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Muere Henry Grimes, referente del jazz libre que estuvo desaparecido tres décadas

El contrabajista, solicitado por grandes titanes del género, llegó a vivir en la calle hasta que relanzó su carrera en 2003

Henry Grimes actuando en Ámsterdam en 2005.
Henry Grimes actuando en Ámsterdam en 2005.Frans Schellekens (Redferns)

El contrabajista Henry Grimes, uno de los grandes nombres de los primeros años del free-jazz y la música de vanguardia afroamericana, falleció el pasado miércoles en el Northern Manhattan Rehabilitation and Nursing Center de Harlem, Nueva York, a causa de complicaciones relacionadas con el Covid-19, según ha confirmado su esposa y representante, Margaret Davis Grimes. Tenía 84 años.

Grimes, que tuvo una carrera fulgurante entre 1957 y 1966, fue uno de los más importantes contrabajistas en el desarrollo del free-jazz, formando parte de los grupos de Cecil Taylor, Don Cherry o Albert Ayler, entre otros, y alzándose enseguida como uno de los acompañantes más solicitados y personales de aquella (entonces) nueva música. Poco antes de la navidad de 1966, acompañando a Ayler en el Village Vanguard de Nueva York, tuvieron lugar sus últimas grabaciones en más de 35 años. En 1968 dejó la Gran Manzana rumbo a California, en busca de trabajo y una vida mejor, pero las cosas no salieron bien: tuvo que empeñar su contrabajo, y conseguir trabajo como músico sin instrumento resultaba aún más complicado, con lo que acabó sobreviviendo a base de empleos de baja cualificación y acabó esfumándose por completo de la escena a finales de los 60.

Décadas después, cada vez que alguien en el mundo del jazz lo recordaba, todo eran rumores: algunos lo hacían en Hollywood, trabajando en el cine; otros decían que perdió la cabeza y vivía en la calle. En 1986, la revista Cadence llegó a publicar su obituario, afirmando que Grimes había fallecido en 1984, sin que nadie lo reportase. Pero a finales de los 90 empezó a correr el rumor de que el contrabajista seguía vivo y, por fin, en 2002, el trabajador social y escritor Marshall Marrotte lo encontró en Los Angeles.

En 1986 la revista ‘Cadence’ publicó su obituario, afirmando que Grimes había fallecido en 1984, sin que nadie lo reportase

Llevaba 20 años viviendo en una pequeña habitación de un humilde hotel, sobreviviendo a base de trabajos esporádicos (como empleado de mantenimiento, obrero, conserje…) y ayudas de las seguridad social, después de haber pasado auténticas calamidades e incluso haber vivido en la calle. En todo ese tiempo Grimes no dejó de lado sus intereses artísticos, intentando hacer cosas en el ámbito de la poesía, la pintura e incluso la actuación, pero no volvió a coger un instrumento durante más de tres décadas.

Poco después de su reaparición, el contrabajista y compositor William Parker le regaló un contrabajo, y Grimes volvió a tocar: tras unos meses de práctica, era casi como si el tiempo no hubiera pasado. La primera actuación de su renovada carrera tuvo lugar en el Vision Festival de Nueva York en mayo de 2003. Y a partir de entonces Grimes vivió una segunda era dorada como músico, actuando y grabando a menudo durante más de una década. En 2005, con la publicación de su primer álbum en 40 años (en trío con David Murray y Hamid Drake) y su participación en el colosal álbum de Marc Ribot homenajeando a Albert Ayler, Spiritual Unity, el mundo del jazz constató que el contrabajista seguía siendo una poderosa voz del instrumento y un improvisador carismático que hacía perfecto honor a su leyenda.

Nacido en 1935 en Filadelfia, Henry Grimes tocó el violín, la tuba y el contrabajo antes de decantarse finalmente por este. Estudió en la popular escuela Juilliard y sus primeros pasos profesionales fueron girando con los saxofonistas Arnett Cobb y Willis Jackson, y acompañando en su ciudad natal a músicos como Lee Morgan, Albert Heath o Bobby Timmons. Entre 1957 y 1958 tocó con Lee Konitz, Anita O’Day, Charles Mingus, Lennie Tristano, Gerry Mulligan y Sonny Rollins, quien lo contrata en su trío y lo lleva al festival de Newport de 1958, en donde acabaría acompañando, aparte de al propio Rollins, a Konitz, Mulligan, Tony Scott, Benny Goodman y Thelonious Monk (en el célebre documental Jazz on a Summer Day se puede ver a Grimes tocando con el pianista).

A principios de los años 60 graba en álbumes de Roy Haynes y McCoy Tyner para el sello Impulse! y acompaña a músicos asociados al incipiente free-jazz, empezando por Cecil Taylor y el propio Rollins, que, tras su regreso a la escena después de casi tres años de retiro, forma un cuarteto junto a Don Cherry, Grimes y Billy Higgins. A partir de ese momento el compromiso del contrabajista con la música libre es total, tocando y grabando con algunos de los principales nombres del género, como Albert Ayler, Sunny Murray, Frank Wright, Burton Greene, Archie Shepp o Pharoah Sanders.

Diciembre de 1965 marca el inicio del año más brillante en su carrera: graba su primer álbum como líder para el sello ESP y participa en cinco obras maestras del jazz de los 60: la trilogía de Don Cherry compuesta por Complete Communion, Where Is Brooklyn? y Symphony For Improvisers, y dos de los mejores álbumes de Cecil Taylor, Conquistador! y Unit Structures. Solo unos meses después de esto, Grimes, sin blanca e incapaz de mantenerse, se marchó de Nueva York y, de rebote, también del mundo del jazz. Su reaparición en el siglo XXI fue una auténtico renacimiento que hizo justicia con un músico esencial para la historia del jazz de vanguardia.

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