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CRÍTICA | LONGA NOITE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una bofetada de memoria y rabia

Un filme sobre la oscuridad de la posguerra que huye de la pantomima de los disfraces para apelar a la verdad desnuda

Imagen de 'Longa noite'. En vídeo, el tráiler de la película.
Elsa Fernández-Santos

Envuelto en un aire atávico, Longa noite, tercer largometraje del gallego Eloy Enciso, nos lleva a un lugar estancado en el tiempo. Con actores naturales o del teatro amateur, que en muchos momentos le otorgan esa poderosa naturaleza ancestral, la película navega hacia las profundidades del franquismo a través de textos literarios (Alfonso Sastre, Max Aub, Ramón de Valenzuela o Luis Seoane), y cartas anónimas de encarcelados o condenados a muerte. Longa noite no es una película de época porque no nos habla del pasado sino del ahora mismo: un filme sobre la oscuridad de la posguerra que huye de la pantomima de los disfraces para apelar a la verdad desnuda.

LONGA NOITE

Dirección: Eloy Enciso

Intérpretes: Celsa Araujo, Misha Bies Golas, Nuria Lestegás, Suso Mailan, Manuel Pumares, Verónica Quintana.

Género: Drama. España, 2019

Duración: 93 minutos

Enciso no solo echa mano de algunas de las grandes voces gallegas (ahí resuena el poemario más célebre de Celso Emilio Ferreiro: “Y yo, muriendo en esta larga noche de piedra”), sino también de autores en las antípodas, al menos geográficas, como Rodolfo Fogwill, de quien extrae fragmentos de Los Pichiciegos.

Pero Longa noite no es una película que carga con una pesada mochila de libros y citas literarias. En realidad, poco importa quién ha escrito una cosa u otra. Pese a ser fragmentaria y coral, pese a estar hecha de retazos de voces y rostros, logra ser precisa y unitaria en su forma y en su discurso. De la mano de la impresionante fotografía de Mauro Herce, nos adentra en un paisaje infinito de bosques, vacas y estrellas donde un desfile de sombras (los mendigos a la puerta de una iglesia, el terrible monólogo de Celsa, el hombre que sobrevivió molido a palos, la mujer que, muerto su marido, solo quiere que su hijo regrese, los vencedores que juegan a las cartas con la suerte de su repugnante victoria) conforman una palpitante bofetada de memoria y rabia.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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