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De Clarice Lispector a Becky G

La mexicana Brenda Ríos presenta en la FIL 'Raras', una pequeña guía de algunas mujeres que deben ser leídas y escuchadas

Carmen Morán Breña
Clarice Lispector y Becky G.
Clarice Lispector y Becky G. getty images
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La literatura femenina, es decir, la que hacen las mujeres, suma y sigue. Para calcular la demanda basta con observar la oferta. La FIL 2019 no está falta del género. Las editoriales siguen atentas. En una peculiar vuelta de tuerca, Turner presenta el libro Raras, un guiño a aquel de Rubén Darío en el que dedicó semblanzas a algunos de sus escritores predilectos. No ha sido esa la intención de Brenda Ríos en su recopilación. Ella ha buscado “el lado de la razón”. “Que perdone el lector si acaso lo sentimental se atraviesa por ahí”, se disculpa en el prólogo. Y se cuela, porque valora sobremanera a algunas de las autoras que cita, naturalmente. El compendio, 25 nombres, mezcla firmas consagradas como Carson McCullers, Anaïs Nin, Emily Dickinson, Clarice Lispector, Elena Garro o Lucía Berlín con otras que representan el acierto de la editorial: nombres algo más desconocidos para el gran público que incitan a buscar y a leer: María Moreno, Xel-Ha López, Verónica Bujeiro, Kerstin Thorvall, Fátima Velez… A estos nombres añade Ríos algunos que convierten en raros precisamente a quien no haya oído hablar de ellos, como Amy Winehouse. Sí, el libro no solo trata de literatas. Hay mujeres jóvenes, algunas están muertas. En fin, la pregunta cae a plomo: ¿Qué tiene que ver María Zambrano con la reguetonera Becky G?

Es difícil encontrar una línea que sea común a todas ellas, pero Brenda Ríos lo intenta recurriendo en su explicación al subtítulo del libro: Ensayos sobre el amor, lo femenino, la voluntad creadora. “Todas ellas están un poco locas, quizá, y creo que de alguna manera todas sobrevivieron, es decir, lograron crear, desempeñar su pasión a pesar de los muchos obstáculos que encontraron. Todas ellas estaban incómodas y causaron incomodidad”. Busca ejemplos como el de la escritora mexicana Inés Arredondo, excelente cuentista, sufridora de un marido que paraba en muchos puertos, de una madre que le reprochaba que en sus textos aparecieran los personajes y las vivencias del pueblo. ¿Había alguien a quien no le estorbara que Arredondo escribiera sus deliciosos cuentos?

“Su madre detestaba que fuera escritora”, dice Ríos. Y se acuerda entre risas de una imagen de la última película de Pedro Almodóvar en la que la madre del cineasta le pide: “No pongas esa cara de narrador, ¿eh? No, no quiero que pongas nada de esto en tus películas. No me gusta que salgan mis vecinas. No me gusta la autoficción”.

El alcohol es otra clave para buscar un denominador común entre estas mujeres, el alcohol como un elemento de liberación o de ejercicio libertario. “Descubrí a María Moreno y su libro Black Out. Ella decía que le gustaba beber y que lo dejó porque le hacía mal, no por atender a cuestiones morales, se lo pasaba bien”, cuenta. El libro reproduce algunos párrafos de esta autora, premio de la Crítica en la feria del libro de Buenos Aires 2016, y es ahí dónde este volumen de Brenda Ríos, que se presenta en la FIL este domingo, alcanza su mejor virtud: la necesidad de salir pitando a una librería y pedir un título. Encontrarlo ya será harina de otro costal. “Una biografía, novela, crónica, trozos de cuaderno. Qué curioso que algunas personas escriban así”, se lee en Raras.

Una joven poeta colombiana (Manizales, 1985) también ha encontrado su reseña en este libro. 'Fátima Vélez: del porno y las babosas', se titula el capítulo. Versos “sobrenaturales”, califica Brenda Ríos, también poeta, que no faltan en estas páginas. Vélez juega con el tabú, el sexo, la zoofilia, la familia, la vida convencional. Sigan leyendo. Más versos. Los de Xel-Ha López: “En la azotea lloran los perros y las mujeres / anas tienden la ropa pequeña de unos bebés/ que nacen medio muertos/ que crecen porque es natural/ que las plantas crezcan también/ y luego aparezcan en el martes de tianguis/ y luego se pudran/ adentro o afuera de las gentes.

Amy Winehouse es la penúltima de esta guía incitadora. De nuevo el alcohol y el arte, la creación sublime. Un “narciso triste” cuya vida, como la de tantas mujeres, “dependía de otros”. “La chica quiere que la amen. Pero quien la ama no la ama como ella cree que debe ser amada”. Y vuelta al inicio… De los tiempos. He aquí otra columna vertebral de las Raras. Pero el arte se impone aunque muera temprano: “El enorme talento consume más de lo que da a cambio”, dice la página 197. Para algunas más que para otros, quizá. Lean este libro y saquen de él más ganas de leer.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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