Harold Pinter: la historia irreversible y el dolor de un triángulo amoroso
Israel Elejalde dirige ‘Traición’, el clásico del Premio Nobel de Literatura en versión de Pablo Remón e interpretado por Irene Arcos, Raúl Arévalo y Miki Esparbé
El rumbo de la historia ya no puede cambiar. En el minuto uno de la función se conocen las consecuencias trágicas de lo que se ha vivido en el triángulo amoroso. Pero el dramaturgo Harold Pinter desanda el camino de ese desenlace y cuenta lo que ha pasado entre un matrimonio, (formado por un editor y una galerista), y el amigo íntimo del marido, un agente literario. A Pinter le bastaron nueve escenas para reconstruir ocho días e indagar de manera brillante en las causas de una historia de adulterios, mentiras y traiciones.
Estrenada en 1978 y acogida entonces con cierto desdén, Traición es hoy una de las obras del premio Nobel de Literatura (2005) más admiradas, representada en teatros del mundo entero. Israel Elejalde dirige una nueva versión traducida por Pablo Remón e interpretada por Irene Arcos, Raúl Arévalo y Miki Esparbé. El montaje se estrena el próximo sábado en Avilés para luego trasladarse a Madrid, a El Pavón Teatro Kamikaze, donde se representará desde el 12 de marzo al 26 de abril.
Sobre el escenario, un piano en directo que va recibiendo a los espectadores con la bellísima música de Bach y una mujer y dos hombres, bien trajeados, alejados entre sí. Ya se saben traicionados. Esta clásica pieza de Harold Pinter (1930-2008), con una trama clara, comienza en 1977 y se va remontando, paso a paso, traición a traición, mentira tras mentira, hasta diez años atrás. Traición supone para Israel Elejalde (Madrid, 47 años) y Pablo Remón (Madrid, 47 años) su primer acercamiento a uno de los dramaturgos más impactantes del siglo XX, autor de obras como El amante, Tierra de nadie o El portero.
A Elejalde se le ve feliz tras un ensayo en un local de un barrio periférico de Madrid. Traición es el sexto montaje de este actor como director. A Pinter, explica Elejalde, le gustaba más contar las atmósferas que la propia historia e incluso sustraer información al espectador para que monte su propio mecano. Aquí sucede al revés.
En Traición, con una trama muy reconocible y quizás la más comprensible, juega a contar la historia al revés y mantiene muchos de los rasgos que han hecho que Pinter “sea amado y odiado a partes iguales”. Pablo Remón, se cuenta entre quienes aman al autor inglés y además con pasión, y compara la manera de narrar de Harold Pinter con un incendio y todo lo que ello provoca. “Lo primero que ve el público son las cenizas para luego ir hacia atrás, presenciar las llamas del incendio y la chispa que lo provocó. Al contarlo de esa manera uno ve las consecuencias antes que las causas y viaja al nacimiento de la tragedia. Es una historia irreversible”, apunta Remón sobre su primera versión de un texto extranjero.
“Me apasionan los personajes que se creen a salvo de todo. Bajo una aparente historia de amor lo que vemos sobre el escenario es, en realidad, una pelea por la represión de los deseos ocultos, una descripción feroz de esa clase intelectual que se cree a salvo de las pasiones más bajas”, dice el director. Elejalde piensa que el espectador de Traición, al que solo le ofrecen nueve momentos de esa relación en diez años, tiene que ir llenando los huecos de la historia e ir imaginando lo que ha pasado con esas tres personas.
Vergüenza
El argumento de Traición es algo más que un triángulo amoroso. “En la traición hay dos fuerzas, el dolor del traicionado y la vergüenza del que traiciona. Aquí se traicionan todos y todos sienten el dolor del traicionado y la vergüenza del que traiciona. La obra también habla sobre la mentira y nuestra incapacidad para ser honestos y mostrarnos tal y como somos: débiles”, explica Elejalde. Mientras, Remón apunta que la clave de la obra está en las diferentes traiciones de los tres personajes.
“Lo interesante es que a priori el que engaña resulta ser el engañado. Es un artefacto que saca mucho de cada uno de nosotros. Te pone frente a tus prejuicios y tu primera impresión en apariencia simple se convierte luego en algo muy complejo”, asegura el director madrileño, que recalca que Pinter no escribió esta obra en orden y luego la desordenó. “La estructura elegida le da todo el sentido porque el pasado no es algo sólido, ni hay una sola verdad. Todo depende del recuerdo”, añade, el también guionista, que ha buscado especialmente que, además de la potencia dramática de la obra, la versión en castellano no traicionara la sonoridad y poética del original en inglés. “Pinter es, ante todo, un maestro de la palabra y un poeta de la sonoridad”.
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