La cólera dibujada de Aquiles
Santiago García y Javier Olivares despliegan un relato de enorme poderío visual en su nuevo cómic, inspirado en la ‘Ilíada’, tras el éxito de ‘Las meninas’, premio Nacional
Al principio, solo había un hombre. Le rodeaban el cielo y la tierra, nada más. No tenía identidad, pasado ni destino. Y caminaba. ¿Hacia dónde? Aquel día, ante la madrileña estación de Atocha, Santiago García todavía no lo sabía. Pero se lo contó igualmente a Javier Olivares. Le dijo que tenía una idea sobre la cólera, tal vez el comienzo de una historia. Ambos volvían de firmar ejemplares de Las meninas en la Feria del Libro. Y, sobre todo, de meses viajando por España y promocionando el tebeo que les había dado el Premio Nacional de Cómic. Como hacía tiempo que buscaban una nueva aventura, decidieron acompañar aquella figura solitaria. Le dibujaron un yelmo, una lanza y un ejército: poco a poco, la arena se llenó de soldados y tiendas; barcos inmensos atracaron en la bahía. Frente a su protagonista, levantaron una ciudad amurallada y le enviaron a conquistarla. Entonces, descubrieron que todo aquello les sonaba familiar: era la guerra de Troya.
“De pronto, por algún motivo, empiezas a tirar del hilo y resulta que tienes a Aquiles. Sumas lecturas, reflexiones, vas tomando notas. Queríamos hacer algo seco, y ligero. Pero luego se te va de madre. Aunque La cólera no es una adaptación de la Ilíada, sino una obra que se basa en ella, entre otras cosas”, aclara García, autor del guion. “La usamos como eco para hablar de nuestra historia actual”, agrega Olivares, encargado de los lápices. Porque la diosa canta también en su tebeo la celebérrima ira del guerrero, la sabiduría de Ulises y los choques furiosos entre griegos y troyanos. El cómic se titula, incluso, con una de las primeras palabras que aparece en el clásico. Pero, a la vez, la novela gráfica (editada por Astiberri) no renuncia a su propia lucha por narrar algo distinto. Y dibujado. En estos tiempos de otros encierros y asedios, además, se multiplican las posibles interpretaciones de la obra, que también alude a la epidemia que diezmó a las tropas griegas.
“Con palabras, muchas cosas ya están contadas por Homero. La imagen te permite apertura, ambigüedad, no sabes hasta dónde llega lo que dices, o si va más lejos. Es esta cosa mágica que tiene el cómic y cómo esas viñetas se combinan una con otra y se suceden”, defiende García. De ahí que la épica de su relato se fíe sobre todo al poderío visual. Trazos y colores invaden el tebeo desde el arranque: el dibujo domina el campo de batalla y la primera palabra se repliega hasta la página 36. Aunque no se trata de una contienda, sino de una alianza. Porque las ilustraciones también hablan. De sangre y pasión, de gritos y silencios, de heridas y esperanzas.
Juntos, textos y dibujos intentan contar también otro Aquiles. O, por lo menos, uno poco conocido. “Muchos elementos de nuestro libro pueden parecer disquisiciones modernas, pero son ideas que están en la Ilíada”, afirma Olivares. “La conversación en la cultura occidental empieza con Homero. Nos contestamos unos a otros desde aquello que dijo él. Es un texto eternamente actual”, agrega García. Así, en sus viñetas, el héroe pasa más tiempo en su tienda que rompiendo los escudos troyanos. Y se rebela, en su estética y su sexualidad, ante los cánones de la virilidad bélica. Su Aquiles, en definitiva, pelea también por ser moderno. “Buscábamos algo pregénero. Todo lo que ocurre en La cólera sucede en un tiempo mítico, anterior, más puro. Queríamos un personaje a veces sensual, delicado, que no fuera solo una máquina de matar”, explica García. Tanto que el guerrero entona toda una oda al disfrute cotidiano: no concibe muerte gloriosa que supere la belleza de la vida.
El alegato antibelicista, en realidad, también estaba en Homero, como confiesa Olivares: “La Ilíada contiene incluso un listado de los caídos en batalla. Te cuenta la historia de cada uno, personaliza la muerte de una manera muy actual”. Aunque todavía más contemporáneo es el giro que vive La cólera hacia su mitad. Y ahí el aedo griego nada tiene que ver. Sin adelantar demasiado, baste con decir que los artistas, de golpe, ponen a toda su obra del revés. “Queríamos recordar la presencia física del libro, un objeto casi arqueológico. Y que te obligara a usarlo de la forma que él establece”, sentencia García.
Los lectores lo descubrirán una vez lo tengan entre manos. Aunque, de momento, el asunto está complicado. Cuando se celebró la entrevista, hace días, el propio García, que vive en Estados Unidos, todavía no había podido ver su obra en papel. Y Olivares era solo uno de los pocos afortunados en tenerlo. “Te pasas tres años trabajando en algo así, eliges cuidadosamente la fecha de lanzamiento y ocurre esto. He pasado por todas las fases: depresión, rabia, frustración. Ahora tengo resignación. Estos libros requieren mucho esfuerzo y los haces casi vocacionalmente. Pero si no hay respuesta, llega un momento en que ya no te metes a estas empresas. Si La cólera pincha, nos va a afectar a lo siguiente que hagamos. Es difícil comprometerse con algo así si no tienes el respaldo del público”. De momento, el coronavirus le ha doblado la rodilla a Aquiles. Pero mucho dependerá del regreso a la normalidad. Y a las librerías. La cólera estará ahí, esperando refuerzos.
Babelia
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