La imparable invasión de los telefilmes navideños
Los canales y plataformas estadounidenses estrenan este año 105 películas de temática Navideña. Hallmark y Lifetime son sus grandes productores
Una joven soltera regresa a su pueblo natal por Navidad. Allí conoce a un atractivo soltero que cambiará su vida. Nieve, regalos, comidas familiares, milagros navideños. Los ingredientes son los mismos; las combinaciones, limitadas, y el resultado, parecido. Pero su éxito está asegurado. Y así, los telefilmes con temática navideña se han multiplicado en los últimos años. Entre octubre y diciembre, solo en EE UU, se estrenará este año al cifra récord de 105 películas de temática navideña, según la revista Entertainment Weekly.
La mayoría de ellas acabará luego en las cadenas generalistas españolas, o las plataformas internacionales, pero vienen principalmente de dos canales de pago: Hallmark y Lifetime. Su estrategia para cada Navidad se planea con un año de antelación con parrillas dedicadas solo a las fiestas. Hallmark es la gran productora del género, y sus filmes se exportan a todo el mundo. En este 2019, estrenará 40 telefilmes navideños, a los que se suman reposiciones de cintas de otros años (su catálogo asciende a 232 títulos). Su producción ha aumentado un 20% desde 2017. En 2018 más de 85 millones de espectadores vieron alguna de sus ficciones, según The New York Times. En 2018, Hallmark Channel fue el canal de cable más visto en el último cuatrimestre entre el público femenino de 18 a 54 años.
Lifetime, orientado también a un público femenino, estrena este año 30 películas navideñas. Aunque, como en el caso de Hallmark, su apuesta por la Navidad viene de lejos, en los últimos dos años ha cuadruplicado su producción para no quedarse atrás. Su órdago ha tenido buenos resultados: la audiencia de diciembre de 2018 fue la mejor del canal en 17 años.
Netflix busca también su parte del pastel de jengibre. No solo es distribuidora de muchos de estos títulos en todo el mundo, sino que también produce sus propias historias. El éxito inesperado en 2017 de Un príncipe de Navidad -en el que una periodista entrevista al príncipe de una ficticia nación europea; se enamoran; y esa divertida soltera acaba de reina por sorpresa- se convirtió en una saga en 2018 con Un príncipe de Navidad: La boda real y en 2019 con Un príncipe de Navidad: Bebé real. El año pasado, Crónicas de Navidad, protagonizada por Kurt Russell, se convirtió en la película más vista de la plataforma hasta el momento. Según Netflix, en su primera semana alcanzó los 20 millones de reproducciones. En ella, dos hermanos tenían que ayudar a Santa Claus a recuperar sus regalos perdidos para salvar la Navidad. Como era de esperar, en 2020 se podrá ver su segunda parte.
Lo previsible de su argumento, cuyo final feliz está garantizado, es, de hecho, uno de sus grandes activos. Son historias reconfortantes que proporcionan tranquilidad, seguridad y evasión a su público. Sí se puede criticar a Hallmark por la falta de diversidad de sus repartos, excesivamente blancos; un problema que el canal ha reconocido. Otro canal estadounidense, Freeform, con un público más juvenil, ha incluido también protagonistas homosexuales en sus producciones navideñas.
También en España hay pruebas del gusto por el género. La sobremesa de los fines de semana de Antena 3 se alimenta en noviembre y diciembre de producciones con temática navideña y logra datos de audiencia que superan las cifras del prime time del canal. En los últimos dos años, algunos títulos como Blanca Navidad o Una Navidad para recordar, programados en la sobremesa de dos fines de semana de diciembre, superaron los dos millones de televidentes.
Este año, el fenómeno incluso ha ido más allá con la celebración en noviembre en Nueva Jersey de la primera ChristmasCon, una convención al estilo de las ComicCon que ha dado cita a los fans del género. Hallmark fue el patrocinador de un evento en el que el merchandising navideño vinculado a estas películas estaba por todas partes, explotando el negocio en una nueva vertiente. Las entradas, a un precio de 50 dólares, se agotaron en pocas horas y permitían acceder a charlas de actores y guionistas de telefilmes navideños (se suele especializar en el género, y ser las mismas caras en una y otra película). También pasan horas entre puestos con pijamas con renos y camisetas con frases sacadas de unas películas que han sido definidas como una taza de chocolate caliente convertida en televisión.
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