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Swamp Dogg, ese ‘soulman’ imprescindible y desconocido

El músico publica un nuevo disco que le sitúa como uno de los últimos francotiradores del mejor ‘soul’ sureño

Fernando Navarro
Swamp Dogg, en una actuación en Los Ángeles.
Swamp Dogg, en una actuación en Los Ángeles.Rebecca Sapp (EL PAÍS)

El término “músico de culto” suele aplicarse con ligereza, pero en el caso del estadounidense Swamp Dogg (Portsmouth, 77 años) se puede decir que es la única forma de definirlo. Cantante, compositor, productor y propietario de sellos discográficos, este septuagenario acaba de publicar Sorry You Couldn’t Make It (Noise Recordings / Everlasting!), una obra que le sitúa como uno de los últimos francotiradores del mejor soul sureño. Un disco que se edita sin apenas trascendencia mediática, una constante en la vida de este creador que se ha pasado media vida transitando por los márgenes de la música afroamericana hasta el punto de que, sin alcanzar ningún éxito, no ha dejado de ser citado por colegas y prensa especializada como un músico entre músicos: un artista admirado por otros con más renombre y capaz de abrir puertas de exploración al soul como pocos.

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No ha dejado ser así. Siempre inquieto, Swamp Dogg publicó hace dos años y en edad de jubilación Love, Loss and Auto-Tune, un álbum donde se metía de lleno en el proceso de grabación con el autotune, distorsionando su voz nasal hasta situarla en aguas de la electrónica. El resultado le quedó bastante irregular, pero demostró que su curiosidad está innata. Nadie de su quinta se había atrevido a hacer algo tan descabellado. También dejó claro que cuenta con buenos espadas que le apoyan. En el disco, participó la figura del blues tejano Guitar Shorty y la estrella indie Bon Iver. Este último vuelve a colaborar con él en su nuevo trabajo bajo su nombre real, Justin Vernon. No es el único. También colaboran un grande del country como John Prine, su última aportación conocida a un disco antes de fallecer el pasado 7 de abril por coronavirus, y la cantante Jenny Lewis.

Con Sorry You Couldn’t Make It, Swamp Dogg se deja de experimentos y ofrece un disco asentado en las raíces clásicas. Diez composiciones facturadas con elegancia y oficio, que se mueven entre el soul y el country. De alguna manera, este compositor del estado de Virginia, el mismo del que vienen pioneros del country moderno como The Carter Family o Patsy Cline, se adentra en un camino poco concurrido en la música estadounidense, pero cuyos mejores resultados han sido fascinantes. El country-soul, etiqueta sin ningún oficialismo, es una vía sonora que en los sesenta investigaron grandes referentes de la música afroamericana como Ray Charles, Percy Slegde, Arthur Alexander y Solomon Burke. Ray Charles ofreció en 1962 una obra maestra al respecto con el exitoso Modern Sounds In Country And Western Music. También buena parte de la obra de Solomon Burke en la misma época definió este territorio cuando arrimó su vozarrón de predicador góspel al country & western con sencillos tan solemnes como Cry To Me. De hecho, el resurgimiento de Burke, de la mano del productor Joe Henry -al más puro estilo del Johnny Cash con Rick Rubin-, llevó a este gigante del soul a revivir este género a principios del siglo XXI con discos como Make Do with What You Got y Nashville. De hecho, Swamp Dogg casi parece querer resucitar al propio Burke en su nuevo álbum, adoptando en la portada del disco una estética de vaquero negro muy parecida a la suya.

Sin embargo, Swamp Dogg se explica por sí solo. El country-soul ya estaba desperdigado en algunos de sus discos de los setenta. Satírico e impredecible, este cantante, cuya voz remite al sonido de las viejas grabaciones de Memphis o Alabama, es considerado una de las grandes figuras de culto de la música estadounidense. Su nuevo álbum constata su talento para crear canciones espirituales, con los elementos básicos del soul y el country. Estampas confesionales de un hombre que, cuando no está probando trastos de electrónica o modas determinadas, sabe abrir su alma con lo sencillo. Y cuando lo hace suele maravillar. Los medios tiempos de su nuevo álbum así lo demuestran. I’d Rather Be Your Used To be, A Good Song o Please Let Me Go Round Again.

Swamp Dogg empezó a cantar bien joven, aunque antes de ponerse ese nombre artístico en 1970 se llamaba Little Jerry Williams. Grabó su primera canción con 12 años y como adolescente empezó en el circuito del rhythm and blues a principios de los setenta con un moderado reconocimiento regional. Lo compaginó con el apoyo de otros músicos locales hasta que su conocimiento del sonido le llevó a ser fichado como productor por Atlantic, donde trabajó a las ordenes de Jerry Wexler, uno de los grandes instigadores del soul que trabajó con el propio Ray Charles, Aretha Franklin y Wilson Pickett, entre otros. Doris Duke, Dee Dee Warwick o Gary Us Bonds estuvieron a sus órdenes. El cambio llegó cuando, cansado del método de trabajo, decidió casi empezar de cero y reinventarse. Se puso el nombre de Swamp Dogg y pasó por Canyon, Elektra e Islands Records. En la década de los setenta dio rienda suelta a sus ideas que, bajo la premisa de Sly Stone, fusionaban soul, rock, funk y country como si todos los géneros naciesen de una misma pasión por emocionar. Si Swamp Dogg es admirado por músicos de toda condición, buena parte de culpa reside en sus discos de aquellos años como Total Destruction to Your Mind, Rat On, Cuffed Collared & Tagged o Gag a Maggot, en los que incorpora ideas alucinantes de la contracultura relacionadas con las drogas, el sexo, la política radical y la política social. Incluso su forma de recitar sobre las bases anticipaba el rap y el hip hop que llegarían poco después.

Mientras encaró una carrera fuera del radar del éxito, pero muy prolífica en cuanto discos de calidad, siguió trabajando como productor y compositor de canciones para otros, que le valieron más respeto aún en la industria. Su sello discográfico estuvo detrás de ambrosías soul como Z. Z. Hill, Doris Duke, Irma Thomas y Freddie North. Desde los ochenta se movió como un forajido, con mucha carga política en su música a favor de la comunidad negra y probando distintas fórmulas con la electrónica. Sin miedo nunca a abrir una senda sonora nueva a su carrera. Su nombre ha sido siempre sinónimo de un músico sin paracaídas, un superviviente de un estilo tan variado como respetado. Ahora, Swamp Dogg, ese soulman imprescindible y desconocido por el gran público, regresa con Sorry You Couldn’t Make It, un álbum en el que parece mirar a su propia historia y, como reza su título, terminar diciendo: “Lo siento, no pudiste hacerlo”. Indudablemente, tratándose de este músico ingobernable e irónico todo lo dicho está carente de drama.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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