Una temporada taurina en blanco
Valencia fue la primera suspensión, a la que le siguieron las principales ferias
Pocos podían imaginar que la suspensión de la Feria de Fallas, el 10 de marzo, era la primera carta de un castillo de naipes que se ha derrumbado; y nadie duda ya, a estas alturas, que la temporada taurina quedará en blanco, con las gravísimas consecuencias económicas para el sector y para otros muchos que de modo indirecto se benefician de él.
Primero fue Valencia, seguida de Castellón; después, la Feria de Abril, Jerez de la Frontera, Córdoba… y el 24 de abril se anunció la suspensión de San Isidro, el ciclo más largo e importante del mundo. A Madrid le han seguido los sanfermines, Bilbao, San Sebastián, Alicante, Murcia, Valladolid, Albacete, Colmenar… y así la inmensa mayoría de las ferias españolas, a las que hay que añadir la temporada taurina del sur de Francia y las últimas ferias del continente americano. Se perderá un volumen de negocio que se sitúa alrededor de los 1.500 millones de euros y un impacto de 4.500 millones, incluidos los festejos populares, en cálculos de la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos.
Se quedarán en el campo unos 20.000 toros, cuya crianza se valora entre los 4.000 y 5.000 euros por animal, pertenecientes a las 1.337 empresas ganaderas en vigor, cuyas pérdidas podrían alcanzar los 190 millones de euros.
Desaparecerán unos 55.000 puestos de trabajo (solo 2.000 entre toreros de oro y de plata), entre los que viven directamente del espectáculo o ejercen su labor en multitud de oficios artísticos, artesanales y turísticos que se benefician de manera indirecta. En 2018, según el Ministerio de Cultura, se celebraron en España 1.521 espectáculos, de los que 369 fueron corridas de toros.
La cancelación de los festejos supondrá, además, que las arcas públicas no reciban cerca de 140 millones de euros en concepto de IVA y unos 12 millones por cotizaciones a la Seguridad Social. El negocio taurino ha sufrido una gravísima cornada que amenaza su supervivencia. Y la voltereta llega en un momento en el que la tauromaquia se queja de un constante acoso social y una absoluta indefensión institucional.
En estos días, el sector, aglutinado en torno a la Fundación del Toro de Lidia, anda a la greña con el Ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, que no ha incluido a la tauromaquia en el decreto de ayudas a las industrias culturales. Tampoco ha respondido al documento con las 37 medidas que los taurinos consideran necesarias para revitalizar el sector. Los ánimos se han encendido más cuando la Seguridad Social ha rechazado las primeras solicitudes presentadas por toreros de oro y plata para las prestaciones por desempleo.
El sector ha pasado de la confianza en las buenas palabras de Cultura a “exigir” la dimisión del ministro “por el silencio y la discriminación continua”. Hace unos días, la Fundación anunciaba “movilizaciones masivas” cuando finalice el estado de alarma y lo permitan las condiciones sanitarias. Mientras, los taurinos protestan desde sus casas con una mascarilla en la que aparece escrito: “La cultura no se censura”.
Babelia
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