en el ministerio nunca se les dio permiso de exportación, pero tampoco se les podía negar porque tenían derecho a ello”
Hago público hoy lo que en privado no he tenido ocasión de hacer. Se ha hablado mucho en los últimos días sobre la salida de la pintura Mata Mua de Paul Gauguin, perteneciente a Carmen Cervera, de las salas del Museo Thyssen dónde estaba depositado desde hace casi dos décadas y se ha especulado sobre las responsabilidades de dicha salida. Hay que aclarar que tal y como era el acuerdo original, su propietaria podía sacarlo fuera cuando quisiera, como ya hizo con La esclusa de Constable que salió en pública subasta en 2012. Y esto es así porque el depósito era gratia et amore, es decir, la señora Cervera no percibía ninguna compensación económica por dicho depósito. Si bien es cierto que se ahorraba los costes de su almacenamiento y seguros que se podrían cifrar en más de un millón de euros anuales y que se construyó una ampliación del museo para su colección. La otra ventaja que tenía la señora Cervera consistía en que sus obras en vez de estar guardadas se exhibían en un museo que las prestigiaba.
Cuando llego al Ministerio de Cultura y Deporte me encuentro una negociación abierta entre el ministerio y la señora Cervera ya que durante las sucesivas prórrogas del depósito no se había logrado un acuerdo definitivo. Nos pusimos manos a la obra y había dos cuestiones básicas que acordar, el precio del alquiler anual que se pagaría por la cesión temporal y de qué colección estábamos hablando.
Carmen Cervera pidió una cifra anual de 8.342.465 euros que se correspondía con los “derechos sobre los activos cedidos en uso” por ella al museo y que aparecían en las cuentas anuales del museo del año 2017. La otra cuestión que pidió fue dejar fuera del acuerdo tres obras: El puente de Charing Cross de Monet, Mata Mua de Gauguin y El ‘Martha Mckeen’ de Wellfleet de Hopper. Basaba esa exclusión en su necesidad de liquidez y por lo tanto su intención de ponerlas a la venta. Como tanto la cuestión económica como la artística eran dos cuestiones espinosas, arrancamos con la económica. Sobre su petición original pusimos sobre la mesa que, mientras ella había cedido gratuitamente su colección, no había tenido gastos para mantenerla, pero al querer cobrar un alquiler había que restar esos gastos para el futuro alquiler por lo que se llegó a una cifra de siete millones de euros de los que habría que descontar proporcionalmente el valor de las obras que quedaran excluidas en el acuerdo final.
Había también otras cuestiones relevantes como la duración del acuerdo que se fijó en 15 años prorrogables por cinco años más y si el precio pagado por el alquiler durante ese tiempo computaba como rebaja del precio final, en caso de que el Estado ejerciese el derecho de tanteo ante una oferta de compra en firme por un tercero a partir de los primeros 15 años. Los abogados de Cervera aceptaron esta cuestión. Quedó para el final la lista de obras que se excluían del acuerdo de alquiler. En este punto trasladé a Carmen Cervera y sus abogados que Mata Mua tenía que seguir en el museo y que sin ese cuadro por nuestra parte era imposible seguir la negociación. Aceptaron esta propuesta y la señora Cervera pidió a cambio incluir en la lista de las tres obras excluidas otra obra en sustitución de Mata Mua. Esa obra fue Caballos de carreras en un paisaje de Degas. Por ese motivo en la prórroga del acuerdo de depósito que firmé a finales de diciembre del pasado año, Mata Mua estaba incluida y las otras tres pinturas de Monet, Degas y Hopper no lo estaban como puede comprobarse en el Boletín Oficial del Estado de 30 de enero de 2020 con motivo de la cobertura de la garantía del Estado sobre las obras depositadas.
Como comprenderá cualquier lector conocedor del mundo del arte, no hubiéramos querido aceptar ninguna exclusión, pero entre todas las obras que pedía la señora Cervera, Mata Mua no solo era la más importante dentro de la historia del arte, sino también la más significativa de toda su colección. Con respecto a los otros tres cuadros, siendo dolorosa su salida, sus autores quedaban bien representados en el conjunto de la colección con otras obras. Todos saben que para lograr un acuerdo hay términos que cada una de las partes ha de ceder. También hay otros irrenunciables y para mí, desde el punto de vista de la coherencia y valor artístico de la colección, era Mata Mua. Así quedó cerrado en mi despacho el principio de acuerdo a finales de diciembre pasado, pendiente solo de calcular la cifra a restar a los siete millones por la salida de los tres cuadros citados.
Una semana después de mi salida del ministerio los abogados de la señora Cervera piden el permiso de exportación definitiva para el Mata Mua rompiendo de facto el acuerdo al que habíamos llegado. Este permiso no se tramitó porque les habría obligado a pagar 74 millones de euros en tasas.
He leído que el certificado de silencio administrativo positivo de 13 de diciembre es el motivo por el que “la Administración no pudo negarse a la posterior exclusión del Mata Mua de la colección, ocurrida el 30 de marzo de 2020”. Lo que no se dice es que ese certificado no les concedía la autorización de exportación definitiva por el régimen especial y que si la hubieran pedido en base a este certificado, habrían tenido que pagar las citadas tasas millonarias. Quizá por ese motivo los abogados de la propiedad no ejercieron ese derecho en base al certificado de 13 de diciembre y aceptaron la prórroga de 31 de diciembre manteniendo el Mata Mua. Lo que no se dice es que el certificado de silencio administrativo positivo que da pie al permiso de exportación del cuadro se solicita el 25 de marzo de 2020 y se concede cinco días después.
Durante todo el periodo que he estado en el ministerio nunca se les dio permiso de exportación, pero tampoco se les podía negar porque tenían derecho a ello, de ahí el silencio administrativo que hay que leer en un contexto de negociación y que en la práctica funcionó. Llevar este asunto al terreno administrativo es una manera de eludir su naturaleza política y este acuerdo, se llegue a él definitivamente o no, es de política cultural.
Me tranquiliza, en parte, leer que la señora Cervera quiere seguir negociando y que Mata Mua siga en España. Deduzco que este movimiento de su salida lo ha hecho para conseguir mejores condiciones que las acordadas a finales de diciembre. Todo dependerá de la voluntad y capacidad de las partes. Confío en que el ministro Uribes consiga llegar al mejor acuerdo posible.
José Guirao fue ministro de Cultura y Deporte entre junio de 2018 y enero de 2020.
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