El “impostor” Karra Elejalde en el templo de Unamuno
El elenco de ‘Mientras dure la guerra’, que llega hoy a las salas de cine, recorre los escenarios de Salamanca donde habitó el filósofo y se rodó la película de Alejandro Amenábar
Miguel de Unamuno regresó este jueves al paraninfo de la Universidad de Salamanca. Vestido con zapatillas blancas, camisa azul por fuera del pantalón negro y una cazadora con cremalleras también negra, muy alejado de la reverencial figura del pensador vasco, Karra Elejalde, el último actor que lo ha encarnado en el cine, entró al filo del mediodía en el inmenso salón en el que hace casi 83 años, el 12 de octubre de 1936, ocurrió uno de los acontecimientos que más controversia han originado sobre los inicios de la Guerra Civil, el agrio enfrentamiento verbal entre el entonces rector de la Universidad y José Millán-Astray, fundador de la Legión Española y uno de los cabecillas de los sublevados en el golpe de Estado militar del 18 de julio de aquel año contra la II República española. Un suceso que, versiones divergentes aparte, ha pasado a la memoria colectiva por el “¡Muera la inteligencia!” del militar golpista jaleado por militares y falangistas armados y por el “¡Venceréis pero no convenceréis!” del intelectual.
“Soy de los que piensan que los espacios, los lugares quedan impregnados de aquellos que los transitaron, de aquellos que convivieron en ellos”, explica Karra Elejalde, Unamuno en la película de Alejandro Amenábar Mientras dure la guerra, “yo alguna vez pensaba ‘este hombre igual me pega un soplido en la oreja y me dice impostor, puñetero, lo estás haciendo como el culo”. Elejalde hizo un recorrido junto al director y parte del elenco del filme por algunos de los escenarios de la película que narra los últimos días del intelectual español, aunque para mayor dramatismo la escena principal de la película, la del paraninfo salmantino, se rodó en el Colegio Oficial de Médicos de Madrid.
Tras visitar el aula Miguel de Unamuno, el paraninfo, la espléndida biblioteca de la Universidad de Salamanca, que el año pasado celebró su 800º aniversario, o la cámara donde se custodian los libros más valiosos, Elejalde aseguró que entre las cosas que más le sorprendieron al saber más de la figura del filosofo, destacó una: “¿Cómo puede ser católico un hombre que está tan enfadado con Dios, a quien se le ha muerto un hijo con cinco años?”.
Parece que Elejalde cumplió con su objetivo, según la familia del pensador, cuyos miembros, según Amenábar, fueron los primeros en ver el filme. “Karra lo hace muy bien. No es un parecido extraordinario extraordinario, pero es una fiel reproducción de su figura”, asegura un nieto, Pablo de Unamuno (hijo de Pablo, segundo de los nueve vástagos del filósofo). El descendiente explica feliz en una de las galerías del magnífico claustro universitario con vistas a una sequoia roja que no es un cinéfilo, ni un experto, pero la película “es técnicamente buenísima, está muy bien hecha, ¡es Amenábar!”, remata con admiración.
Aún así, Pablo de Unamuno se quedó con un resquemor. “Salí [de la proyección] un poquitín con el corazón arrugado porque yo veía a mi abuelo muy sumiso, muy sumiso a Franco, muy sumiso al ejército, muy sumiso a los niñatos falangistas; pero claro, seguramente es como estaba en aquel momento de pánico en toda España, de pánico en Salamanca, una ciudad tomada totalmente por los sublevados, y a lo mejor tuvo que ser así”, se lamenta. Pero lo importante es que el filme es fiel a los valores de su abuelo. “Él estaba contra unos y contra otros, o no estaba ni a favor de hunos ni de los hotros, con hache, como ya se ha dicho [así lo escribió Unamuno en una carta], y ese 12 de octubre fue la guinda final de toda su lucha para que terminara aquella pelea entre hermanos, aquella guerra incivil, como él la llamaba”.
El propio Amenábar, que se tomo el proyecto "no solo como una película sobre Unamuno, sobre su pensamiento y su espíritu, sino como una película sobre la España de aquellos días" agradeció especialmente la colaboración de la familia: “Siempre mostró respeto por nuestro trabajo”.
También satisfecho con el filme afirmó estar Luis Miguel Santos Unamuno, bisnieto (“hijo de la hija mayor del hijo mayor, Fernando”, puntualiza) del filósofo. “Es un peliculón, una película de calidad, notas que estas cosas que estás habituado a leer y a ver de los historiadores se transforma en cine, en ficción”, asegura entusiasmado. “Me gusta muchísimo el cine de Amenábar, ya desde Tesis. Es una historia que mezcla a la vez lo histórico y lo personal. A mí lo que me ha gustado es la recreación de la casa, con mi tía Felisa, mi tía María, que las he conocido, ver que tenía que comer, que ponerse la boina al salir, todo lo que no se ve en la historia o en la literatura. Toda esa parte íntima me ha gustado muchísimo”.
También le gusta otro aspecto, y es que “en la película se ve que quien le aprieta es su hija María, quien le conmueve la conciencia son sus familiares cercanos”. Solo pone como pega que él recuerda a su tía Felisa “mucho más pizpireta, más delgada”, pero admite que para hacer el guion más atractivo y hacer el contrapunto con María, Amenábar transformó el personaje.
“La película es una obra maestra sin ninguna duda que recoge muy bien y narra muy bien lo que sucedió en aquellas fechas cruciales para la historia de España”, dice por su parte Enrique Cabero, vicerrector de la universidad y responsable de los actos del Octavo Centenario, “Miguel de Unamuno en uno de nuestros referentes contemporáneos, por lo que supuso como rector, como intelectual comprometido con todos los problemas y conflictos de su tiempo y por lo que supuso para la Universidad y su imagen. Su intervención en el paraninfo en 1936 representa la libertad, la democracia, representa una lucha permanente contra el fascismo y la dictadura”.
Otra persona que también acudió invitado al acto fue el historiador salmantino Severiano Delgado (aún no había visto la película), que ha estudiado las fuentes de la época y ha matizado en sus trabajos la literalidad del discurso de Unamuno aquel Día de la Raza en que se enfrentó con la palabra a la amenaza de jóvenes armados enardecidos. “Llevo muchos años profundizando en los hechos de la Guerra Civil en Salamanca y, como historiador, creo que hay que ser muy riguroso pero entiendo que el señor Amenábar, como autor de películas, más que reflejar con rigor histórico los hechos, su intención fue reflejar un espíritu de una época, no la literalidad de unas palabras o el rigor de unos hechos al minuto”. Por estos motivos, entiende la elección de Unamuno como un referente ético, moral, en “aquella contienda brutal que estaba ensangrentando la provincia de Salamanca”. Y recuerda cómo esos sucesos le supusieron unas consecuencias nefastas en su vida personal con su cese como rector, como concejal del Ayuntamiento, y con su arresto domiciliario.
Ana Chaguaceda, directora de la Casa Museo de Unamuno, se mostró por su parte también exultante con la película, porque retrata “al primer intelectual español en el sentido moderno” ya que era un hombre que escribía pero también actuaba y combatía. “Lo que más me gusta de la película es que humaniza a Unamuno”, asegura la experta en la figura del filósofo frente a la magnífica fachada de la Universidad salmantina. “Todo el mundo está muy habituado a ver a Unamuno como muy duro, crispado, al Unamuno fuerte del último momento, del ‘venceréis pero no convenceréis’, pero el Unamuno de Karra está sufriendo. Era un hombre apasionado. Él defendía sus ideas, ideas cambiantes como las de cualquiera, desde la juventud hasta la muerte”.
Por supuesto, no solo se habló de Unamuno, también de Francisco Franco. La película refleja, según el director, "el momento en el general se convierte en el emperador". Amenábar aseguró que intentó no encasillar al personaje en el cliché y reflejar a un militar que podía ser sosegado, incluso amoroso con sus familiares: "Lo peor puede anidar en las mejores intenciones. Franco estaba dispuesto a cargarse a media España para lograr la España que él quería".
Anotaciones en una carta en plena polémica
El equipo de la película Mientras dure la guerra recibió este jueves un singular regalo confeccionado por la Casa Museo de Unamuno, la institución ubicada en la antigua residencia oficial del rector de la Universidad de Salamanca (el pensador vasco fue el último que la habitó, hasta 1914, ya que después los rectores vivieron en otras fincas). Se trata de un facsímil de la hoja de papel, que se conserva en el museo, en la que Unamuno realizó unas anotaciones durante la polémica ceremonia del 12 de octubre, el Día de la Raza, de 1936. Allí, rodeado por Carmen Polo de Franco, esposa del luego dictador, el obispo Enrique Plá y Deniel y por el general sublevado José Millán Astray, improvisó unas líneas que le sirvieron para rebatir aquel acto de exaltación de los golpistas. Y lo hizo en el reverso de una carta que tenía en el bolsillo escrita por Enriqueta Carbonell, mujer del pastor protestante y afiliado a la masonería (una institución que Franco odiaba especialmente) Atilano Coco, uno de los mejores amigos de Unamuno. En la misiva le pedía que intercediera por su marido, encarcelado por los sublevados, petición que se debió volver imposible tras la caída en desgracia del rector. Atilano Coco fue fusilado el 9 de diciembre, unas semanas antes del fallecimiento de Unamuno.
Babelia
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