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Barbara Miller | Cineasta suiza

“Si las palabras de Dios fueran interpretadas por las mujeres el mundo sería totalmente diferente”

La creadora presenta en México y Estados Unidos #Female Pleasure un documental sobre la condena de distintas culturas sobre la sexualidad femenina

Karina Suárez
Fotograma del documental #Female Pleasure.
Fotograma del documental #Female Pleasure.

En un taller tapizado con colores pastel, la artista japonesa Rokudenashiko se concentra en los trazos de un clítoris. En sus viñetas, el órgano sexual femenino sonríe, grita o salta de gusto. Después, con esa misma atención, pinta y decora con figuras en miniatura un molde de su propia vulva. La creadora, cuyo nombre real es Megumi Igarashi, ha despertado con sus piezas asombro, reconocimiento, pero también condena: en dos ocasiones ha pisado la cárcel acusada de promover la obscenidad. “Me sorprendió ver cuántas personas sentían tanto odio hacia las vaginas. Este tipo de críticas harían que la mayoría de la gente se rindiera, pero me han hecho más determinada en mi propósito de crear un arte aún más divertido”, relata Rokudenashiko ante la cámara.

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Su voz forma parte del coro de testimonios de #Female Pleasure, el más reciente documental de la cineasta suiza Barbara Miller, de 49 años. Ella decidió abandonar una prometedora carrera como abogada para colocarse detrás de una cámara. “Cuando terminé mis estudios trabajé tres meses en un despacho de abogados y me di cuenta de que no era mi camino, yo me iba a ahogar en ese camino tan tradicional”, relata la creadora. La convicción de su propia madre por los derechos humanos y, en especial por las garantías de las mujeres, han orientado sus proyectos hacia este tipo de tópicos.

En esta línea de trabajo se ubica #Female Pleasure, su obra cumbre: cinco mujeres, cuatro continentes y un rosario de denuncias en contra de la opresión masculina. Lejos del placer y el gozo, las protagonistas de este película regresan sobre sus propias cicatrices para denunciar las situaciones de sometimiento, persecución, acoso y violencia sexual que han padecido a lo largo de su vida. Sin importar religión, raza o idiosincrasia coinciden en que crecieron con la idea de que su sexualidad debía estar supeditada a los deseos de los hombres y a la finalidad de la procreación.

“Si miramos las interpretaciones de las religiones están hechas por hombres y en todas las religiones se da esta idea negativa del cuerpo femenino para tener el control sobre el cuerpo y la sexualidad femenina. Si las religiones, las palabras de Dios fueron interpretadas por las mujeres el mundo sería totalmente diferente, los valores serían diferentes, la sociedad sería diferente”, asegura Miller tras la presentación de #Female Pleasure en la 14 edición del Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México.

“Vivimos en dos extremos, por un lado, la objetivización del cuerpo femenino que vemos en la publicidad, en la pornografía, donde el cuerpo de las mujeres es totalmente sexualizado y por otra parte está la idea de la virgen, de la madre. Entre esos dos extremos necesitamos encontrar un punto medio”. La cineasta añade que esta visión maniquea ha segado la libertad entre las mujeres hasta el extremo de silenciar las voces de quienes han sufrido alguna agresión sexual. “Cuando hay algún caso de violencia sexual la tendencia es la de atribuir la culpa a las mujeres. En Europa un 80% de los casos no están denunciados ante la policía y de ese 20% restante solo un 10% llega a una condena, el resto es impunidad”, detalla Miller.

La directora Barbara Miller, en Ciudad de México.
La directora Barbara Miller, en Ciudad de México.Gladys Serrano

Las cinco protagonistas de #Female Pleasure han roto esta estadística de silencio. Confrontando su propia historia, estas mujeres describen ese punto de inflexión, de quiebre, que las llevó a buscar una puerta de salida hacia su libertad sexual. La escritora Deborah Feldman se atrevió a dejar a su esposo a pesar de la condena que eso significaba para una mujer de su comunidad judía ultraortodoxa; la activista Leyla Hussein admitió después de muchos años la mutilación genital a la que fue objeto cuando tenía siete años y Doris Wagner, alzó la voz para denunciar al sacerdote que, durante su formación como monja, la atacó sexualmente en repetidas ocasiones.

La escritura, el arte, la tecnología, las aulas de clase se convirtieron en las trincheras de su causa, una batalla que fue acompañada por la lente de Miller. La cineasta celebra los avances en todo el mundo, incluyendo las experiencias exitosas en América Latina como el eco que ha tenido el movimiento #MeToo y la reciente legalización del aborto en el Estado mexicano de Oaxaca, una de las entidades más pobres y con mayor desigualdad social. “Son pasos chiquitos, pero son un reflejo de que mujeres y hombres en todo el mundo quieren que llegue el cambio”, afirma con entusiasmo.

Para la creadora la igualdad de género será total cuando las mujeres consigan en todas las sociedades y latitudes del mundo el derecho a decidir sobre su cuerpo y su sexualidad. Una cruzada que solo puede resultar en victoria en compañía de los hombres. “Para mí la cosa más linda es cuando los hombres dicen que entienden mejor a las mujeres una vez que han visto el documental y que tienen esas ganas de pelear con las mujeres por una sexualidad más igualitaria, por el placer femenino”. Con esta idea en mente, Miller tiene entre manos la preparación de un documental donde aborde las distintas visiones de la sexualidad masculina.

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Sobre la firma

Karina Suárez
Es corresponsal de EL PAÍS en América, principalmente en temas de economía y sociedad. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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